Para algunas de las curaciones que Jesús hacía, como la que hoy nos presenta el Evangelio (Mc 8,22-26), Jesús usa elementos sensibles, gestos que a primera vista parecerían resultar mágicos. Pero en realidad, Jesús no hace magia, sino que usa el lenguaje táctil, que es el que un ciego podría comprender. Jesús busca que la persona, objeto del prodigio, se de cuenta de lo que pasa y de que elemento que utiliza para la curación sale del mismo Jesús. En tres ocasiones Jesús, en el Evangelio, curó a unos enfermos, con su saliva. Según el Evangelio de san Juan en Jerusalén Jesús escupió sobre la tierra, creando lodo, y luego se la aplicó a los ojos de un ciego (Jn 9,1-17). Según san Marcos hay otro ciego que fue traído hacía Jesús en Betsaida, y simplemente escupió sobre sus ojos y lo curó (Mc 8,22-26). Y Marcos mismo registra que Jesús metió sus dedos en las orejas y con su saliva tocó la lengua de un hombre sordo para curarlo (Mc 7,30-35). No hay que olvidar que Jesús, el Hijo de Dios, es hijo también de una cultura, como todos nosotros, que en nuestros pueblos y ciudades tenemos costumbres, hechos que hablan de dónde somos y de cómo vivimos. El Mesías escogió usar su saliva con el fin de mandar un mensaje de gran importancia y relevante acerca de su ascendencia y su posición como el único Hijo Legítimo de su Padre celestial, el Primogénito entre todos.
En la cultura judía, como en muchos pueblos antiguos, era concebible que un hombre tuviera varios hijos con distintas esposas. Abraham envió lejos a sus esposas e hijos de Isaac para que quedara claro quién era su heredero. De vez en cuando un hijo reclamaba y ponía en duda quién era el heredero. Una razón para disputar la demanda era la ilegitimidad —ya sea que el hijo haya nacido dentro o fuera del matrimonio—. El escritor de la carta a los hebreos habla de cómo nosotros podemos conocer si verdaderamente somos hijos de Dios; porque somos disciplinados por él, y por nuestra actitud y nuestras obras. Un hijo ilegítimo no es criado de esta manera. La tradición judía enseña que en casos de disputa con respecto a la herencia, Dios tenía una prueba que sobrenaturalmente revelaba quién era el heredero legal; heredero de la autoridad de la primogenitura y la herencia de las propiedades familiares. La gente de la época del segundo templo estaba consciente y enterada de esta tradición de Israel, la cual decía que la saliva de un primogénito legítimo tenía características curativas contra las lesiones y las enfermedades. Una vez que la saliva del hijo en disputa ungía el miembro afectado, la sanidad se esperaba que tuviera lugar. Si legalmente él no era el primogénito, la saliva no tenía ningún efecto. Esto está escrito en el Talmud, el libro que contiene la recopilación de la tradición oral judía acerca de la religión y las leyes y los comentarios a la misma ((Talmud de B. tratado Bab Batra 126b). Así Jesús demuestra que Él es el Primogénito de todos.
A unos Jesús toca con su saliva para dar una curación, a todos nos toca con su gracia para darnos su salvación. Así sucedió al beato Josef Zaplata, uno de los santos y beatos que se celebran el día de hoy. Nació el 5 de marzo de 1904 en Jerka cerca de Koscian en Polonia. Los escasos medios de su familia le permitieron únicamente hacer los estudios elementales. En cuanto terminó el servicio militar ingresó en la Congregación de Hermanos del Santísimo Corazón de Jesús.Trabajó en la curia episcopal de Poznam, pasó luego a Lviv, donde trabajó como sacristán en la iglesia de Santa Isabel, siendo al mismo tiempo superior de su comunidad religiosa. Ocupada Poznam por los nazis, fue arrestado, y en agosto de 1940 fue enviado al campo de concentración de Mauthausen, del que pasó a Gusen, y el 8 de diciembre del mismo año al de Dachau. En febrero de 1945 se declaró en el campo una epidemia de tifus, y los enfermos fueron aislados en barracones. José fue consciente de que ofrecerse a esos cuidarlos que ofrecían era exponerse a la muerte, pero llevado de su caridad se ofreció. Solamente duró diez días, al cabo de los cuales enfermó gravemente y así consumó su martirio. Dios nos toca de la manera que Él quiere para que alcancemos la sanación total, la salvación. Que la Virgen María, salud de los enfermos y el beato Josef Zaplata nos alcancen de Dios, con su intercesión, el dejarnos tocar para salvarnos. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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