El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, el período de 40 días de ayuno y abstinencia, llamado así porque en ese día los católicos tienen sus frentes marcadas con ceniza en la forma de una cruz o llevan ceniza sobre su cabeza. Nuestros hermanos de otras denominaciones cristianas nos cuestionan acerca de este signo, por eso es necesario saber fundamentar esta celebración —que no es obligatoria— frente a aquellos que nos cuestionan por qué lo celebramos al iniciar la Cuaresma, por qué nos ponemos ceniza en la cabeza.
La Iglesia usa ceniza para inicio de su ayuno cuaresmal, porque según nos enseña la Biblia, la ceniza es símbolo de arrepentimiento y penitencia. Por medio de signos sagrados completamente bíblicos, como la ceniza, la Iglesia nos enseña que como cristianos tenemos la marca de Dios en nuestras almas, marca que Cristo compró con su sangre en la Cruz, y que por tal motivo estamos llamados a la fe, a la penitencia y al arrepentimiento.
Ya en los primeros siglos se menciona el uso de ceniza y lo que representa la Cruz. San Cirilo de Jerusalén en sus «Catequesis» (XIII, 36) señala: «No nos avergoncemos, pues, de confesar al Crucificado. Sea la cruz nuestro sello, hecha con audacia con los dedos sobre nuestra frente y en todo; sobre el pan que comemos y las copas en que bebemos, en nuestras idas y venidas; antes de dormir, cuando nos acostamos y cuando nos despertamos; cuando estamos de viaje y cuando estamos en reposo».
El gesto de ir a recibir la ceniza significa reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Las frases que se utilizan para la imposición de la ceniza: «Arrepiéntete y cree en el Evangelio» y «Polvo eres y en polvo te convertirás» nos recuerdan que el ser humano, privado del Espíritu es solo materia que, eventualmente, dejará de vivir”.
En la Sagrada Escritura encontramos algunos textos referentes al uso de la ceniza como signo de arrepentimiento y de reconocer la propia pequeñez ante Dios que conviene en este día meditar:
Hebreos 9,13
«Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la becerra rociada sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne».
2 Samuel 13,19
«Entonces Tamar se puso ceniza sobre la cabeza, rasgó el vestido de manga larga que llevaba puesto, y se fue gritando con las manos sobre la cabeza».
Ester 4,1
«Cuando Mardoqueo supo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y ceniza, y salió por la ciudad, lamentándose con grande y amargo clamor».
Job 2,8
«Y Job tomó un tiesto para rascarse mientras estaba sentado entre las cenizas».
Job 42,6
«Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza».
Daniel 9,3
«Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza».
Génesis 18,27
«Y Abraham respondió, y dijo: He aquí, ahora me he atrevido a hablar al Señor, yo que soy polvo y ceniza».
Jdt 4,11
«Todos los hombres, mujeres y niños de Israel que habitaban en Jerusalén se postraron ante el templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las manos ante el Señor».
Ezequiel 28,18
«Por la multitud de tus iniquidades, por la injusticia de tu comercio, profanaste tus santuarios. Y yo he sacado fuego de en medio de ti, que te ha consumido; y te he reducido a ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran».
Isaías 61,3
«Para conceder que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que sean llamados robles de justicia, plantío del Señor, para que El sea glorificado.
Isaías 44,20
«Se alimenta de cenizas; el corazón engañado le ha extraviado. A sí mismo no se puede librar, ni decir: ¿No es mentira lo que tengo en mi diestra?
Jeremías 6,26
«Hija de mi pueblo, cíñete el cilicio y revuélcate en ceniza; haz duelo como por hijo único, lamento de gran amargura, porque de pronto el destructor vendrá sobre nosotros».
Números 19,17
«Entonces para la persona inmunda tomarán de las cenizas de lo que se quemó para purificación del pecado, y echarán sobre ella agua corriente en una vasija.
Ester 4,3
«Y en cada una de las provincias y en todo lugar donde llegaba la orden del rey y su decreto, había entre los judíos gran duelo y ayuno, llanto y lamento; y muchos se acostaban sobre cilicio y ceniza».
Mateo 11,21
«¿Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en vosotras se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza».
Jonás 3,6
«Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza».
Lucas 10,13
«¿Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en ustedes hubieran sido hechos en Tiro y Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido sentados en cilicio y ceniza».
Padre Alfredo.
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