miércoles, 12 de febrero de 2020

«La hermana Emma Sánchez»... Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo XLIII

Quiero compartir algunos rasgos de la hermana Emma Sánchez, una de nuestras queridas hermanos Misioneras Clarisas que murió el 30 de octubre de 199 y a quien tuve la bendición de conocer platicando con ella en varios momentos de la vida en que coincidimos. 

La hermana Emma nació el 30 de enero de 1930 en Yacapixtla, Morelos, ese pueblo mexicano famosísimo por la gran calidad de su cecina de res. Ingresó a la comunidad de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento el 16 de noviembre de 1956, cuando la comunidad tenía pocos años de haberse fundado por la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento y ese mismo día inició su etapa de formación inicial con el postulantado.

El 18 de junio del año siguiente, 1957, recibió su velo de novicia y continuó su formación en el mismo lugar a donde había ingresado, la Casa Madre de la Familia Inesiana que está en Cuernavaca. Luego de dos años de noviciado, hizo su primera profesión de votos el 25 de junio de 1957.

La entrega definitiva de su vida al Señor como religiosa consagrada con los votos de castidad, pobreza y obediencia, se llevó a cabo en una ceremonia el 27 de agosto de 1964, después de haber comprobado ella misma, que ese era el lugar en donde la Providencia la quería como misionera.

En sus años de religiosa Emma se dedicó muchos años —treinta— a la labor educativa en varias comunidades de México y Costa Rica, distinguiéndose siempre por su celo apostólico trabajando incansablemente a favor de la educación de la niñez y de la juventud de quienes se ganó el aprecio además del cariño de gente de todas las edades.

Sus últimos años los pasó en la comunidad de Arandas, Jalisco; con el mismo celo apostólica y entrega generosa en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe llevando alegría a los niños del catecismo, visitando enfermos y animando a la gente a vivir su compromiso misionero ayudando a las misiones «Ad Gentes» y a las vocaciones sacerdotales y religiosas con oraciones, sacrificios y ayuda económica.

La enfermedad y el peso de los años fueron minando sus fuerzas, pero no su compromiso misionero que la llevó a ofrecer su enfermedad por las misiones en paz y serenidad  hasta que entregó, rodeada por sus hermanas religiosas, su vida al Señor.

Descanse en paz la hermana Emma Sánchez Morales.

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