Hoy se celebra la memoria del beato Fray Angélico, un sacerdote de la Orden de Predicadores y gran artista, que, siguiendo muy de cerca a Cristo, lo que contemplaba interiormente lo expresaba en sus pinturas, para atraer a los hombres a los bienes eternos. Juan de Fiésole, apodado luego «Angélico», nació en 1455 y fue un hombre que, inspirado por Dios en su época, supo combinar la elegancia decorativa del gótico, de Gentile da Fabriano, con el estilo más realista de otros maestros del renacimiento como el pintor Masaccio y los escultores Ghiberti y Donatello, que trabajaban en Florencia, aplicando además, en sus pinturas, las teorías sobre la perspectiva de León Battista Alberti. Las expresiones de devoción en los rostros que Fray Angélico pintaba son muy logradas, así como la utilización del color que consigue dar mayor intensidad emotiva a la obra. Es uno de los pintores más importantes del primer renacimiento.
En el Museo del Prado de Madrid se conserva una las obras más representativas de Fray Angélico: «La Anunciación» (1430-1432), realizada para el convento dominico de Fiesole. El Museo Thyssen-Bornemisza, también en Madrid, posee «La Virgen de la humildad», depositada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña en Barcelona. Está también la «Coronación», en París en el Museo de Louvre. El ducado de Alba posee, en el Palacio de Liria, otra obra de Fray Angelico, «La Virgen de la granada», adquirida por un antepasado suyo en Florencia hacia 1816. Este sencillo y a la vez gran pintor, llevó a cabo la ejecución de los célebres frescos del «Claustro», «Sala Capitular», «Pasillos» y «Celdas» de la Catedral de San Marcos en Florencia, alternando el oficio de pintor con el de administrador del convento. Era un hombre tan lleno de Dios que, vacante la sede de Florencia, le propusieron nombrarle arzobispo, cargo que declinó y prefirió seguir viviendo la vida ordinaria de su convento. A pesar de su fama, Fray Angélico supo vivir lejos de los reflectores de la fama y del fermento de la suficiencia, manteniendo siempre un espíritu de búsqueda del Señor.
Hoy en el Evangelio Jesús habla de la levadura (Mc 8,14-21), de este elemento pequeño, sencillo, humilde, pero que puede hacer fermentar en bien o en mal a toda una masa de pan. Una levadura buena o mala, dentro de un corazón y de una comunidad, la puede enriquecer o estropear. Jesús quiere que sus discípulos eviten la levadura de los fariseos y de Herodes y Fray Angélico lo logró a pesar de su grandeza como artista, pues en 1445 fue llamado a Roma por el papa Eugenio IV para pintar unos frescos en la capilla del Sacramento del Vaticano —hoy desaparecida— y en 1447, fue solicitado para pintar los frescos de la catedral de Orvieto junto con su discípulo Benozzo Gozzoli. Sus últimas obras importantes, los frescos realizados en el Vaticano para decorar la capilla del papa Nicolás V, representan episodios de las vidas de san Lorenzo y de san Esteban (1447-1449), y probablemente hayan sido pintados por ayudantes a partir de diseños del maestro. Desde 1449 hasta 1452, Fray Angelico fue el prior de su convento de Fiesole. Murió en el convento dominico de Roma el 18 de marzo de 1455. Que María Santísima nos ayude a nosotros a sacar lo mejor de los dones que el Señor nos ha dado teniendo cuidado de la mala levadura y siendo de la buena, impregnando de Cristo todos los ambientes. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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