La verdad no sé ni como empezar a redactar mi pequeño pensamiento en este día. Lo primero que tengo que decir es que al leer el Evangelio de hoy (Mc 9,30-37), han resonado en mi corazón unas palabras del evangelista san Marcos en el relato que nos presenta: «ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones». Sí, a veces no entendemos a Dios y no vemos el cómo pedirle explicaciones de las cosas. Mañana seré sometido a un cateterismo para destapar mis arterias coronarias que, debido a que mi organismo produce cantidades industriales de colesterol, esta fabriquita las ha tapado. La verdad es un procedimiento que se debió haber hecho desde la semana pasada y por la gripa sensacional que me dio lo ha atrasado y cambiado un poco los planes para que todo sea como el Señor quiera. ¡Qué poco entendemos a nuestro Dios! Estamos, o por lo menos lo digo por mí, como los Apóstoles, pero tengo la confianza puesta en el Señor y sé que sus planes siempre son perfectos. Por este motivo, el pequeño pensamiento, que ha llegado todos los días, a veces a una hora y a veces a otra, se dejará de publicar unos días, tal vez una semana o menos, debido a que el procedimiento se realiza por medio de una arteria de la mano a la altura de la muñeca y hay que cuidar de no mover ésta por unos días, así que no podré escribir, ni manejar ni... bueno, algunas cosas más.
Sabemos que quien se decide a ponerse al servicio del Señor, no emprende un camino fácil y no lo digo sólo por mí, sino por todos los que queremos ser discípulos–misioneros de Cristo y vivimos así, a la sorpresa de Dios. Cuando veo relatos del Evangelio como éste, experimento la sensación de que los Apóstoles verdaderamente nos representan junto a Jesús. Ellos van por la vida distraídos, obtusos, con miedos, sin poder entender la grandeza de la Cruz y peleando un lugar asegurado en su Reino y que sea el primero. En su Pasión, a la que alude Jesús en el Evangelio de hoy, él se hizo el último, el servidor. Así, el anuncio de la cruz no es sólo para él, sino también para nosotros que hemos de llevarla no a nuestro modo, sino al de él, que murió y se entregó por nosotros (cf. 2 Cor 5,15). No hay otro camino para seguir a Jesús que el de cargar la cruz, pasar por la muerte para llegar a la vida. Toda la vida de Nuestro Señor estará en esa actitud de entrega por los demás para salvarnos. Cuando abrazamos la cruz, podrá haber inquietudes, miedos, dudas, perplejidades pero habrá confianza en él, que ya pasó por eso para alcanzarnos la vida eterna, pero para eso, para alcanzar esa confianza se necesita ser el último, como el niño pequeño, que muchas veces no pregunta y aún con miedo se deja conducir con docilidad y entonces veo que el Señor busca tiempo para estar con nosotros y por eso me ha regalado en estos días en que los médicos me han pedido reposo una oración pausada y libre, un rezo de la Liturgia de las Horas saboreado, un rosario con María al amanecer de cada día... ¡Dios no se equivoca! ¡Qué excelente preparación me ha regalado el Señor para iniciar mañana la Cuaresma! ¡Él tiene sus caminos y siempre son para nuestro bien! No pasaré el Miércoles de Ceniza como me gusta, confesando todo el día, sino como el Señor quiere, confesando mi fe y mi confianza en él en una sala de hospital.
Por otra parte, ayer me di cuenta que no comenté nada de alguno de los santos del día, me envolvió el Evangelio y no dejé espacio para hablar de San Modesto, San Ethelberto de Kent o de Santo Toribio Romo y no quiero que ahora me pase lo mismo. Entre los santos y beatos que la Iglesia celebra hoy está el beato Sebastián de Aparicio, que, siendo pastor de ovejas, pasó de España a México, donde reunió con su trabajo una notable fortuna con la que ayudó a los pobres y, habiendo enviudado dos veces, fue recibido como hermano en la Orden de los Hermanos Menores, en la cual falleció casi centenario. Pero quiero detenerme en un pasaje de su vida en donde Sebastián enfermó. La peste bubónica lo hizo presa en su cuerpo adolescente. A sus pocos años no tenía esperanza de vida. Para evitar el contagio lo aislaron en una especie de choza solitaria en el monte. Eran las exigencias sanitarias de aquella época. Todos los días, para que no muriera de hambre, su madre le llevaba queso, un trozo de pan, leche y un poco de agua. La constante protección de Dios oye los ruegos del pequeño y la incesante oración de su madre. La puerta de la casucha donde yacía Sebastián se quedó una noche entreabierta. Un se acercó sigiloso. El olor de la carne febricitante e infecta lo atrajo de manera irresistible. Entró en la estancia, olfateó con ansiedad su presa, y clavó sus dientes vigorosos en el tumor maligno. Su lengua golosa se entretuvo en lamer la herida purulenta. El animal se marchó satisfecho. Al recordar Sebastián por la mañana lo que a veces aún ya mayor le parece habrá sido una pesadilla, despareció la fiebre. Sebastián quedó curado. ¿Milagro? Providencia de Dios para con el que se sabe pequeño y necesitado de Dios. Que María Santísima nos ayude a nosotros también a no buscar los primeros lugares, sino a sentirnos pequeños, pobres y necesitados de Dios. ¡Me encomiendo a sus oraciones y muy bendecido martes!
Padre Alfredo.
P.D. AVISO DE ÚLTIMA HORA:
Definitivamente los caminos de Dios no son los nuestros. Mi cateterismo se suspendió a última hora por reparaciones esenciales que tienen que hacer en las salas de operación y he sido reprogramado para este próximo LUNES 2 DE MARZO a las 10 de la mañana en el Hospital Universitario. Yo creo que Dios quiere que estos días estemos unidos en oración y que este padrecito andariego ofrezca el sacrificio de estar en calma —como pulga amarrada— hasta el lunes. Así, seguiré escribiendo estos días compartiendo mi rato de la oración matutina.
GRACIAS, MIL GRACIAS A TODOS POR SUS ORACIONES Y A CAMBIO VA MI BENDICIÓN.
P.D. AVISO DE ÚLTIMA HORA:
Definitivamente los caminos de Dios no son los nuestros. Mi cateterismo se suspendió a última hora por reparaciones esenciales que tienen que hacer en las salas de operación y he sido reprogramado para este próximo LUNES 2 DE MARZO a las 10 de la mañana en el Hospital Universitario. Yo creo que Dios quiere que estos días estemos unidos en oración y que este padrecito andariego ofrezca el sacrificio de estar en calma —como pulga amarrada— hasta el lunes. Así, seguiré escribiendo estos días compartiendo mi rato de la oración matutina.
GRACIAS, MIL GRACIAS A TODOS POR SUS ORACIONES Y A CAMBIO VA MI BENDICIÓN.
Sigues en nuestras oraciones Padre, ánimo que todo saldrá muy bien.
ResponderEliminara en el Hospital Universitario. Yo creo que Dios quiere que estos días estemos unidos en oración y que este padrecito andariego ofrezca el sacrificio de estar en calma —como pulga amarrada— hasta e datafellows.net/reclamo-zurich-seguros/
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