El miércoles 12 de febrero de este 2020, vio la luz la Exhortación Postsinodal «Querida Amazonia» del Papa Francisco, fruto del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica «Amazonia: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una ecología integral» que fue celebrado en el Vaticano del 6 al 27 de octubre de 2019.
El Papa explica, en la introducción del documento que busca expresar las resonancias que el Sínodo provocó en él. En esa reunión participaron 28 cardenales, 29 arzobispos, 62 obispos residenciales, 7 auxiliares, 27 vicarios apostólicos y 10 obispos prelados, 21 no obispos, incluidos diocesanos y religiosos. Además de los invitados expertos en el tema y 55 auditores y auditoras, contando además en esta ocasión con representantes de diferentes pueblos originarios y grupos étnicos indígenas.
En este documento, el Papa divide en capítulos cuatro grandes sueños que tiene para la región sudamericana: un sueño social, un sueño cultural, un sueño ecológico y un sueño eclesial. He aquí un resumen de cada uno de estos sueños:
Un sueño social:
Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida; una Amazonia que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un «buen vivir».
El Papa recuerda que, para los pueblos amazónicos, las relaciones humanas «están impregnadas por la naturaleza circundante». Por esta razón, escribe que viven como un verdadero «desarraigo» cuando son «obligados a emigrar a la ciudad». En el punto 10, el Papa denuncia «las peores formas de esclavitud, de sometimiento y miseria» con los indígenas cuando emigran a las ciudades.
El Papa denuncia el mal de la corrupción que envenena al Estado y sus instituciones. Y espera que la Amazonia se convierta en «un lugar de diálogo social», en primer lugar, «con los últimos». La de los pobres, advierte Francisco, ha de ser «la voz más potente» en la Amazonia.
Un sueño cultural:
Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana. En el punto 28, el Papa invita a promover la Amazonía, pero aclara que “esto no implica colonizarla culturalmente sino ayudar a que ella misma saque lo mejor de sí.
«El asunto —afirma el Papa— es promover la Amazonia: cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir. Así como hay potencialidades en la naturaleza que podrían perderse para siempre, lo mismo puede ocurrir con culturas que tienen un mensaje todavía no escuchado y que hoy están amenazadas más que nunca».
Para el Santo Padre es urgente «cuidar las raíces». Citando a Laudato si y Christus vivit, subraya que la «visión consumista del ser humano» tiende a «homogeneizar las culturas» y esto repercute especialmente en los jóvenes. La diversidad no es «una frontera», sino «un puente», y dice no a un «indigenismo completamente cerrado».
Un sueño ecológico:
Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas.
El cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde «la selva no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con quienes relacionarse». La sabiduría de los pueblos originarios de la Amazonia «inspira el cuidado y el respeto por la creación, con conciencia clara de sus límites, prohibiendo su abuso».
Para el Santo Padre, es urgente escuchar «el grito de la Amazonia». Escuchando a los pueblos originarios, subraya que podemos amar a la Amazonia «y no solo utilizarla»; que podemos encontrar en ella «un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos». «Aprendiendo de los pueblos originarios podemos contemplar la Amazonía y no solo analizarla, para reconocer ese misterio precioso que nos supera. Podemos amarla y no solo utilizarla, para que el amor despierte un interés hondo y sincero. Es más, podemos sentirnos íntimamente unidos a ella y no solo defenderla, y entonces la Amazonía se volverá nuestra como una madre», explica en el punto 55.
Un sueño eclesial:
Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos.
La Iglesia está llamada a caminar con los pueblos de la Amazonia. la tarea misionera, si quiere desarrollar una Iglesia con rostro amazónico, necesita crecer en una cultura del encuentro hacia una «pluriforme armonía» Pero para que sea posible esta encarnación de la Iglesia y del Evangelio debe resonar, una y otra vez, el gran anuncio misionero. Para ello, Francisco desarrolla una serie de propuestas concretas afirmando que esta inculturación, dada la situación de pobreza y abandono de tantos habitantes de la Amazonia, necesariamente tendrá que tener un perfume marcadamente social y caracterizarse por una firme defensa de los derechos humanos.
Sobre la «acuciante necesidad» de sacerdotes, exhorta en el punto 90 «a todos los obispos, en especial a los de América Latina, no solo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia» y los invita a revisar la formación de los sacerdotes. Se necesitan sacerdotes, pero esto no excluye que ordinariamente los diáconos permanentes —que deberían ser muchos más en la Amazonia—, las religiosas y los mismos laicos asuman responsabilidades importantes para el crecimiento de las comunidades y que maduren en el ejercicio de esas funciones gracias a un acompañamiento adecuado.
El Santo Padre dedica en el documento, un espacio propio a la fuerza y al don de las mujeres. Reconoce que en la Amazonia algunas comunidades se han mantenido solo «gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas». Sin embargo, advierte que no se debe reducir la Iglesia a «estructuras funcionales”»Si este fuera el caso, de hecho, solo se les daría un papel si tuvieran acceso al Orden Sagrado. Para el Papa la clericalización de la mujer debe ser rechazada, aceptando en cambio la contribución según el modo femenino que prolonga «la fuerza y la ternura de María».
El documento termina con una bellísima oración a la Virgen María:
Madre de la vida,
en tu seno materno se fue formando Jesús,
que es el Señor de todo lo que existe.
Resucitado, Él te transformó con su luz
y te hizo reina de toda la creación.
Por eso te pedimos que reines, María,
en el corazón palpitante de la Amazonia.
Muéstrate como madre de todas las creaturas,
en la belleza de las flores, de los ríos,
del gran río que la atraviesa
y de todo lo que vibra en sus selvas.
Cuida con tu cariño esa explosión de hermosura.
Pide a Jesús que derrame todo su amor
en los hombres y en las mujeres que allí habitan,
para que sepan admirarla y cuidarla.
Haz nacer a tu hijo en sus corazones
para que Él brille en la Amazonia,
en sus pueblos y en sus culturas,
con la luz de su Palabra, con el consuelo de su amor,
con su mensaje de fraternidad y de justicia.
Que en cada Eucaristía
se eleve también tanta maravilla
para la gloria del Padre.
Madre, mira a los pobres de la Amazonia,
porque su hogar está siendo destruido
por intereses mezquinos.
¡Cuánto dolor y cuánta miseria,
cuánto abandono y cuánto atropello
en esta tierra bendita,
desbordante de vida!
Toca la sensibilidad de los poderosos
porque aunque sentimos que ya es tarde
nos llamas a salvar
lo que todavía vive.
Madre del corazón traspasado
que sufres en tus hijos ultrajados
y en la naturaleza herida,
reina tú en la Amazonia
junto con tu hijo.
Reina para que nadie más se sienta dueño
de la obra de Dios.
En ti confiamos, Madre de la vida
no nos abandones
en esta hora oscura.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario