jueves, 19 de abril de 2018

«El dinamismo de la Pascua»... Un pequeño pensamiento para hoy


¡Qué increíble es el dinamismo de la Pascua! Gracias a la resurrección de Jesucristo y al ánimo que este hecho extraordinario sembró en el corazón de aquellos primeros discípulos–misioneros, la Buena Nueva se extendió con una rapidez increíble. El mandato que Cristo había dado a los Apóstoles de llevar el Evangelio a todos los rincones de la tierra bautizando a todos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19; Mc 16,15; Lc 24,47-48) alentó a gente como el diácono Felipe (Hch 8, 26-40) que sin perder tiempo convertirá a un etíope, un alto funcionario de la Reina de Etiopía y a pocos días de la resurrección del Señor Jesús, habrá ya un cristiano que seguramente se hará discípulo–misionero en las tierras donde ahora está Sudán, al sur del río Nilo, en pleno corazón del África... ¿Qué harían estos hombres y mujeres maravillosos, los primeros cristianos con aquel entusiasmo si estuvieran ahora? Ayer en dos horas y media ya estaba en Holanda después de haberme despedido de la Ciudad Eterna en Italia, esperé poco más de una hora el avión que me traería a la tierra a donde la Virgen Morena, también llena del gozo de la resurrección de su Hijo que es de ayer, de hoy y de siempre, vino a sembrar la fe y ya estoy en mi México lindo y querido, recibiendo la triste noticia de que le fue arrebatada la vida a un sacerdote en Cuautitlán Izcalli dentro del Templo en el que se encontraba. No conocí al padre Rubén Alcántara Díaz, pero como si lo conociera... ¡Es un hermano en el sacerdocio y en la fe! 

Así ha de ser hecha realidad la promesa de la evangelización de América, de África y de otros continentes. ¡Cómo dice un canto muy conocido: «Entre persecuciones la Iglesia nació, bañada en sangre de mártires»! Y ciertamente, desde aquellos primeros tiempos, todo aquel que se lanza a cumplir el mandato del Señor, es un mártir en potencia, como Esteban a quien le fue arrebatada la vida o como Felipe, que se arriesga a ir más allá traspasando fronteras y culturas ¡Anoche, en Amsterdam pensaba: ¡Cuántos misioneros holandeses hace tantos años salían de estas tierras hoy descristianizadas a llevar la Buena Nueva a tantos y tantos lugares alejados del mundo! ¡El número de misioneros que Holanda dio es incontable! Pero... ¿dónde está ahora nuestro fervor y nuestra valentía, no la de unos cuantos sino la de todos como aquellos primeros consagrados y laicos? Mientras avanzaba por los pasillos larguísimos de ese fenomenal aeropuerto de Schiphol, se cruzaban ante mis ojos las conocidísimas marcas de vestidos, bolsos, perfumes, relojes y demás artilugios que cautivando la mirada de miles de viajeros parecen seducirnos en el que es el quinto aeropuerto con más tiendas de calidad en el mundo como diciendo: «¡Yo te haré feliz»! Cuando más bien tantos y tantos cristianos que pasamos por el lugar deberíamos dejarnos cautivar por la alegría y el dinamismo interior de los Hechos de los Apóstoles que leemos en el mundo entero en estos días y mostrarlo al mundo... ¡un verdadero dinamismo pascual que sí hace feliz! Aquel etíope atendió de buen grado al comentario que el catequista Felipe le ofreció sobre el fragmento de Is 53... ¡iba de viaje! La dificultad de aquel converso para comprender el texto desde la óptica cristiana refleja probablemente uno de los problemas de interpretación cristiana del Antiguo Testamento en la comunidad primitiva: «¿De quién dice eso el profeta: de sí mismo o de otro?». Sin embargo, la catequesis, la «doctrina apostólica» (Hch 2,42) ayuda a encontrar un significado cristiano en los textos más significativos del Antiguo Testamento. Y Felipe, como tantas veces había hecho Jesús, ofrece a su discípulo una catequesis itinerante que desemboca en el bautismo, de la misma manera que el camino de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35) había terminado en la eucaristía y el etíope queda, como aquellos dos de Emaús, lleno de alegría: «¡Con razón nuestro corazón ardía!» (Lc 24,32) . 

Los gestos sacramentales que en la Iglesia realizamos, realizan lo que la palabra proclama: el etíope recibe el bautismo porque ha acogido antes, en su corazón, con la sencillez de quien escucha, la palabra de Dios, y nace a la nueva vida cristiana. Pero su camino toma un nuevo sentido y su vida cambia aún antes de recibir el bautismo... ¡sólo por el encuentro con un cristiano! El ser y quehacer de aquel hombre toma un sentido de alegría porque ha encontrado la plenitud de la salvación de Dios oyendo hablar de Cristo Jesús. Todos los que escuchan con atención la Palabra de Dios, se dejarán alcanzar por Jesús, como el etíope, como los de Emaús, como la Magdalena, como los primeros cristianos, los santos de ayer y de hoy, como con los pasajeros que sin conocer traté de dejarles algo del gozo de Dios ayer y hoy... nosotros somos testigos del Resucitado con una sonrisa, un pequeño gesto de caridad, una orientación al que no conoce la lengua o el lugar... «Nadie puede venir a mí si el Padre, que me ha enviado, no le atrae» dice Jesús (Jn 6,44-52). En los profetas está escrito: «Serán todos enseñados por Dios mismo». Sin entrar en ninguna controversia, Jesús afirma buenamente que el papel de la «gracia» es de iniciativa divina y el papel de la «libertad», es correspondencia humana... ¡Sí, hasta dar la vida o arriesgarse a que nos la arrebaten! Bendecido jueves acompañando a Jesús en la Eucaristía. 

Padre Alfredo.

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