Quiero ahora compartir un poco de la vida de la hermana Sisilia, a quien conocí en Roma y de quien guardo una muy buena impresión. La hermana «Sisil» como la conocíamos muchos, fue llamada por el Señor después de un tiempo de enfermedad en el que la fue preparando para la entrada en las nupcias eternas.
Sisil nació en Bandung, Indonesia, el 20 de febrero de 1978, en el seno de una familia profundamente católica, fue la tercera de los cuatro hijos del Sr. Priyo Budisantoso y de la Sra. Irene Mirna; personas de una grandísima fe y activa participación en la vida parroquial de su comunidad.
La hermana Sisil fue bautizada el día 4 de junio de 1978 en la Parroquia de San Pablo, Diócesis de Bandung; hizo su Primera Comunión el 9 de febrero de 1986, y el sacramento de la confirmación el 7 de septiembre de 1997, en la misma parroquia.
Desde su juventud, Sisil se distinguió por ser muy alegre, activa en los grupos y organizaciones con su gran capacidad de liderazgo, y siempre en forma educada y bondadosa.
Habiendo culminado sus estudios de Psicología en la ciudad de Bandung, ingresó a la Congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento el 12 de enero de 2002 en la ciudad de Jakarta, Indonesia. Allí comenzó su formación en la Vida Consagrada. Hizo su noviciado en Madiun, iniciándolo el 3 de diciembre de 2002, de allí fue enviada a la Casa General en Roma el 9 de marzo de 2004, para continuar su formación. Allí en Roma hizo sus primeros votos el 12 de diciembre de 2004 en la casa de Garampi y sus votos perpetuos el día 7 de diciembre de 2010, en Indonesia, en la comunidad de Jakarta.
En el año 2009, realizó una especialización en Psicología, obteniendo una licenciatura en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, con óptimos resultados.
Sisil fue una misionera llena de caridad, generosa y amante de su vida de consagración; se distinguió por ser un alma pacífica y pacificadora, armonizando cada momento, no sólo con la música y la hermosa voz que Dios le regaló, sino especialmente con su luminosa sonrisa y su actitud siempre afable y positiva. Dedicada y responsable en todo cuanto se le pedía, se entregaba con sencillez y alegría al estilo de la Beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, cuya doctrina se esforzó en conocer y hacer vida en todo momento. Era un alma muy profunda en sus reflexiones y lo expresaba elocuentemente a través de la música con hermosas composiciones e interpretaciones.
Desde sus primeros años de vida religiosa, el Señor la visitó con la cruz de la enfermedad, que siempre abrazó con amor y generosidad, aceptando serenamente la voluntad de Dios y ofreciendo todo en su calidad de misionera. En el año 2012, cuando su vida parecía culminar a causa de la disfuncionalidad renal, apoyada incluso durante más de un año con diálisis, tuvo la gracia de recibir un trasplante de riñón, que le devolvió la vida durante estos últimos cinco años.
Durante este periodo formó parte de la comunidad de Villa María Inés en Roma, distinguiéndose por su entera disponibilidad a cualquier servicio: sacristana, encargada del coro y después responsable de los grupos de peregrinos y huéspedes, los cuales pudieron llevarse el perfume de su gran testimonio como religiosa alegre, jovial, precisa y entregada a la misión. Allí me tocó saludarla varias veces, sobre todo en el año 2016 cuando por motivos de enfermedad, fui trasladado de Sierra Leona a Italia para restablecerme antes de volver a México. Recuerdo su hermosa voz y su sonrisa, además de su buen trato hacia mí y hacia todos los huéspedes que esos días llegaban.
En los meses de mayo y junio de 2017, la hermana Sisil manifestaba extremo cansancio y malestares en general, por lo cual fue hospitalizada el 16 de junio en el Policlínico A. Gemelli, con la finalidad de realizarle los estudios necesarios para encontrar las causas. Después de una biopsia no había dudas: estaba siendo atacada por un linfoma agresivo, del cual se vino una leucemia, que desencadenó en un shock séptico, por lo mismo fue llevada a Reanimación, mas al no responder su organismo a las terapias, culminó con una insuficiencia multiorgánica.
Después de doce días en Reanimación, entregó su alma al Señor, desde la cruz de su lecho de dolor, hasta la presencia misericordiosa del Esposo Divino resucitado. Era el viernes 28 de julio de 2017. El Dueño de la vida la encontró lista para las nupcias eternas y la llamó a su presencia para siempre. Acompañada por sus padres, su hermana mayor, la superiora general de las Misioneras Clarisas y algunas de sus hermanas de su comunidad, se entregó por entero al Divino Esposo en un profundo acto de amor. Su vida, que desde hacía tiempo se consumía en el altar del dolor y en el lecho de la enfermedad, se conformó totalmente a Cristo, abrazando con Él la cruz que le abriría las puertas de la eternidad.
Cuando contemplamos la enfermedad de cerca, ya sea en uno mismo o en alguien cercano, como Sisil, nos damos cuenta de lo débiles que somos y de lo necesitados que estamos, no sólo de la ayuda divina, sino de cada uno de nuestros hermanos que hace algo por nosotros. Con cuánta gratitud dejó esta gran misionera este mundo. Agradecida con Dios por el don de la vida, agradecida por los dones recibidos, como el de amar la música como expresión del mismo amor de Dios, agradecida con su familia y sus hermanas de comunidad, agradecida con tantas oraciones que alrededor del mundo se hicieron por ella. Había dejado su natal Indonesia para entregarse de lleno al Señor y Él la tomó como suya definitivamente. El sufrir durante varios años, fue para la hermana una oportunidad de ir preparando el encuentro defintivo. Descanse en paz la hermana Sisilia Rizky Indriani.
Padre Alfredo.
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