Conocí a la hermana Ana Elena Díaz de León cuando era yo seminarista y la ví algunas otras veces siendo yo un joven sacerdote. La recuerdo mucho en la Casa de la Villa, en Ciudad de México y no olvido sus ojos expresivos que dejaban ver la sencillez de su corazón misionero. El 16 de marzo de 1995 fue llamada por el Padre Celestial a dejar este mundo para partir a la Patria Eterna y quiero recordar ahora algunos datos de su ejemplar vida misionera.
Ana Elena nació el 5 de enero de 1932 en la Ciudad de México e ingresó a la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento el 29 de junio de 1953 iniciando su formación a la vida religiosa ese mismo día en que ingresó. Inició su noviciado el 14 de febrero de 1954 para continuar así con su formación inicial y hacer su profesión religiosa el 8 de diciembre de 1955 en la Casa Madre de la congregación en Cuernavaca Morelos.
Después de esto fue enviada a África, en donde con todo el fuego de la misión se entregó de lleno al apostolado conquistando muchas almas para Cristo. El 27 de octubre de 1961 hizo su profesión religiosa allá mismo ante la beata María Inés Teresa Arias, que le concedió el regalo de viajar hasta allá a ver a sus hijas Misioneras Clarisas y tener la ceremonia en esa hermosa y fructífera tierra de misión.
Desde sus inicios en el camino de la vida consagrada la hermana Ana Elena se distinguió por su sencillez, alegría y entusiasmo, siendo ejemplar en la vida ordinaria, ya sea en las actividades de casa como en el apostolado.
Fue muy amante de la Santísima Virgen María, de quien calcó en su vida las virtudes de la obediencia, la amabilidad, la sinceridad y la fidelidad.
Muy firme en sus convicciones plasmó en su corazón las constituciones de las Misioneras Clarisas y se entregó de lleno a la misión en donde fue destinada. Estuvo en África, en Costa Rica, en Estados Unidos en California y en la región de México en Cuernavaca y Ciudad de México.
Descanse en paz la hermana Ana Elena Díaz de León.
Padre Alfredo.
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