En 1903 al morir León XIII fue convocado a Roma para elegir al nuevo Pontífice. En Roma no era candidato para algunos por no hablar francés y él mismo se consideraba indigno de tal nombramiento. Los Cardenales se inclinaron por él, quien suplicó que no lo eligieran, hasta que una noche una comisión de Cardenales lo visitó para hacerle ver que no aceptar el nombramiento era no aceptar la voluntad de Dios. Aceptó convencido de que si Dios da un cargo, da las gracias necesarias para llevarlo a cabo. Escogió el nombre de «Pío» inspirado en que los Papas que eligieron ese nombre habían sufrido por defender la religión. El Papa Pío X tuvo tres grandes características: a) La pobreza: fue un Papa pobre que nunca fue servido más que por dos de sus hermanas para las que tuvo que solicitar una pensión para que no se quedaran en la miseria a la hora de su muerte; b) La humildad: Siempre se sintió indigno del cargo de Papa e incluso no permitía lujos excesivos en sus recámaras y en sus cosas de uso personal; c) La bondad: Nunca fue difícil tratar él pues siempre estaba de buen humor y dispuesto a mostrarse como padre bondadosos con quien necesitara de él. Pío X fue el Papa que decretó la autorización para que los niños pudieran recibir la comunión desde el momento en que entendiera quién es el que está en la Santa Hostia Consagrada. Este decreto le valió ser llamado el Papa de la Eucaristía. Murió el 21 de agosto de 1914 después de once años de pontificado.
El Papa Pío X fue un hombre que supo hacer vida el Evangelio, y en concreto el trocito del mismo que hoy la Liturgia de la Palabra nos propone en Mt 22,34-40, el amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente y al prójimo como a sí mismo. Estos dos mandamientos, que Jesús coloca como el eje de toda la Escritura, marcan en primer lugar la actitud filial con respecto a Dios y la solidaridad interhumana como los fundamentos de toda la vida del discípulo–misionero. Incluso, la adecuada interpretación de la Escritura (Ley y Profetas) depende de que sean comprendidos y asumidos estos dos imperativos éticos. El Papa Pío X, llevado por esto, supo defender las herejías y los ataques a la Iglesia en sus tiempos. La autenticidad de un discípulo–misionero de Cristo requiere la unidad de la persona, el estar bien centrados en lo que es medular. Jesús lo resume muy bien: Amor y amor; a Dios y al otro. Cierto es que la palabra amor siempre ha estado como desgastada en la sociedad, en la de los tiempos de Pío X y en los nuestros. La mistifican tantas canciones, abusan de ella tantos hombres de discursos y lo que se necesita es hacerla vida como lo hizo san Pío X y María Santísima, a quien siempre al final de cada una de nuestras reflexiones invocamos con un excelente ejemplo a seguir. ¡Quién como ella para amar a Dios con todo y al prójimo como a ella misma! ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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