El Papa San Juan Pablo II responde a esta pregunta: «El Rosario es la oración de la madurez espiritual porque es una oración completa, bíblica, cristocéntrica, resumen de toda la liturgia, aconsejada por 43 Papas, apoyada por el Concilio Vaticano II, recomendada expresamente por el documento de Pueblo, querida por los Santos, practicada por toda clase de personas y generadora de muchísimos bienes» (Brasil 1980).
¿QUÉ ES EL ROSARIO?
Es la devoción a la Santísima Virgen María —autorizada y reglamentada por la Iglesia— que consiste en el rezo de ciento cincuenta Avemarías, agrupadas en 20 decenas, rezándose al principio de cada decena un Padrenuestro y al final un Gloria, estando dedicada cada decena a la consideración de un Misterio de la vida de Jesús y de María. Estos misterios se dividen en cuatro grupos de cinco: Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos. Se llama también Rosario al rezo de una cuarta parte, es decir, cinco decenas en la que —según el día— se medita uno de los cuatro grupos de Misterios, siendo ésta la forma más común de su rezo actualmente. Rosario es también el nombre que damos a la sarta de cuentas —camándula— que sirve para rezarlo.
¿QUÉ QUIERE DECIR ROSARIO?
La palabra «Rosario» viene de rosa. Metafóricamente se traduce por corona de rosas, ramillete de rosas, jardín de rosas... Hace muchos siglos nació en Grecia la costumbre de coronar con laurel al triunfador de alguna competencia y con rosas a quien se quería honrar. Con la devoción del Santo Rosario, se honra la Santísima Virgen ofreciéndole un ramillete o corona de rosas místicas, es decir, oraciones, alabanzas y súplicas.
¿POR QUÉ DOSCIENTAS AVEMARÍAS?
Desde los primeros siglos de la Iglesia, los ciento cincuenta salmos —el Salterio— han sido parte esencial de la oración eclesial. Como para los seglares era difícil rezarlos, se inició la costumbre de unirse «espiritualmente» a los religiosos rezando ciento cincuenta oraciones. Costumbre que también se utilizó para honrar a Nuestra Señor. Así nació el «Salterio de la Virgen» que posteriormente se convertiría en el Rosario, al cual el Papa San Juan Pablo II le añadió los misterios «luminosos», haciendo un total de 200 Avemarías.
¿QUÉ CONVIRTIÓ AL ROSARIO EN UNA DEVOCIÓN UNIVERSAL?
Santo Domingo de Guzmán y la Orden de Predicadores por él fundada, dieron al Rosario su forma actual y lo extendieron por todo el mundo después que Santo Domingo —guiado por la Virgen Santísima— utilizó con éxito esta devoción en la lucha contra la herejía. Historia que se repitió en muchas ocasiones, como cuando el Papa San Pío V, consciente del poder de esta devoción, la utilizó en auxilio de la civilización cristiana en peligro de ser destruida. EL triunfo así obtenido es la batalla de Lepanto (1571), reforzó mucho esta devoción.
¿POR QUÉ REZAR TODOS LOS DÍAS EL ROSARIO?
1. Porque con él honramos a la Santísima Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, uniéndonos a todas las generaciones que la llaman «bendita entre todas las mujeres».
2. Porque pidiéndole cincuenta veces cada día a la Madre de Dios que ruegue por nosotros, «ahora y en la hora de nuestra muerte» podemos estar seguros que contaremos con Ella.
3. Porque sus oraciones se nutren de la Palabra de Dios, la cual no vuelve a Él sin producir el fruto para el que fue dicha.
4. Porque la meditación frecuente de sus Misterios —Breviario del Evangelio— alimenta nuestra fe y nos da normas de vida cristiana.
5. Porque es «Escuela de oración» en la que nos unimos a la Santísima Virgen y Ella nos ayuda y enseña a elevar nuestra mente y corazón a Dios.
6. Porque en Fátima, Nuestra Señora nos pide que lo recemos todos los días.
7. Porque el Papa recomienda que lo recemos y nos da ejemplo rezándolo él.
8. Porque a lo largo de muchos siglos, ha demostrado ser arma poderosa y fuente de innumerables gracias para quienes lo rezan.
9. Porque la disciplina y esfuerzo de rezarlo y meditarlo es un hermoso acto de penitencia que podemos ofrecer a Dios, por manos de María.
10. Porque al ser una oración sencilla y humilde, es arma que contrarresta las armas del maligno como son el orgullo y la soberbia.
11. Porque si se reza en la Iglesia, en familia o en una asociación piadosa, y se cumple con los requisitos de Confesión, Comunión y oración por el Santo Padre, quien lo reza puede ganar una indulgencia plenaria cada día, para sí mismo, o para las almas del Purgatorio.
12. Porque nos dice el beato Alano de Rupe que la Virgen María, Reina del Santísimo Rosario, ha hecho valiosas promesas a quienes lo recen y amen.
*Adaptado de un artículo del Ejército Azul de Nuestra Señora del Rosario de Fátima.
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