Catalina fue una mujer enamorada de su vocación a la vida religiosa y misionera, con grandes sueños por vivir el ideal misionero. Luchó para mantenerse fiel al llamado del Señor, pues sus padres estaban en contra de su vocación queriéndola casar, a la usanza de aquellos tiempos en el Japón budista y sintoísta. Catalina rogó a sus superioras que la enviaran a cualquier casa y trabajo apostólico para salvar su vocación, cosa que a lo largo de su corta vida consagrada, agradeció. Pues murió el 7 de mayo de 1966 muy joven.
Fue una misionera con un gran amor a la pobreza, que nunca confundió con el descuido, pues todas su ropa y sus cosas estaban siempre limpias y bien cuidadas. Remendaba su ropa haciéndola durar lo más posible antes de pedir algo nuevo.
Su amor al Santísimo Sacramento la mantuvo firme en su fe y en la vocación. Puntualmente estaba en todos los actos que se desarrollaban en la capilla, siempre llegaba primero y sus ratos libres los pasaba con Jesús Sacramentado. El Señor la llamó muy pronto pero su ejemplo de vida dejó huella en quienes le conocieron y convivieron con ella.
Descanse en paz la hermana Catalina Takizawa.
Padre Alfredo.
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