¡Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad
porque pones, con amor
sobre espinas de dolor,
rosas de conformidad!
No quiero que en mi cantar
mi pena se transparente;
quiero sufrir y callar;
no quiero dar a la gente
migajas de mi pesar.
Tú sólo, Dios y Señor,
Tú que por amor me hieres;
Tú que por inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres.
Tú solo lo has de saber;
que sólo quiero contar
mi secreto padecer
a quien lo ha de comprender
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