Allá por los años 70's, la beata María Inés fijó su mirada en la parte del estado de Chiapas, en México, en concreto en la tierra que habitan nuestros hermanos de las etnias de los tseltales y tsotsiles, dos etnias emparentadas entre sí. Con la inspiración de Dios y su intuición, la beata estableció en el paraje que ella bautizó con el nombre de «La Florecilla», una misión permanente que, hasta la fecha, se mantiene como un don de Dios venido de lo alto y que se extendió a San Cristobal de las Casas en una escuela-granja que es un internado para la formación integral y promoción de las mujeres de estas etnias chiapanecas.
Desde la llegada de las primeras Misioneras Clarisas a esos parajes, empezaron a surgir vocaciones a la vida consagrada que la beata recibió, formó y entusiasmó para animarlas a evangelizar sus comunidades con el testimonio de sus desposorios con Cristo. Una de esas misioneras de origen chiapaneco y de estas etnias en concreto, fue la hermana Manuelita, de quien ahora compartiré algunos trozos de su vida.
Manuela González Sánchez nació el 10 de abril de 1963 en San Pedro Nichtalucum, Municipio del Bosque, Distrito Simojovel de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. Estudió la educación primaria en el internado que la beata María Inés había fundado. Allí, gracias al contacto con las hermanas Misioneras Clarisas y a su testimonio alegre de vida consagrada, descubrió su llamado e ingresó a este Instituto misionero el 15 de agosto de 1981. Los primeros tres años de su ingreso los transcurrió en la casa de la Escuela Granja, de donde pasó a La Florecilla.
Inició su Noviciado el 09 de enero de 1982 y emitió los Votos Temporales el 22 de mayo de 1985 e inmediatamente después de su profesión religiosa tomó el Curso Superior de Religión en la Casa Noviciado de Cuernavaca, Morelos así como el Curso Fundamental Teológico-pedagógico. Ya siendo religiosa estudió también la Secundaria y la Preparatoria con la Carrera Técnica en Informática. El año de 1985-1986. Al terminar estos estudios, colaboró durante dos años como enseñante en la Escuela Primaria de La Florecilla. El 10 de julio de 1991, Manuelita se consagró de por vida haciendo su Profesión Perpetu de castidad, pobreza y obediencia. En Acapulco, Guerrero, durante los años de 1994 a 1997, tomó el Curso de Iniciación para Catequistas que ofrecía la arquidiócesis a religioso y laicos que quisieran especializarse en esta rama de la formación cristiana. Así, con esa formación que siempre valoró, la hermana Manuelita desplegó sus alas en la labor misionera que realizaba de muy buen gusto a nivel parroquial a donde quiera que fuera, pues aún cuando visitaba a su familia, colaboraba como catequista. Formó parte del personal de diversas comunidades como San Cristobal en la Casa de Formación y en la Escuela Granja, La Florecilla, Buena Vista de Cuellar y Guadalajara.
Entre las diferentes encomiendas que esta excelente misionera tuvo, está el de haber sido Maestra de Novicias en el Noviciado de San Cristobal y Superiora Local. Entusiasta colaboradora de la Nueva Evangelización en la diócesis de San Cristóbal, la hermana Manuelita, prestó sus servicios a través del programa de radio en lengua tsotsil llamado «Caminando con María» y realizaba un importante apostolado en San Juan Chamula y sus alrededores. Apoyaba al Obispo de San Cristobal en la traducción de sus homilías dominicales. Colaboró un tiempo en la diócesis de San Cristobal como coordinadora del Equipo Tsotsil y estaba también nombrada por este equipo promotora vocacional y cada quince días transmitía un programa vocacional con las demás comunidades religiosas, siendo ella la responsable.
Inesperadamente, a primeras horas de la mañana del día 12 de junio de 2014, festividad de nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, en la Casa de Formación de San Cristóbal de las Casas, el Señor la llamó a su divina presencia. Manuelita fue encontrada sin vida en su cama. Dios, Padre bueno y misericordioso, en sus designios amorosos, dispuso que un infarto llevara a sus paternales brazos a esta maravillosa misionera que desempeñó siempre una labor apostólica muy amplia, especialmente en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, entre los suyos.
Descanse en paz nuestra querida Manuelita González Sánchez, que por algo fue llamada a la Casa del Padre precisamente un día de esta fiesta tan misionera de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Que sea recibida en las manos del Padre como ofrenda agradable a sus ojos a través de la Virgen Morenita de Guadalupe a quien tanto amó y quien tanto habló.
Padre Alfredo.
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