jueves, 10 de octubre de 2019

«Consuelo Gutiérrez, una religiosa que supo escuchar»... Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo XXXII

En el verano de 1984 llegué a Roma para iniciar allá mi primer año de noviciado hospedado en la casa de Garampi de nuestras hermanas Misioneras Clarisas, allí conocí a la hermana Consuelo Gutiérrez (1922-2013) de quien quiero compartir ahora, en medio de los recuerdos de aquellos años y de encuentros posteriores con ella en Roma y en Sylmar, California, hasta hace pocos años.

Consuelo Gutiérrez Sandoval nació en Jacona, Michoacan, México el 20 de diciembre de 1922 e ingresó a la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento el 26 de julio de 1949. Inició su noviciado —esa etapa determinante en la vida religiosa en la que se ponen las bases fundamentales para la identidad y la misión del futuro consagrado— el 26 de enero de 1950 y, al año siguiente, el 8 de marzo de 1951, hizo su profesión temporal en su amada congregación.

Durante sus primeros años de vida religiosa, Consuelito sirvió a la Congregación en la ciudad de Puebla, en la Universidad Femenina que en ese entonces tenían las Misioneras Clarisas  y de donde ella guardó siempre hermosos recuerdos que solía compartir y de los cuales me tocó escucharle uno que otro en amenas pláticas en aquellos tiempos de mi noviciado o ya como sacerdote en la Casa de Sylmar, California, en los Estados Unidos. Se gozaba contando que guardaba muchos recuerdos como chofer de la beata María Inés Teresa cuando visitaba alguna de las comunidades en donde ella estuvo en las diversas épocas de su vida consagrada.

La hermana Consuelo profesó sus votos perpetuos el 12 de Mayo de 1955 para quedar así, para siempre, desposada con Cristo. Enviada a Roma, ejerció su tarea misionera en la clínica  ITOR,  un centro de ortopedia que fue la primera clínica en donde nuestras hermanas Misioneras Clarisas de Roma trabajaron a su llegada al corazón de la Iglesia.  Años mas tarde se compró la primera casa en Roma en donde a Consuelo le tocó también estar y en donde se atendía a pacientes egresados de la misma clínica Itor o de otros hospitales; en su mayoría personas de la tercera edad, quienes no podían ser atendidas en sus propias casas; lo que hoy se conoce como un convalescensario que luego se trasladó a la actual casa de Garampi, que ahora lleva el nombre de Villa Agnese, donde esta paciente hermana siguió atendiendo a los pacientes por largo tiempo, distinguiéndose, según testimonios, por su entrega y dedicación a los enfermos, procurando aliviar sus penas físicas, morales, escuchándolos y animándolos a ofrecer sus dolores a Dios por la salvación de las almas.

Ella misma, en sus amenas pláticas, compartía algunos casos difíciles en esta ardua tarea que le toco desempeñar. Contaba, por ejemplo, de un sacerdote que estaba invadido de cáncer y en estado muy avanzado, al grado que aquella situación hacía que despidiera muy mal olor y agradecida con Dios, contaba como es que con gran caridad atendía al enfermo, a pesar de la repugnancia que aquello pudiera haber causado, pues, además de todo, el padre estaba desfigurado por la enfermedad. 

La hermana Consuelo, entre otras cosas, se distinguió por ser una misionera muy práctica y laboriosa en las cosas de casa buscando la forma de hacer el trabajo ligero en favor de los enfermos, además de muy agradecida. Tenia un gran celo apostólico y amaba mucho a la Santísima Virgen, amor que demostraba mediante el rezo del Rosario y el compartir estampitas de la Santísima Virgen hechas por ella misma en sus ratitos en que no corría de un lado a otro en el servicio fiel; esos ratitos que, poco a poco, por el peso de los años, se fueron haciendo más y le dieron la posibilidad de dedicarse a este sencillo apostolado. Todavía entre mis libros, hay una que otra estampita de estas que hacía Consuelito. Gozosa siempre y agradecida por su vocación misionera, celebró sus bodas de plata en el año de 1976.

Luego de sus muchos años en Roma, en ese servicio arduo a los enfermos que después se transformó en la atención a peregrinos que llegaban para ir al Vaticano, y ya entrada en años, la hermana Consuelo fue trasladada a la región de Estados Unidos en donde vivió los últimos 21 años de su vida. Allí estuvo siempre en la casa de Sylmar, en donde mientras pudo, se dedico a ayudar en el jardín, al cuidado de panales de abejas para vender la miel, y al apostolado de la escucha con las personas que llegaba a esa casa de oración a hacer retiro. Allí celebró sus bodas de oro el 12 de mayo de 2001. 

Sus últimos años estuvieron marcados por el dolor y la enfermedad. Durante las ultimas dos semanas estuvo internada en el hospital de San José en la ciudad de Burbank, California, en donde día y noche estuvo acompañada por algunas de sus hermanas Misioneras Clarisas de las distintas comunidades de California para no dejar sola a la hermana enferma que tanto vio por los enfermos. Las hermanas se turnaban para rezarle, cantarle y recordarle la Misericordia de Dios. Allí recibió el sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático del capellán del hospital. Desde el jueves 13 día en que se inicia cada año desde 2012 la novena para celebrar la memoria de la Beata María Ines del Santísimo Sacramento, ya no toleró nada de medicina ni de alimento; la hermana Consuelo entró en la última etapa de su vida entre momentos de lucidez y de inconsciencia debido a su demencia senil, pero ya casi sin poder hablar. Se le entendía una que otra palabra, pero dicen las hermanas que estaban con ella en esos momentos que, cuando le enseñaban la foto de la beata María Inés, pedía que se la acercaran para darle un beso, y se escuchaba entre sus gemidos que balbuceaba, diciendo: —«Es mi madre»— y con ademanes pedía la bendición diciendo: —«Gracias por todo». La hermana Consuelo Gutiérrez entregó su alma al Creador mientras la hermana que estaba acompañándola rezaba con ella las oraciones del ofrecimiento, y a las palabras «Oh María Inmaculada, bonísima Soberana mía, como me regocijo de ser tu esclava de amor», murió en paz a las 9:15 de la mañana del 17 de junio de 2013.

 Descanse en paz la hermana Consuelo Gutiérrez Sandoval.

Padre Alfredo.

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