miércoles, 16 de octubre de 2019

«Confianza en Dios»... Un pequeño pensamiento para hoy


Empiezo mi reflexión de esta mañana, como algunas veces lo hago, con un cuento que me hace entrar en el tema de mi meditación: «Un alpinista se preparó mucho para conquistar el Aconcagua. Conociendo todos los riesgos, inició su travesía sin compañeros, en busca de la gloria sólo para él. Empezó a subir y se fue haciendo tarde y él no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo para llegar a la cima ese mismo día. Pronto la noche cayó con gran pesadez y ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a unos cien metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires. Caía a una velocidad vertiginosa y con la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo...y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos los momentos de su vida, pensaba que iba a morir, pero de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos... Como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba. En esos momentos, suspendido por los aires sin ver absolutamente nada, no le quedo más que gritar: "¡Ayúdame Dios mío, ayúdame Dios mío!". De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: "¿Qué quieres que haga?" Él respondió: "Sálvame, Dios mío". Dios le preguntó: "¿Realmente crees que yo te puedo salvar?" "Por supuesto, Dios mío", respondió. Entonces, corta la cuerda que te sostiene", dijo Dios. Siguió un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y se puso a pensar sobre la propuesta de Dios... Al día siguiente, el equipo de rescate que llegó en su búsqueda, lo encontró muerto, congelado, agarrado con fuerza, con las dos manos a la cuerda, colgado a sólo dos metros del suelo... El alpinista no fue capaz de cortar la cuerda y simplemente, confiar en Dios.

La confianza es un elemento fundamental en toda relación humana y claro, con Dios también. Nuestra relación con Dios puede entrar en conflicto si comenzamos a desconfiar de él cuando las cosas no van por donde pensamos. Definitivamente la lógica de Dios no es la lógica de los hombres. Muchas veces no es que nuestra lógica sea una lógica equivocada sino que nos cuesta aceptar, con nuestro lento aprendizaje y nuestra falta de confianza en él, que Dios actúa con una lógica que no es limitada como la nuestra. Buen número de veces, aunque Dios utiliza muchos y diversos medios, instrumentos, circunstancias, palabras, mensajes, etc, nos cuesta trabajo someternos a lo que él nos dicta. Con frecuencia ante el consejo de Dios que llega por diferentes medios —aunque no sea directamente su voz como en el cuento— surgen preguntas que despiertan la desconfianza: «¿Y por qué?» «¿Quién dijo?» «A mí así no me gusta», etc. Palabras y actitudes que no sólo impiden el avance como hijos de Dios, sino que hacen perder múltiples bendiciones del Señor. En contraste cuando se decide alguien obedecer y confiar en el Señor, llega la bendición. La primera parte del salmo 61 [62], que este miércoles encontramos en el salmo responsorial, insiste en la confianza que hay que tener en Dios: «Sólo en Dios he puesto mi confianza», dice el salmista; «mi confianza es el Señor» afirma y nos lanza una invitación: «Confía siempre en él». Ésta es la clave del éxito en la vida del creyente, afirma en Papa Francisco: «¡La confianza en el Señor, encomendémonos al Señor!... Esta es una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él, porque nunca decepciona. ¡Nunca, nunca! Escuchen bien, chicos y chicas, que inician la vida: Jesús nunca decepciona» (Visita a la parroquia del Sagrado Corazón en Roma el 19 de enero de 2014). 

Hoy, en el Evangelio (Lc 11,42-46), escuchamos tres acusaciones muy duras de Jesús contra los fariseos, y una contra los juristas o doctores de la ley —que se lo buscaron metiéndose en la conversación—. Tres acusaciones que van directamente al corazón de estas gentes que confiaban mucho más en sus decisiones y normas humanas que en Dios. Si como los fariseos y los doctores de la ley nosotros tampoco confiamos en Dios sino en nuestros humanos criterios, seremos parte de una sociedad que vive de unas contradicciones que la mantienen en pie. Sin confianza en Dios se cae en la explotación como forma de producción, en el lucro como forma de intercambio y en la manipulación como la ideología vigente. Como Jesús necesitamos denunciar estos mecanismos de falta d confianza en el Padre Misericordioso que no abandona nunca y permitir que la lógica de Dios nos guíe. De esta forma dejaremos actual al Señor con su justicia y su misericordia como los fundamentos del cuidado que tiene de nosotros. Que nuestra Madre Santísima, Santa María de Guadalupe, llena de misericordia y consuelo, la mujer que siempre confió en la lógica de Dios, nos enseñe tener un corazón atento, compasivo, capaz de dejarse guiar por Dios. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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