sábado, 20 de abril de 2019

«Vía Matris»... Una oración para acompañar a María de regreso del Santo Sepulcro


Los términos «Vía Matris», «Via Matris» o «Via Matris Dolorosae» (en español: «Camino de la Madre») se refieren a esta práctica piadosa que sigue el modelo del Via Crucis y tiene la finalidad de reflexionar sobre la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo acompañando a la Santísima Virgen María. El Vía Matris es el camino que ella recorrió de regreso, desde el santo sepulcro, hasta su casa, después de la sepultura del Señor. Es un camino en el que recuerda y revive el Vía Crucis, el Camino de la Cruz pero de regreso. Por lo tanto, lo rezamos acompañando a la Madre Dolorosa de vuelta a su hogar desde la XIV estación hasta la I, en espera de la gloriosa resurrección de nuestro Salvador.


Dedicatoria a la Santísima Virgen María:

Madre de Dios y Madre nuestra, Virgen Dolorosa, hemos recorrido el día de ayer el Viacrucis acompañando a tu Hijo Jesús, esta mañana déjanos seguir contigo, desde el sepulcro hasta el cenáculo, el camino de tus dolores, de tu soledad y de tu reflexión. Recibe, Madre nuestra nuestro corazón, el corazón de cada uno de los miembros de nuestra comunidad parroquial que, en este camino de reflexión, se quiere hacer uno con el tuyo, especialmente hoy, en estos momentos en que nos damos cuenta de que tu Hijo Jesús, Nuestro Señor, por nuestros pecados, fue crucificado, muerto y sepultado. Caminamos contigo esperando el gozo de la resurrección. De tu dolor y de tu silencio aprenderemos la fe, la esperanza, el cántico triunfal de amor renacido tras las tinieblas de este día sábado.


XIV Estación: Jesús fue colocado en el sepulcro


Detrás de la losa de la sepultura, queda tu corazón maternal, semilla de amor eterno, velando en la espera. ¡Cómo nos dolería dejarte sola en estos momentos! Te queremos porque también nosotros somos tus hijos y porque caminamos en este «Valle de lágrimas» bajo tu amparo, y estar a tu lado ahora, es lo que más queremos hacer. Sabemos que pronto veremos a tu Hijo resucitado, y la fe es el arcoíris en la lluvia del dolor. Que el sepulcro sea como una estrella que en medio de la tormenta, nos lleve a puerto, sanos y salvos.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


XIII Estación: Jesús fue descendido de la Cruz


Madre nuestra, aquí estuvo el cuerpo de tu Hijo Jesús, como la flor de su tallo. Flor deshojada, en el dolor de tus brazos purísimos. Aquí cubrieron de mirra —¿Te acuerdas Madre Santa de la visita de los Magos?— la púrpura de sus llagas, llagas que en Ti se han quedado. Fina sábana de nieve veló su cuerpo adorado, y su faz se ocultó tras un sudario. Benditos los que adivinan, tras la llaga del hermano, su divino rostro vivo que espera amor y cuidado. Bendita tú, Madre Dolorosa, que velas por cada uno de tus hijos, con aquel mismo amor que tuviste por tu Hijo Jesús.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria… 


XII Estación: Jesús murió en la Cruz


Aquí, la Cruz… Aquí el grito: «¡Todo está consumado…!» la tiniebla, el terremoto y la lanza perforando tu corazón y tu pecho junto con el Sagrado Corazón de tu Hijo Jesús. Aquí, a los pies de la Cruz, Tu Hijo sacrosanto te dejó el encargo de cuidar de cada uno de nosotros. Pero, ¡hay tantos hijos ingratos! Tú a cada momento nos dices: «No olviden que soy su Madre y que mucho me costaron. Ayúdanos para que, en nuestras vidas, se destierre toda ingratitud y que todos, consagrados a ti, sepamos morir al pecado y renacer a la virtud.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


XI Estación: El recuerdo de los clavos


Sobre la roca tendieron la cruz para desclavarlo. Tú, con tus ojos llenos de lágrimas les rogabas: —¡ Por Dios, no le lastimen las manos!—… Y estaban duras y frías, esas manos benditas que tú muchas veces lavaste cuando Jesús era pequeño, esas manos que trabajaron en la carpintería con tu esposo José, esas manos que hicieron milagros y, tantas veces, filiales, con amor te acariciaron. Manos de Dios, heridas y, como sus pies, de mármol. Manos y pies de tu Niño, por obediencia entregados. Que si dejaron la cruz, es por ir apresurados a quitarnos, a nosotros pecadores, de nuestras miserias los clavos.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


X Estación: Cuando despojaron a Jesús de sus vestiduras


Sobre esta Piedra, a los dados, la militar compañía se jugó la inconsútil y blanca túnica por tus desvelos tejida. Del lino de tus amores virginales Madre pura parecía, pero quedó con su sangre lumbre de azotes, teñida. Viste a tu Hijo desnudo, despojado de todo, inocente, mientras la turba reía. Total entrega de Dios por su criatura caída. ¡Ay, si el pecado del mundo despojado, en carne viva, penitente se cubriera con la vergüenza divina…! Madre Santa, ayúdanos a despojarnos de todo aquello que nos estorba y nos impide seguir a tu Hijo Jesús.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


IX Estación: Cuando viste caer a Jesús por tercera vez


Madre nuestra, en medio del dolor quieres besar la tierra, porque, al llegar al Calvario, también la besó tu Hijo al ser por tercera vez derribado. ¡Era tan dura la carga y tan cruel el populacho! Era llevar en los hombros lo más terrible: el pecado de todos nosotros… Y cayó, cayó de bruces… Tú viste sus divinos labios, en un beso doloroso, de polvo y sangre manchados. Polvo del hombre, miseria y sangre de Dios, juntando en ósculo de perdón el cielo y el mundo ingrato. Ruega, Madre nuestra, por nosotros pecadores y pide a tu Hijo Jesús, que nos levante para seguir en la vida abrazando la cruz para alcanzar, como Él, la gloria de la resurrección.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


VIII Estación: Cuando Jesús consoló a las mujeres de Jerusalén


Y se fueron las mujeres que por tu Hijo lloraron. Las calles huelen aún a miedo bajo el cielo encapotado. Si en el leño verde el fuego del furor rompió en estragos, ¿qué será en el leño seco por la plaga del pecado? ¿Mujeres que lloren? ¡No! En el mundo faltan llantos viriles que reconozcan las voces que claudicaron. ¡Mujeres, hombres, niños, jóvenes, ancianos, lloren mientras dura este Vía Matris en el que te acompañamos Madre Dolorosa, y que sintamos el consuelo de Cristo, tu Hijo al que esperamos resucitado!

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


VII Estación: allí donde Jesús cayó por segunda vez


El crepúsculo se apaga y en la callejuela angosta, como en conciencia culpable, se han dado cita las sombras. Aquí tropezó tu Hijo Jesús ─¡ las almas son tan tortuosas !─ y, por segunda vez, la tierra probó el sabor de las rosas. Que el Amor es insistente cuando en verdad se enamora y dos veces, traicionado una y otra vez perdona. Por alzar a los caídos, tu Hijo, nuestro Salvador probó la derrota y a ti te nombró refugio de los que, caídos, lloran...

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


VI Estación: Cuando la Verónica enjugó el rostro de Jesús


En esta tarde de llanto, en tu soledad más sola, es una luz de esperanza recordar a Berenice, la Verónica. El rostro que fue, de alguna manera tu espejo y tu sol, se ocultaba en sombras de sangre, sudor, salivas, polvo y divina congoja. Una mujer, como tú Madre amada, una mujer valiente, rompió la tropa y enjugó la faz amada de tu Hijo con la blancura de su toca. Pintado en sangre quedó el rostro que, al igual que a ti, nos enamora y, pintado en tus pupilas, el llanto no lo borra. Hacia cualquiera de nosotros que miras, la semejanza te asombra: todos los rostros del mundo, que son los de los que somos tus hijos se le parecen ahora.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


V Estación: La gratitud al Cirineo


A Simón el Cirineo detuvieron los soldados. Sudor y polvo traía como ofrenda de los campos. Tu Hijo Jesús, el Cristo, era gavilla redentora de cansancio, y del peso de su cruz tuvo a bien participarnos en él. Simón recibió el madero, primeramente con asco y repulsión. Poquito a poco, el camino le floreció de entusiasmo por ayudar al Mesías Redentor. Porque ir junto a tu Hijo en el sufrimiento humano, es hallar al fin la gloria, es a Él y a ti encontrarse. Ayúdanos Madre Dolorosa, a ver a tu Hijo en cada uno de aquellos que nos piden ayuda, y abre nuestro corazón para traspasar fronteras y ayudar a todos sin esperar a cambio nada en este mundo y ganar así el cielo.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


IV Estación: El encuentro entre Madre e Hijo


Sabemos lo difícil que era seguir de cerca a tu Hijo Jesús que llevaba el peso de la cruz. Te sabemos unida al dolor, aunque lejos en el cuerpo estabas. Pero tu amor maternal se atrevió entre el populacho y pudiste mirar…, míranos María, con esos ojos con que viste a tu amado Hijo. Si vives aún de esa mirada que Él te dio, que retuvo el viril llanto por no doblar la agonía deshojada en tu regazo, tómala prestada para vernos así como Él te vio y ayúdanos a abrir los ojos y el corazón hacia nuestros hermanos que sufren de soledad, de cansancio, de angustia y depresión.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


III Estación: Cuando Jesús cayó por primera vez


¡Mira Virgen Dolorosa si queda en el suelo alguna gota de sangre! Seguro la recogerá la copa de tus besos maternales. Porque, al salir del Pretorio, alguien se atrevió a empujarle y cayó, Varón de burlas, absolviendo a los culpables. ¡Mira Virgen Dolorosa si quedó en el suelo alguna gota de sangre ¡Estaba tan malherido…! ¡El madero era tan grande…! ¡que nadie ponga tropiezos a quien su miseria cargue por este mundo de cruces dolorosas y ambulantes!

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


II Estación: Cuando Jesús recibió la cruz


Sobre sus hombros pusieron el leño de la victoria. Él, carpintero, sabía de maderas olorosas. Y la levantó triunfante, como levanta a su esposa el amante enamorado en la noche de sus bodas. ¿Aborrecerla o amarla? En esta vía dolorosa, la cruz se clavó por siempre en tu corazón de Madre, muy honda. Cruz de Jesús y del hombre, divina cruz redentora, ligero yugo amoroso, ¡puente que lleva a la Gloria! Ven en nuestra ayuda Santa Madre de Dios, para que nos acompañes al cargar la cruz de cada día.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…


I Estación: Cuando condenaron a muerte a Jesús


Anda suelto en la ciudad un silencioso homicida. Tu Hijo, Madre santa, pagó el rescate con su corona de espinas y, por que nada faltara, ofreció vida por vida. Pilato quiso lavar con agua su cobardía y su nombre, para siempre, se quedará como estigma de quien, por temor al mundo, al mismo Dios crucifica. Ahora, frente al Pretorio, la plaza duerme vacía. Un agrio remordimiento en las conciencias vigila. ¿Resucitará? …Preguntan. Y sólo tú sufres tranquila. Sólo tú… Tus compañeras, las dulces y fieles Marías, quieren llevar al sepulcro, el domingo, aceite y mirra. Tú serás, en el mundo a oscuras, la sola luz encendida. Tú, Madre admirable, iluminarás como estrellita nuestro sendero cuando llegue la oscuridad. No nos dejes Madre fiel y llena de dolor, cuando atravesemos gimiendo y llorando este valle de lágrimas.

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…

Un último Deseo

Déjanos seguir contigo por el Vía Crucis de nuestra vida, Señora, sin tu amor la vida sería más angustiosa. Podemos ser los Pilatos, los Cirineos, las Verónicas, los ladrones, los soldados, los fariseos, las llorosas mujeres, el populacho voluble como las olas; podremos ser Judas, Pedro… Tú sabes bien nuestra historia, mas eres dulce refugio, Madre de Misericordia. Déjanos seguir contigo fieles hoy y hasta la hora sorpresiva de la muerte. ¡Amén Madre Dolorosa! ¡Amén por esa alegría que ya te anuncia la aurora! ¡Amén!

V./ Madre llena de dolores…
R./ Acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús, Madre de los pecadores. 
Padrenuestro, Avemaría, Gloria…

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 
vida, dulzura y esperanza nuestra. 
Dios te salve. 
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, 
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. 
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Letanía de Nuestra Señora de los Dolores:

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad y un solo Dios, ten piedad de nosotros
Santa María. Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios. Ruega por nosotros
Santa Virgen de las Vírgenes. Ruega por nosotros
Madre crucificada. Ruega por nosotros
Madre dolorosa. Ruega por nosotros
Madre lacrimosa. Ruega por nosotros
Madre afligida. Ruega por nosotros
Madre abandonada. Ruega por nosotros
Madre desolada. Ruega por nosotros
Madre privada de Hijo. Ruega por nosotros
Madre traspasada por la espada. Ruega por nosotros
Madre abrumada de dolores. Ruega por nosotros
Madre llena de angustias. Ruega por nosotros
Madre clavada a la cruz en su corazón. Ruega por nosotros
Madre tristísima. Ruega por nosotros
Fuente de lágrimas. Ruega por nosotros
Cúmulo de sufrimientos. Ruega por nosotros
Espejo de paciencia. Ruega por nosotros
Roca de constancia. Ruega por nosotros
Ancora del que confía. Ruega por nosotros
Refugio de los abandonados. Ruega por nosotros
Escudo de los oprimidos. Ruega por nosotros
Derrota de los incrédulos. Ruega por nosotros
Consuelo de los míseros. Ruega por nosotros
Medicina de los enfermos. Ruega por nosotros
Fortaleza de los débiles. Ruega por nosotros
Puerto de los náufragos. Ruega por nosotros
Apaciguadora de las tormentas. Ruega por nosotros
Auxiliadora de los necesitados. Ruega por nosotros
Terror de los que incitan al mal. Ruega por nosotros
Tesoro de los fieles. Ruega por nosotros
Inspiración de los profetas. Ruega por nosotros
Sostén de los apóstoles. Ruega por nosotros
Corona de los mártires. Ruega por nosotros
Luz de los confesores. Ruega por nosotros
Flor de las vírgenes. Ruega por nosotros
Consuelo de las viudas. Ruega por nosotros
Alegría de todos los Santos. Ruega por nosotros
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros

Oración final:

Oh Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre María, según la profecía de Simeón; concédenos propicio, que cuantos veneramos sus dolores y hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Padre Alfredo. 

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