martes, 2 de abril de 2019

«Cristo vive»... Un pequeño pensamiento para hoy

Este «martes» es un día muy especial. Un día como hoy, hace 14 años, partió a la casa del Padre San Juan Pablo II, el Papa polaco que estuvo al frente de la Iglesia Católica por 26 años y 5 meses, el Papa peregrino, gran defensor de la familia y muy amado por las jóvenes generaciones de aquellos tiempos. ¡La vida pasa muy de prisa! Este mismo día dos de abril fue presentada en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la Exhortación Apostólica postsinodal «Cristo Vive» del Papa Francisco, fruto de la XV Asamblea general Ordinaria del sínodo de los Obispos que fue dedicado a los jóvenes y que se llevó a cabo el año pasado en octubre con el tema: «La Fe y el Discernimiento vocacional». El documento comienza con unas palabras del Papa dirigidas especialmente a los jóvenes en donde dice: «Cristo vive. Él es nuestra esperanza y la juventud más hermosa de este mundo. Todo lo que toca se hace joven, se hace nuevo, se llena de vida. Por lo tanto, las primeras palabras que quiero dirigir a cada joven cristiano son: ¡Él vive y te quiere vivo!». Cierto que el documento está dirigido a los jóvenes en primer lugar, pero todo documento del Magisterio de la Iglesia va dirigido a todos los miembros de la Iglesia y «la juventud —como decía Madre María Inés Teresa— no se acaba, sólo se acumula». 

Ahora que veo el salmo responsorial que la liturgia del día nos propone recitar, me quedo fijo mirando la frase con la que se inicia el segundo párrafo: «Un río alegra la ciudad de Dios» (Sal 45 [46],5) y pienso en ese río que es la gran cantidad de jóvenes que hay en nuestro mundo y. Además, en esa juventud acumulada, como la de San Juan Pablo II que llena de vitalidad, al igual que Francisco tienen mucho para dar. Los torrentes de agua, desde el Antiguo Testamento —como nos lo recuerda hoy la primera lectura de Misa: Ez 47,1-9.12) son símbolo de la vida que Dios da, especialmente en los tiempos mesiánicos. Ezequiel utiliza la imagen de la corriente de agua milagrosa que mana del lado derecho del templo (el lugar de la presencia de Dios y el centro del culto que le es agradable), y todo lo inunda con su salud y fecundidad. En el Nuevo Testamento y en concreto san Juan (Jn 5,1-3.5-16) el agua es el Espíritu que mana de Cristo glorificado y trae la curación. Evidentemente, para nosotros, los jóvenes tinen que ser mucho más que maneras de hablar, formas de comportarse o modos de vestirse, pero generalmente sólo eso viene a la mente de los adultos cuando se piensa en ellos. Este desconocimiento o estereotipación se viene iluminado por lo que el papa Francisco escribe con las conclusiones del Sínodo y ayuda mucho a entender quiénes son, qué piensan, cómo viven, qué hacen y por qué los jóvenes pueden ser esa agua viva que, como un torrente, viene a refrescar la vida de la Iglesia y del mundo. 

El Papa Francisco, en este día, como digo, tan especial, recordando a San Juan Pablo II el Papa de las jornadas mundiales de la juventud, nos invita a ver más allá de las maneras de hablar y las formas de comportarse de los jóvenes de hoy, nos lleva a conocer perspectivas a través de las cuales se les dimensione y resignifique frente a las problemáticas y los retos que los rodean. Y nosotros, al leer este valioso documento recordando que la definición de juventud no se debe restringir a una etapa de desarrollo físico, cognitivo o social, o a un posicionamiento histórico y cultural vemos las cuestiones y factores que la constituyen y la configuran no tan sólo como una etapa de socialización sino como un periodo de construcción de subjetividad, regulación del comportamiento y desarrollo de habilidades para cumplir con los roles y campos sociales propios de la vida adulta en la que, como un torrente de agua viva vienen a ser el ahora, el engrane, de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad. El Papa, al definir la juventud, sus problemas y retos va más allá de una simple acción política y simbólica, va más allá de una simple selección de ciertas realidades naturales, sociales, culturales, históricas y políticas. El Papa va a la percepción de la realidad de una juventud que debe dejar de ver como objeto de tratamiento o intervención, y asumir a cada uno como actor y participante que debe poder actuar y decidir antes las situaciones que afectan y restringen su bienestar y desarrollo para refrescar como un torrente de agua, nuestro mundo. A la pregunta, ¿qué pasa con nuestros jóvenes hoy y qué hemos hecho con nuestra juventud acumulada?, la respuesta no puede ser una fría descripción de sus características ni un minucioso análisis de sus problemas. Más bien, debe ser una reflexión sobre cómo fortalecer y ampliar el gozo de ser joven. En el penúltimo número de este nuevo documento (298) el Papa nos dice que para acompañar a otros en este camino, primero necesitamos tener el hábito de recorrerlo uno mismo y nos recuerda que María lo hizo, afrontando sus preguntas y sus propias dificultades cuando era muy joven. Que ella renueve la juventud con la fuerza de su plegaria y acompañe siempre a los jóvenes y a los que somos de juventud acumulada con su presencia de Madre en este camino cuaresmal en el que vamos hacia la Pascua para re-estrenar ese día la vida, con un corazón joven que inunde al mundo del gozo de vivir por Cristo, con él y en él. ¡Bendecido martes en que encomiendo a todos en la Basílica de Nuestra Madre del Cielo en el Tepeyac! 

Padre Alfredo.

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