domingo, 21 de abril de 2019

«A vivir cada día el Misterio Pascual»... Un pequeño pensamiento para hoy


Muchas de las realidades de este mundo, a nosotros, como discípulos–misioneros, nos parecerían inexplicables, si suprimimos nuestra fe en la resurrección. Vivimos en un mundo en el que la injusticia y la mentira triunfan y acampan por doquier junto a la vanidad y a la soberbia. Los justos no tienen, en este mundo, mejor suerte que los injustos. Es, de una manera especial, nuestra fe en la resurrección la que nos dice que vale la pena seguir intentando ser como somos, aunque por esto tengamos que sufrir, en este mundo, penas y hasta el mismo martirio. Dios nos resucitará, como resucitó a Jesús, en nuestro último día, y nos juzgará según nuestras obras y su infinita misericordia. Nuestra fe y nuestra esperanza en la resurrección pueden y deben iluminar nuestro arduo caminar aquí en la tierra. Hoy terminamos en estas tierras michoacanas la misión de Semana Santa 2019 que hemos compartido diferentes miembros de nuestra Familia Inesiana en Capula, Iratzio, Buenavista, El Correo, Trojes, San Bernabé y Joyitas en unos días que con todo y el cansancio físico que nos dejan, nos llenan de satisfacción de ver tantas caras tan felices y tantos corazones misericordiados por el Señor. El salmo responsorial de la Misa de este domingo de Pascua (Salmo 117 [118], 1-2. l6ab-17. 22-23) nos deja un delicioso sabor de misión: «Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.» Yo creo que lo más importante para quienes estado en misión en estos días, no es el cómo de la Resurrección de Jesucristo —que ningún evangelista nos narra el momento exacto, el cómo fue, el qué sucedió en ese preciso instante—; lo realmente importante es que nosotros, al haber compartido nuestra experiencia de fe en la resurrección viviendo con toda esta gente la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, hemos tenido una experiencia vital que nos impulsa a seguir creciendo como personas resucitadas, en comunión espiritual con el Resucitado.

La fe en la resurrección ha sido una fuerza interior profunda que nos ha ayudado en comunidad a superar las dificultades normales de una misión en lugares y costumbres a veces totalmente desconocidos y poder dar la vida para recibirla en abundancia. San Ignacio de Antioquia, a principios del siglo II, les escribía a sus fieles cristianos, cuando iba camino del martirio, que deseaba ser triturado por los dientes de las fieras, para poder así ofrecerse a Cristo, como pan triturado e inmolado, y unirse definitivamente con el Resucitado. Este mismo sentimiento experimentaron, sin duda, algunos de los apóstoles y discípulos de Cristo, cuando caminaban hacia el martirio y lo experimentamos nosotros que no podemos negar, incluidos los más jóvenes que han participado en la misión hasta «los de juventud acumulada», como decía Madre Inés, en el cansancio físico que hoy, de una manera natural se deja sentir. La fe en la resurrección ha sido para nosotros en estas tierras de misión y en todos los demás lugares en donde se ha vivido en plenitud la Semana Santa, una fuerza mayor que nos impulsa a vivir como la beata María Inés apunta en una de sus cartas: «Vivir cada día el Misterio Pascual con gran amor, sencillez, alegría, misericordia, acercándonos a Él, dando la vida» (cf. Pensamientos). En una de sus felicitaciones por Pascua, ella misma escribe: «¡Cristo ha resucitado! ¡Alegrémonos, Aleluya! Y es al gozo de que Jesús ha resucitado que yo uno mis saludos, mis felicitaciones y mis más grandes deseos de que la celebración de este gran Misterio de la Pascua del Señor, de la Resurrección de Cristo, haya renovado en cada uno el fervor y la alegría» (26 de marzo de 1978).

Hoy nos re-estrenamos, éste es el primer día de nuestra vida nueva, es el día de la nueva creación. Lo antiguo ha pasado, comienza un nuevo andar. ¡Cristo ha resucitado, ha salido victorioso de la muerte! La Pascua, la fiesta más grande de los cristianos, no termina este día. La Iglesia seguirá durante ocho días, la octava de Pascua, celebrando esta fiesta como si de un mismo día se tratase. Y después continuaremos celebrando la Pascua durante la cincuentena pascual, hasta la solemnidad de Pentecostés pasando antes por la Ascensión del Señor. Que María, la Reina del Cielo, como la aclamamos en el cántico pascual del «Regina Coeli», nos acompañe en este camino de alegría pascual. Que ella, que vivió con los apóstoles la alegría de la Resurrección y esperó con ellos la venida del Espíritu Santo, renueve nuestras fuerzas y nos conceda la esperanza de la vida nueva que hoy ha comenzado. ¡Felices Pascuas de Resurrección para todos!

Padre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario