viernes, 28 de septiembre de 2018

«¡Vive el momento!»... Un pequeño pensamiento para hoy


Recuerdo que cuando era joven seminarista, hace algunos ayeres y uno que otro antier, me tocó conocer de cerca el grupo de «Jornadas de Vida Cristiana (M.J.V.C.)», un movimiento católico juvenil que tiene como objetivo la evangelización del joven a través del joven, dirigido por jóvenes y asesorado por adultos. Desde que empecé a tratarlos de cerca, me llamó la atención que constantemente, tanto líderes como asesores, además por supuesto de los numerosos jovencitos integrantes, repetían la frase: «¡Vive el momento!» y la escribían por aquí y por allá. Hoy al leer los versículos que el Cohélet nos presenta en el Eclesiastés (Ecl 3,1-11) me vienen a la mente hasta algunos de sus rostros, que obviamente serán ahora de «juventud acumulada». El hombre —nos recuerda la Escritura en este libro inspirado— es solamente dueño del momento presente. En él es en el que los discípulos–misioneros podemos colaborar por hacer realidad el Reino de Dios entre nosotros. Cuando se es joven se contempla con facilidad un futuro sin todo aquello que en el tiempo actual oprime o hace sufrir... ¡se sueña! Y eso, eso es maravilloso, pero no basta con tener los más excelentes anhelos de una vida futura plena y extraordinaria; hay que ponerse en camino momento a momento para llegar a la realización del futuro. 

San Lucas, en el Evangelio (Lc 9,18-22), nos recuerda que hay alguien que camina junto a nosotros a cada momento y que, con su ayuda, impulsa el tiempo presente para vivirlo con intensidad, y ese «Alguien» —así con mayúsculas— es Cristo Jesús. En este camino no se puede mirar y construir un futuro mejor si no se vive el momento con él. No se puede construir una civilización del amor desde Cristo sin que vivamos, compartamos y disfrutemos cada momento actual con él sabiendo precisamente quién es él. Hoy Jesús nos pregunta a ti y a mí en este momento presente: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» (Lc 9,20). La comunión de vida entre él y nosotros ha de vivirse en la vida ordinaria a cada momento para ir a cada instante estableciendo el Reino de Dios haciéndolo realidad en medio de las actividades de cada día, buscando establecer la paz, la justicia, la bondad, la fraternidad, la alegría, la solidaridad, viviendo el momento. Entonces, en verdad, podemos impulsar nuestra vida para que trabajemos de tal forma que no sólo anunciemos su Evangelio con los labios, sino que nosotros mismos nos convirtamos en una Buena Noticia del amor salvador de Dios para que todos le conozcan y le amen. 

Pero hoy, en nuestros tiempos, como afirmaba el escritor Wayne W. Dyer en su famoso libro «Tus zonas erróneas», que ha vendido 35 millones de ejemplares en papel en diferentes idiomas: «Evitar el momento presente es casi una enfermedad en nuestra cultura, y continuamente se nos condiciona a sacrificar el presente por el futuro. Si llevamos esta actitud a sus conclusiones lógicas, nos daremos cuenta de que se trata no sólo de evitar el goce ahora sino de evadirse para siempre de la felicidad. Cuando llega el futuro, éste se convierte en presente y debemos usarlo para preparar el futuro. La felicidad es algo que sucede en el mañana o sea algo elusivo, falaz». Wayne le decía a la gente: «No seas cristiano, sé como Cristo». Qué interesante es que Jesús pida a los suyos —a esos primeros cristianos— una respuesta personal y del momento que están viviendo, acerca de lo que ven en él, una confesión de fe, y que no se dejen simplemente llevar de lo que se dice por ahí que ha hecho. Y que interesante también que la respuesta debe ser aquilatada en el momento actual: «Tú eres el Mesías» (Lc 9,20). Vendrá luego la explicación de lo que sucederá en el futuro y que ni Pedro ni los otros once entenderán con claridad, pero es a través de la vivencia del presente que podrán, poco a poco, y captando lo que vendrá después. Los discípulos de Emaús, hablarán de que su corazón, en aquel presente con Cristo en el camino —que rápidamente se ha convertido en un pasado— ardía (Lc 24,32). Nuestra existencia no es el resultado de un calendario, ni de un reloj, sino de la manera en que vamos viviendo el momento. Así lo hizo María, sin angustias, sin añoranzas, sino en el aquí y ahora de cada momento comprometida en los hechos presentes, como con Isabel o en la Bodas da Caná... solo así se puede contemplar el futuro y asimilar el pasado. Bendecido viernes y... ¡Vive el momento! 

Padre Alfredo.

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