miércoles, 19 de septiembre de 2018

Unos días en «La Trapa» III...

¡Qué bien se está en la Trapa! Y qué bien se está siempre en un ambiente donde Dios puede ocupar todos los espacios. Desde ayer compartimos el momento de tomar los alimentos el padre Pepe y yo con el padre Octavio, un sacerdote salesiano de 40 años de ordenado que viene aquí a visitar a su hermana que es monja y a dar unas conferencias, él además de sacerdote y religioso es psicólogo.

La hermana del padre Octavio está aquí desde 1974, cuando recién habían llegado a este pintoresco lugar las primeras monjas venidas de Francia para fundar este monasterio. Dice que su hermana ingresó aquí por culpa de él, pues desde que era seminarista en Tlaquepaque, Jalisco, su tierra natal, a donde llegó a los 13 años de edad, le llamaron la atención los trapenses porque leyó esa «saga» fascinante del trapense M. Raymond : «Tres monjes rebeldes», «La familia que alcanzó a Cristo» e «Incienso Quemado». En una visita que hizo a su familia —en aquel entonces los seminaristas no iban tan seguido a sus casas—, llevaba sus libros, y cuando su hermana le pidió algo para leer le prestó «Incienso Quemado» y a su hermana le encantó. Él quería conocer una Trapa y cuando se le presentó la oportunidad le platicó a su hermana. —¿Pero es qué todavía estos existen?—le preguntó su hermana con curiosidad. Él le platicó que iría a Michoacán a un lugar llamado Ciudad Hidalgo. A su regreso le platicó y ella quedó fascinada. ¡Todos somos pescadores de hombres cuando hemos encontrado al Señor!... ¡Soy pescador de hombres y no lo debo olvidar!

Qué dura es a veces la vida, pero que bendición tener al Señor para vivir este desierto del mundo. Me queda claro que quien busca al Señor en el tiempo de hoy, va contracorriente. No escribiré ni describiré aquí los encuentros que cada día de estos tenemos con el padre Ceferino (Juan Carlos Liardi) como he hecho en otros años en mis Ejercicios Espirituales. Ahora quiero meditar y guardar muchas cosas en el corazón, como lo hacía María, por eso me viene el escribir estas otras cosas. Tengo casi todo el día para mí con el Señor de la mano y Él quiere que piense hacia dónde voy y hacia donde llevo la barquita de mi vida. Estoy seguro que quiero seguir siendo un «pescador de hombres», eso sí que me queda claro. ¡María, la «Estrella de los mares», será siempre guía segura hacia el banco de pesca que me tiene preparado el Señor!

Padre Alfredo.

Nota: Cada título de los libros de la Saga de Raymond, en esta entrada, lleva directamente al enlace para descargarlo en formato PDF o para leerlo en línea.

http://www.diplox.com/focolog/pdf/0_647d44f43cb64ac8771e1b5962d9a886M901.pdf  

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