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Creer en los ángeles es creer en la presencia trascendente de Dios en la historia, porque la historia no es sólo lo que se ve, se siente y se toca. Hay una dimensión trascendente, oculta e invisible que por lo mismo no alcanzamos a ver. Los ángeles nos recuerdan y nos hacen visible esa dimensión trascendente. El mundo de los ángeles no es otro mundo, sino la dimensión trascendente de nuestra historia. En la Biblia generalmente no se presenta a Dios actuando en forma directa en la historia y allí donde un ángel aparece en escena, es Dios mismo quien actúa. Se suele enumerar nueve coros u órdenes de la corte celestial. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los coros de ángeles superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos y según nos enseña la teología católica, cada tres coros de ángeles constituyen un nivel jerárquico y todos ellos juntos forman la corte celestial. El primero es la jerarquía suprema, integrada por los querubines, los serafines y los tronos; la segunda es la jerarquía media compuesta por las dominaciones, las virtudes y las potestades; finalmente tenemos la jerarquía inferior, conformada por los principados, los arcángeles y los ángeles. En el evangelio de hoy se nos recuerda que los cielos están abiertos y los ángeles suben y bajan sobre Jesús (Jn 1,47-51).
La Iglesia celebra a estos tres arcángeles —Miguel, Gabriel y Rafael— para agradecer el servicio directo del Señor que realizan para cumplir misiones especiales con la humanidad. Miguel arrojó del cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y mantiene la batalla contra Satanás y sus secuaces para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. Su conducta y su fidelidad nos invitan a reconocer siempre el señorío de Jesús y a buscar en todo momento la gloria de Dios. Gabriel aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir encargos especiales y como portador de noticias felices. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista y a la Virgen María la encarnación del Hijo de Dios. Rafael tiene un papel muy importante en la vida de Tobías al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel Rafael sin saber que era un ángel enviado por el Señor. Él se encarga de presentar oraciones y obras buenas a Dios. Y nos deja como mensaje bendecir y alabar a Dios, hacer siempre el bien y nunca dejar de orar. De los tres podemos aprender a saber servir con alegría y obediencia al Señor. Porque los ángeles son ministros de Dios. Y, en especial gracias a estos tres que interceden ante Dios por nosotros, podemos crecer también en gratitud a Dios por habernos dado a tan insignes mensajeros y protectores. No tengamos temor de invocarlos y de solicitar su intercesión. ¿Quién sabe si un día cualquiera hemos sido ayudados por un ángel del Señor sin siquiera habernos dado cuenta? Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, Reina de los ángeles y de estos santos arcángeles que hoy celebramos, la gracia de tener una fuerte experiencia personal de Cristo en nosotros, de tal forma que, en verdad, seamos portadores de la vida de la gracia que Dios quiere que llegue a todos los hombres. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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