La presencia de Dios en nuestra vida de cada día se manifiesta de diversas maneras. En el libro del Éxodo se nos narra la construcción del santuario que Moisés levanta a nuestro Dios conforme a sus indicaciones. Un santuario que asegura la presencia y la gloria de Dios en medio del Pueblo. Presencia que dirige la marcha del pueblo a través del desierto, hacia la salvación y la tierra prometida (Mt 13,47-53). Somos peregrinos en este mundo y vamos camino a la tierra prometida. Dios os acompaña en cada momento de nuestro diario andar, en cada situación que hemos de afrontar, en cada decisión que hemos de tomar, porque nosotros somos su pueblo y Él es nuestro Dios.
El Templo material (La Iglesia decimos) es así, para nosotros también, sacramento de la presencia del Reino de Dios. Cuando nos reunimos en nombre del Señor, Dios se manifiesta en medio de nosotros. En Cristo hemos sido constituidos parte del Templo espiritual que es la Iglesia, donde sigue revelándose la Palabra de Dios al mundo, y donde con nuestra oración, hacemos presente a Dios en el mundo, pero esa presencia la celebramos de una manera especial en el Templo.
La comunidad, reunida en la oración y en la celebración de los sacramentos, realiza el Reino de Dios. Jesús, a través de su Iglesia sigue haciendo signos y milagros, acoge a los pobres, enfermos y marginados, y predica con parábolas y doctrina sencilla. En su persona, se realiza el Reino. Sólo el que descubre el valor del Reino, tendrá valor al final de los tiempos, cuando los ángeles separen a los malos de los buenos. Sólo quien ha entendido el secreto del Reino alcanza la verdadera salvación amando, aportando el esfuerzo para realizar el Reino de Jesús echando la red. ¡Hoy jueves, es una buena oportunidad para visitar el Templo y adorar un rato a Jesús en la Eucaristía!
Padre Alfredo.
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