domingo, 6 de agosto de 2017

Escuchar a Jesús... Un pequeño pensamiento para hoy

Hoy es domingo... «Día del Señor» y es 6 de agosto, día en que la Iglesia celebra «La transfiguración», esa experiencia profunda de fe tenida por Pedro, Santiago y Juan, los amigos más íntimos de Jesús en el Tabor (Mt 17,1-9). Aquel debe haber sido un instante de éxtasis, pues esos tres amigos, elegidos por el maestro para aquel momento tan especial e íntimo, vieron la realidad gloriosa de Jesús. Es que así es, para llegar a conocer los momentos más transcendentes de Jesús, necesitamos ser sus amigos íntimos y «escucharle»; que esa es la parte más fuerte cuando se establece una comunicación profunda, como la que ellos tuvieron para percibir a Jesús en su verdadera identidad. Por eso el Padre, que sale de la nube dice: «¡Escúchenlo!». La voz de Cristo debe imperar sobre cualquier otra de las voces que escuchamos cada día.

Hay que preguntarnos: ¿Escucho a Cristo en mi vida? ¿Busco la manera de acallar los ruidos externos e internos que no me dejan oír su voz cada día? ¿Salgo de mí mismo, de mis ruidos, de mis seguridades, de mis terquedades, para escuchar y dejarme guiar por Jesús? Quizá lo que ocurre a muchos católicos de hoy es que muchas veces al asistir a Misa de domingo no están dispuestos a «escuchar» a Jesús, como nuestro Padre Dios lo pide; por eso tal vez se vive en nuestra sociedad actual una fe desencarnada de la realidad y cuesta tanto unir vida y fe. «Escuchar» a Cristo es la gran tarea del cristiano. La gran tentación es quedarse quieto, porque en el Tabor se está muy bien. El Papa Francisco, habla seguido de la necesidad de una Iglesia de salida, una Iglesia que no se quede en la sacristía, o en el templo perpetuamente, sino que luego de un encuentro profundo con Cristo, se encamine hacia el prójimo como María, a servir (Lc 1,39). 

Los tres apóstoles se sentían tan a gusto contemplando a Jesús transfigurado, que querían quedarse instalados allí en la montaña. Pero Jesús les manda bajar, volver a la realidad y seguir un camino lleno de peligros y sufrimientos, hacia Jerusalén. Hay que «escuchar» a Jesús en la oración —no solo dominical sino en la de cada día— y salir de la Iglesia a la tarea complicada y difícil de buscar las ovejas perdidas, para traerlas al redil de Cristo. Esa es nuestra tarea, la tarea de Iglesia de Cristo hoy. Solo «escuchando» a Jesús es que se nos transfigura la vida, Él nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en nosotros y nos llama a ser sus testigos ante un mundo de contradicciones que nos ha tocado vivir... ¡Vámonos a Misa!

Padre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario