Un lunes más y una semana laboral y de estudios que arranca de lleno hoy. Leyendo el Evangelio para este día, me topo de golpe con esta frase que me impacta: «Como se hizo tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde; despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer» (Mt 14,15). «Despide a la multitud para que vayan a las aldeas» dicen los Apóstoles, como expresándole a Jesús que el hambre de la gente no es su problema... «despídelos», desaste del problema que se puede venir... es asunto de ellos no tuyo y por lo tanto ni nuestro tampoco.
El corazón de Jesús es siempre un corazón sin fronteras, por eso «hay que escucharle». Su lógica no es la de este mundo en donde los problemas son de cada quien y punto... Expresiones como estas son comunes en nuestro día a día: «¡A ver cómo le hace para salir del atolladero!» «¡Es su bronca!» «¡Ni te metas por que no es asunto nuestro!». El Señor no actúa así, su lógica es otra, una que funciona «a lo divino» diciéndoles: «No tienen por qué irse; denles ustedes de comer.» Los Apóstoles le dicen que sólo tienen cinco panes y dos pescados... ¡Sí! El milagro no lo harán ellos, el milagro lo hará el Señor pero con lo que a ellos les toca... ¡Involucrarse en el asunto!
Que fácil es caminar hoy en el egoísmo pensando que el problema de los otros no es nuestro ni de Dios y pensando que... ¡ni modo, así les tocó! Siempre hay algo que hacer aunque parezca poco lo que tenemos: Cinco padrenuestros y dos avemarías por esa necesidad, cinco minutos para ayudar y dos palabritas de aliento para animar; cinco pesos de limosna y dos latitas de atún para la canasta de la solidaridad... El milagro lo hará el Señor, porque Él, como a los Apóstoles, nos dirá: «Hagan algo por ellos». ¿Cómo podríamos traducir este pasaje evangélico a nuestro hoy si no es de esta manera? Es lunes, hay toda una semana por delante para dar a nuestros hermanos de comer repartiendo en nombre de Jesús con María.
Padre Alfredo.
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