martes, 3 de marzo de 2015

«También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16)... HORA SANTA 19 Por los enfermos


Monitor: 

Bienvenidos hermanos y amigos a vivir estos momentos de adoración a Jesús Eucaristía. Hoy tenemos el regalo maravilloso de encontrarnos frente a Él que viene a nuestro encuentro en su presencia Eucarística. Tal como lo hicieron tantos enfermos, pobres y necesitados en su tiempo, nosotros también queremos verlo y escucharlo. Aprovechemos este espacio de intimidad para hablar con Él y para dejarle hablar.

Canto de Entrada:

Juntos cantando la alegría (Gabaraín)

Juntos cantando la alegría 
de vernos unidos en la fe y el amor. 
Juntos sintiendo en nuestras vidas 
la alegre presencia del Señor.

Somos la Iglesia peregrina que Él fundó, 
somos un pueblo que camina sin cesar, 
entre cansancios y esperanzas hacia Dios. 
Nuestro amigo Jesús nos llevará.

Hay una fe que nos alumbra con su luz, 
una esperanza que empapó nuestro esperar. 
Aunque la noche nos envuelva en su inquietud, 
nuestro amigo Jesús nos guiará.

Es el Señor: nos acompaña al caminar. 
Con su ternura a nuestro lado siempre va. 
Si los peligros nos acechan por doquier 
nuestro amigo Jesús nos salvará.

El Ministro (sacerdote, diácono, religioso o seglar) coloca a Jesús Sacramentado en la Custodia. (Puede ser que en una comunidad pequeña solamente se abra el Sagrario y ya esté Jesús en el expositor).

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento
Todos: al Santísimo Sacramento

Ministro:
Señor Jesús, Salud de nuestras almas, creemos que estás vivo y resucitado, presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te alabamos y te adoramos, por venir hasta nosotros en esta hora como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida, Tú eres la resurrección y la vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos. Hoy queremos presentarte a todos los enfermos, te pedimos que tengas compasión de ellos, para que todos unan sus sufrimientos y dolores a tu Cruz y se renueve su fe y su confianza en Ti, te lo suplicamos Jesús Eucaristía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento
Todos: al Santísimo Sacramento

Ministro:
Señor Jesús, Salud de nuestras almas, ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los que tienen penas en su corazón y de los que sufren en su alma en el mundo entero. Ten compasión de ellos, Señor, bendícelos a todos y haz que muchos, si es tu voluntad, recobren la salud, que su fe crezca y se mantengan abiertos a las maravillas de tu amor. Hoy te pedimos que nuestros hermanos enfermos sean testigos de tu presencia y de tu entrega en la cruz por la salvación del mundo.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento
Todos: al Santísimo Sacramento

Ministro:
Señor Jesús, Salud de nuestras almas, Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Ti todas nuestras dolencias y por tus santas llagas hemos sido curados. Hoy, Señor, te presentamos con fe a todos los enfermos que se han encomendado a nuestras oraciones, te pedimos, si es tu santa voluntad, que los alivies en su enfermedad y que les concedas la salud. Hoy oramos también por todos aquellos a quienes les pides que en la enfermedad compartan tu Cruz; haz que crezcan en la fe, en la esperanza y que te ofrezcan su enfermedad para gloria de tu Nombre, para que tu Reino siga extendiéndose más y más a través de la aceptación de su dolor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Momentos de silencio.

Canto de meditación:

Sáname.

Hoy, Señor Jesús
vengo ante ti para alabarte ,
hoy, Señor Jesús
con tu poder puedes cambiarme.

Sáname Señor,
hoy quiero vivir,
dame tu amor sin ti no puedo ser feliz.
Sáname Señor,
líbrame del mal,
toca el corazón para alcanzar la santidad.

Hoy Señor Jesús... 


Momentos de silencio.

Monitor:
Pongámonos de pie para escuchar ahora la Palabra del Señor, y que es siempre Palabra que sana y dejemos que penetre en nuestros corazones. Cantemos el Aleluya:

Canta Aleluya al Señor,
canta Aleluya al Señor.
canta Aleluya
canta Aleluya
canta Aleluya al Señor.

Monitor:
"Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré, dice el Señor" (cf. Mt 11,28).

Ministro:
Del Evangelio de San Juan 5,2-9.14
Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que se llama en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Porque el Ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que tuviera. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido, sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: ¿Quieres curarte? Le respondió el enfermo: Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo. Jesús le dice: Levántate, toma tu camilla y anda.  Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.
Más tarde Jesús lo encuentra en el Templo y le dice: Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor. Palabra del Señor.

Monitor:
La beata María Inés Teresa, en una de sus meditaciones escribió: “Las penas de la enfermedad, los dolores, la congoja moral, las molestias, deben llevarnos continuamente al pie de la cruz del Salvador; y ahí, con él, en unidad de sentimientos, en una fusión de corazones, con el alma henchida de agradecimien­to, de amor, de contrición, ofrecer al Padre celestial, en unión de los martirios del Hijo, todo lo que se padece, pero con la mayor intensidad de amor”. En silencio, dejemos que estas palabras resuenen en nuestro corazón a la luz del Evangelio de Jesús que acabamos de escuchar y después escuchemos algunos fragmentos del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de los Enfermos:

Lector 1: "Queridos enfermos, la Iglesia reconoce en ustedes una presencia especial de Cristo que sufre. Dentro de nuestro sufrimiento está el de Jesús, que lleva a nuestro lado el peso y revela su sentido. Cuando el Hijo de Dios fue crucificado, destruyó la soledad del sufrimiento e iluminó su oscuridad. De este modo, estamos frente al misterio del amor de Dios por nosotros, que nos infunde esperanza y valor: esperanza, porque en el plan de amor de Dios también la noche del dolor se abre a la luz pascual; y valor para hacer frente a toda adversidad en su compañía, unidos a él".

Lector 2: "El Hijo de Dios no ha eliminado de la experiencia humana la enfermedad y el sufrimiento sino que, tomándolos sobre sí, los ha transformado y delimitado. Delimitado, porque ya no tienen la última palabra que, por el contrario, es la vida nueva en plenitud; transformado, porque en unión con Él, de experiencias negativas, pueden llegar a ser positivas. Jesús es el camino, y con su Espíritu podemos seguirle".

Lector 1: "Para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada, nosotros tenemos un modelo cristiano a quien dirigir con seguridad nuestra mirada. Es la Madre de Jesús y Madre nuestra, atenta a la voz de Dios y a las necesidades y dificultades de sus hijos. María, animada por la divina misericordia, que en ella se hace carne, se olvida de sí misma. Ella es la Madre de todos los enfermos y de todos los que sufren. Es la Madre del crucificado resucitado: permanece al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena".

Lector 2: "La Cruz es «la certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos… La Cruz de Cristo invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda»".

Momentos de silencio.

Monitor: 
Elevemos a Jesús Eucaristía nuestras súplicas. Él está vivo y resucitado, Él es esperanza para todo el que sufre en el cuerpo o en el espíritu. Digamos después de cada súplica: "Jesús Eucaristía, escucha nuestra oración".

(Las peticiones pueden ser distribuidas entre los asistentes).

1.- La salud que nos ofrece Jesús no es sólo una salud biológica, mental, social, es la salud integral, es decir, la salvación. Oremos para que el Señor nos ayude a vivir conformes a su voluntad amándole sobre todas las cosas y amando la situación que nos ha toda vivir, buscando ir a metas altas de santidad. Roguemos al Señor...

2.- Jesús a venido a curarnos de la enfermedad más tremenda, la enfermedad del pecado. Oremos para que abramos nuestros corazones de par en par a esta salvación que nos ofrece Jesús. Roguemos al Señor...

3.- Jesús es portador y dador de una vida que no se acaba. Oremos para que todas las dolencias y sufrimientos de este mundo nos ayuden a configurarnos con Cristo y así alcancemos el premio de los cielos con un corazón purificado que lata al unísono del suyo. Roguemos al Señor...

4.- Para Jesús nada ni nadie está perdido. Oremos para que la confianza en una vida plena y feliz nos ayude a vivir con esperanza y para que demos razón de esta esperanza a nuestros hermanos lo que más sufren. Roguemos al Señor...

5.- Jesús nos invita a vivir sanamente todas las realidades de la existencia, incluso las dolorosas y adversas como la enfermedad. Oremos para que sepamos ofrecer nuestros sufrimientos por la salvación del mundo entero. Roguemos al Señor...

6.- Somos hombres y mujeres de fe en Jesús que nos sana. Oremos para que apoyados en la fe, en los cuidados que nos ofrecen los médicos, las enfermeras, las auxiliares, en la compañía y en el cariño de los familiares y amigos, vivamos con paz los momentos de soledad y de dolor cuando esté presente la enfermedad. Roguemos al Señor...

Monitor:

La Sagrada Escritura, en la primera carta de san Juan nos dice: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). En esta Hora Santa, motivados por la Palabra de Dios, oramos también por todos los que, sin estar enfermos, tienen el deseo de estar cerca de los que sufren para reavivar en ellos las ganas de vivir y para ayudarles a encontrar sentido a la enfermedad. Después de cada súplica hagamos un momento de silencio para orar.

(Preferentemente estas súplicas las hacen unas personas que estén saludables, pueden ser médicos o enfermeras).

Lector 1: Tú Pan de Vida Eterna, eres alimento, fuente de fuerza y esperanza; bendice Señor a quienes has elegido como colaboradores de tu gracia para aliviar y curar el sufrimiento humano. Asiste con tu gracia a todos los médicos, enfermeros, psicólogos y consejeros.

Lector 2: Tú Pan de Vida Eterna, haz que donde haya debilidad y dolor, ofrezcamos fortaleza y alivio. Que donde haya ansiedad y miedo, ofrezcamos aliento y ayuda. Que combatamos cuanto deshumaniza el trato del enfermo, y a las estructuras deshumanizadoras e injustas.

Lector 3: Tú, Pan de Vida Eterna, ayúdanos para que luchemos contra todo lo que denigra y pisotea la dignidad de los enfermos y de sus familias, ayúdanos a mostrar tu rostro frente al hermano enfermo, frente al que se siente solo y desamparado.

Canto previo a la bendición:

Ya no eres pan y vino (Bohorquez.)

Ya no eres pan y vino,ahora que eres cuerpo y sangre, vives en mí,
de rodillas yo caigo al contemplar tu bondad,
como no te voy a adorar.
Mientras te pierdes en mis labios,
tu gracia va inundando todo mi corazón
por esa paz que me llena de alegría mi ser
como no te voy a adorar.

Señor Jesús, mi salvador,
amor eterno, amor divino
ya no falta nada, lo tengo todo, te tengo a tí (bis)

Dueño y Rey del universo,
como puede ser posible que busques mi amor.
Tú tan grande y yo pequeño y te fijas en mi,
como no te voy a adorar.
De rodillas yo te pido,
que el día cuando tu me llames sea como hoy,
para mirarte a los ojos y poderte decir,
que como no te voy a adorar

Señor Jesús, mi salvador,
amor eterno, amor divino
ya no falta nada, lo tengo todo, te tengo a tí (bis)

Bendición con el Santísimo Sacramento.

Ministro: Señor nuestro Jesucristo, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión concédenos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente los frutos de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

(Si está presente un sacerdote o diácono, se dará la bendición del forma acostumbrada, de otra manera, se hace la reserva). 

Bendito sea Dios
Bendito sea su santo Nombre
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre
Bendito sea el nombre de Jesús
Bendito sea su sacratísimo Corazón
Bendita sea su preciosísima Sangre
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador
Bendita sea la excelsa Madre de Dios: María santísima
Bendita sea su santa e inmaculada concepción
Bendita sea su gloriosa asunción
Bendito sea el dulce nombre de María, Virgen y Madre
Bendito sea San José, su castísimo esposo
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos. Amén

Canto final:

Danos un corazón.

Danos un corazón grande para amar.
Danos un corazón fuerte para luchar.


Hombres nuevos, creadores de la historia,
constructores de nueva humanidad.
Hombres nuevos que viven la existencia
como riesgo de un largo caminar.
Danos un corazón grande para amar.
Danos un corazón fuerte para luchar.

Hombres nuevos, luchando en esperanza,
caminantes, sedientos de verdad.
Hombres nue­vos, sin frenos ni cadenas,
hombres libres que exigen libertad.
Danos un corazón grande para amar.
Danos un corazón fuerte para luchar.

Hombres nuevos, amando sin fronteras,
por en­cima de razas y lugar.
Hombres nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.


algdr

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