lunes, 2 de marzo de 2015

Jueves Santo... HORA SANTA 9


EL SANTÍSIMO YA SE ENCUENTRA EN EL MONUMENTO DENTRO DE LA URNA A LA QUE HA SIDO TRASLADADO.

(Conviene realizar este momento de oración en un ambiente con poca luz o delante del Santísimo, tratar de lograr orar en actitud ignaciana: “como si presente me hallase”, sin prisas, leer despacio e interiorizar cada frase. Hoy es una noche muy especial). 

Ministro: El jueves Santo como sabemos es el día de la Eucaristía y el día del sacerdote. Esto nos invita a alegrarnos y agradecer estos dones tan extraordinarios que nos dejó Jesús junto con el mandamiento del amor.

CANTO:

"Donde hay caridad y amor, ahí está el Señor"

Donde hay caridad y amor ahí esta el Señor,
ahí está el Señor, ahí está el Señor.


1. Una sala y una mesa
una copa, vino y pan
los hermanos compartimos
en amor y en unidad.

2. Nos reúne la presencia
y el recuerdo del Señor
celebrando su memoria
y la entrega de su amor.

3. Invitados a la mesa
del banquete del Señor
recordamos su mandato
de vivir en el amor.

4. Comulgamos en el cuerpo
y en la sangre que el nos
y también en el hermano
si lo amamos de verdad.

5. Este pan que dá la vida
y este caliz de salud
nos reúne a los hermanos
en el nombre de Jesús.

6. Anunciamos su memoria
celebramos su pasión
el misterio de su muerte
y de su resurrección.


MOMENTOS DE SILENCIO PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL.

Lector 1: Señor Jesús, hemos venido a visitarte y hemos elegido este momento de Jueves Santo para venir a velar en oración y estar unos minutos contigo. Estamos aquí para hacerte compañía, a Ti, que de mil maneras nos has demostrado que siempre nos estás esperando en el Santísimo Sacramento del Amor. Ahora que estamos contigo te pedimos muevas nuestros corazones para valorar más el amor que nos tienes, amor que te lleva a entregar tu vida por nuestra salvación.

Nos alegramos de poder estar aquí hoy, celebrando éste Jueves Santo una vez más. Ayúdanos a vivir intensamente este momento, llénanos de Ti, purifícanos, ilumínanos y dirígenos, para que podamos velar en oración; para que podamos platicar íntimamente y aprovechar al máximo esta visita, logrando que se refleje en nuestras vidas este acercamiento que estamos teniendo contigo esta noche, a través de una vida nueva.

Lector 2: Queremos agradecerte todo lo que has hecho para salvarnos, pero principalmente te agradecemos que hayas querido quedarte aquí y en todos los sagrarios del mundo en tu presencia eucarística, para ser, como dice Madre Inés:  el promotor, el auxiliador, el sostén, el refrigerio, el guía, el consuelo de todos aquellos que quieren como él: Pasar por el mundo haciendo el bien y acompañarnos como Sumo y Eterno Sacerdote que, haciéndote pan partido, te ofreces siempre por nuestra salvación.

Tu amor por nosotros es tan grande, que hiciste algo inconcebible, tomando forma de pan, para que pudiéramos verte como alimento para el espíritu; para estar siempre a nuestro alcance, cumpliendo la promesa que nos hiciste: "Yo estaré con ustedes, hasta el fin de los siglos"; para recordarnos que siempre nos tienes presente y estás disponible para recibirnos, escucharnos, bendecirnos, perdonarnos y amarnos.

MOMENTOS DE SILENCIO PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL.

Ministro: Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote que te nos das en la Eucaristía. En esta noche queremos expresarte nuestra gratitud por tantos dones que nos das y después de cada acción de gracias te decimos:

Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote.

Gracias Señor, por tu muerte y resurrección que nos salva.
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por haber instituido la Eucaristía que nos alimenta.
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por este tiempo que nos has concedido para adorarte y venerarte.
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote.

Gracias Señor, por todos los beneficios que nos concedes.
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por esta hora de comunión contigo en esta noche especial.
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por tus palabras que siempre reconfortan y sanan
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por tu cruz que tanto enseña
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por tu sangre que a tantos salva
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por tu amor sin tregua y sin fronteras
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote.

Gracias Señor, por la Madre que al pie de la cruz nos dejas
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por olvidar nuestras traiciones e incoherencias
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por perdonar el sueño que nos aleja del estar en vela
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por ese pan partido en la mesa de la Última Cena
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, porque aún siendo Dios, te arrodillas y a servir nos enseñas
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote.

Gracias Señor, por tu sacerdocio que es generosidad, ofrenda y entrega
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

Gracias Señor, por tu amor sin límites y en la cruz hecho locura
Gracias Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. 

CANTO:

"Vaso Nuevo"

Gracias quiero darte por amarme,
gracias quiero darte yo a ti Señor,
hoy soy feliz porque te conocí
gracias por amarme a mí también.

Yo quiero ser señor amado
Como el barro en manos del alfarero,
Toma mi vida hazla de nuevo,
Yo quiero ser un vaso nuevo.

Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste
si te ofendí perdóname Señor
pues te amo y nunca te olvidaré.

Yo quiero ser...


EVANGELIO.

(Si está presente un sacerdote, diácono o lector, a ellos corresponde la lectura del Evangelio).

Lectura del santo evangelio según san Juan                                                      (13, 1-15)

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a judas 1scariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
- «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
- «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo:
- «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:
- «Si no te lavo , no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo:
- «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
- «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»  Palabra del Señor.

MOMENTOS DE SILENCIO PARA REFLEXIONAR EN TORNO A LA PALABRA DE DIOS.

Lector 1: En este momento queremos olvidarnos de todo lo que no seas Tú, para dedicarnos de lleno a estar contigo velando en oración. Ponemos en tus manos a todos nuestros seres queridos, nuestras actividades ordinarias, los pendientes y preocupaciones que tenemos, para que Tú te ocupes de todo ello, mientras nos ocupamos ahora solamente de Ti, hablando contigo, escuchándote y uniéndonos más a Ti. 

Ayúdanos a valorar esta oportunidad que tenemos de estar aquí contigo. Mueve nuestros corazones para que aprovechemos y disfrutemos de tu compañía.  Ábrenos los ojos para reconocerte aquí, presente en el pan de la Eucaristía. Concédenos el don de una fe sencilla y humilde, para aceptar tus palabras como las aceptó María el día de la anunciación.

Lector 2: Ayúdanos ahora a reafirmar la fe en Ti. ¡Creemos en Ti! "El que cree en mí, tiene vida eterna". (Jn.6,47). ¡Creemos en tus palabras! "Yo soy el pan de vida". (Jn.6,48) ¡Creemos en el milagro maravilloso que realizaste en la última cena! "Esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes" (Lc,22,19) . ¡Creemos que en cada Celebración Eucarística vuelves a obrar ese milagro en manos del sacerdote! "Pan que ha bajado del cielo" (Jn. 6,41), ¡Creemos que eres el alimento que nos salva! "El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, no tendrá sed jamás" (Jn.6,35). Creemos en Ti, pero te pedimos que aumentes y reafirmes nuestra fe.

Danos una fe sólida para creer en Ti, aún en los momentos difíciles, como creyó María en el momento de tu crucifixión. Envíanos al Espíritu Santo para que revitalice en nosotros el don de la fe que recibimos el día de nuestro bautismo y fue refrendado en la confirmación. Ayúdanos a desarrollar una fe viva, que no necesite ver para creer, pues tu dijiste "Bienaventurados los que creen sin haber visto" (Jn.20,29). Transforma nuestra fe en una fe activa, que se refleje en nuestro diario vivir.

MOMENTOS DE SILENCIO PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL. 

CANTO:

"Dios es fiel"

Dios es fiel, guarda siempre su alianza
libra al pueblo de toda esclavitud;
su palabra resuena en los profetas,
reclamando el bien y la virtud.

Pueblo en marcha por el desierto ardiente,
horizontes de paz y libertad,
asamblea de Dios, eterna fiesta
tierra nueva perenne heredad.

Si al mirar hacia atrás somos tentados
de volver al Egipto seductor,
el Espíritu empuja con su fuerza
a avanzar por la vía del amor.

El maná es el don que el cielo envía,
pero el pan hoy se cuece con sudor;
leche y miel nos dará la tierra nueva
si el trabajo es fecundo y redentor.

Y Jesús nos dará en el calvario
su lección “hágase tu voluntad”;
y su sangre vertida por nosotros
será el precio de nuestra libertad.

Ministro: ¡Señor Jesús, hoy es el día de la institución de la Eucaristía y del don del sacerdocio! Señor, ¿cómo podemos agradecerte tanto amor y tanta delicadeza? Nos regalas tu mismo corazón y permites que otros participen de tu misma vida, los haces tus clones, representantes Tuyos, Otros Cristos, Tu Misma persona. En esta noche Santa en que oraste en el Huerto, queremos unirnos a Ti y traer ante tu presencia eucarística a todos los sacerdotes. Señor, ten piedad de ellos; no los dejes caer en tentación, hazlos puros, santos y castos. Señor, hazlos partícipes de Tu mismo amor; un amor más blanco que la nieve, un amor totalmente generoso, enséñalos a amar con el alma, no con los sentidos.

En este Jueves Santo, Señor, envía de nuevo Tu Espíritu a renovar a tus sacerdotes. El mundo tiene tanta necesidad de que ellos sean puros, santos, castos, llenos de tus frutos y de tus dones, dispensadores de tu amor y de tu misericordia. Pero ellos no pueden dar amor si no están primero llenos de tu amor, tan llenos de tu amor que ningún otro amor podrá dañarlos. Llena sus corazones de ese amor, tanto que se les vea en sus caras, que salga por sus poros, que lo derramen por dondequiera, Señor. 

PRECES POR LOS SACERDOTES

V./ Unámonos todos esta noche en oración para pedir al Señor, santidad para el Santo Padre, los obispos y nuestros sacerdotes y abundantes vocaciones para esta sublime y necesaria misión en la Iglesia.

R./ Escucha, Señor, nuestra oración.

V./  Al Papa, a los obispos y a los párrocos, fortalécelos en el servicio que prestan a su comunidad. A los confesores y directores espirituales, hazlos instrumentos dóciles de tu Espíritu. A los que anuncian tu Palabra, que comuniquen espíritu y vida, Señor. R./

V./  A los sacerdotes misioneros, ayúdales para que impulsen a los religiosos y a los laicos con su testimonio. A los que trabajan por la juventud, que la comprometan contigo. R./

V./  A los que quieren fomentar vocaciones en tu Iglesia, ayúdalos para ser verdaderos testigos tuyos, Señor. A los que trabajan entre los pobres, haz que te vean y te sirvan en ellos.R./

V./  A los que atienden a los enfermos, que les enseñen el valor del sufrimiento. A los sacerdotes pobres, socórrelos, Señor. A los sacerdotes enfermos, confórtalos y sánalos, Señor. R./

V./  A los sacerdotes ancianos, dales alegre esperanza. A los tristes y afligidos, consuélalos, Señor. A los sacerdotes agotados, dales tu paz, Señor. A los que están en crisis, muéstrales tu camino. R./

V./  A los calumniados y perseguidos, defiende su causa, Señor. A los sacerdotes tibios, inflámalos en amor Señor. A los desalentados, reanímalos con tu Espíritu. R./

V./  A quienes aspiran al sacerdocio, dales perseverancia y dales fidelidad a ti y a tu Iglesia, Señor. R./

V./  A todos los sacerdotes, dales obediencia y amor al Papa. A todos los sacerdotes, que vivan en comunión con su Obispo. Que todos los sacerdotes sean uno, como tú y el Padre, Señor. R./

V./  Que todos los sacerdotes promuevan la justicia como Tú eres justo, Señor. Que todos los sacerdotes colaboren en la unidad de su presbiterio. R./

V./  Que todos los sacerdotes llenos de ti, vivan con alegría su celibato. A todos los sacerdotes dales la plenitud de tu Espíritu y transfórmalos en Ti, Señor. R./ 

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES.
(compuesta por Doña Soledad Calderón de Torres).

“Oh Jesús, Sacerdote Eterno de las almas,
guarda a estos tus siervos en el santuario divino de tu corazón,
donde nadie pueda hacerles daño alguno,
guarda puros sus labios, diariamente enrojecidos por tu preciosa Sangre,
guarda limpios, sin mancha, sus corazones
sellados con el sublime carácter de tu sacerdocio.
Haz que tu santo amor los envuelva y separe del contagio del mundo
y que las almas por ellos dirigidas y administradas,
sean su consuelo y gozo aquí en la tierra
y luego su corona eterna en el cielo. Amén.

Ministro: Señor, danos sacerdotes.
Todos: Señor, danos sacerdotes.
Ministro: Señor, danos muchos sacerdotes.
Todos: Señor, danos muchos sacerdotes.
Ministro: Señor, danos muchos y muy santos sacerdotes.
Todos: Señor, danos muchos y muy santos sacerdotes.

Ministro: Ahora dirijámonos al Señor, con las palabras que el mismo nos enseño. PADRE NUESTRO…

MOMENTOS DE SILENCIO PARA ORAR POR LOS SACERDOTES QUE CONOCEMOS O DE LOS QUE HEMOS RECIBIDO ALGÚN SACRAMENTO O AYUDA EN NUESTRAS VIDAS.

ORACIÓN:

Ministro: Oh, Dios, que mediante el misterio Pascual de Cristo redimiste a todos los hombres, conserva en nosotros la obra de tu misericordia de tal manera que, venerando continuamente el misterio de nuestra salvación, merezcamos conseguir sus frutos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Lector 1: Jesús, en este corto espacio de tiempo que hemos querido dedicarte, hemos podido palpar el amor que nos tienes al habernos dejado tu Cuerpo y tu Sangre a través del ministerio de los sacerdotes; hemos reafirmado nuestra fe en ti, te hemos reconocido como Dios que eres Amor, te hemos mostrado nuestra gratitud y hemos puesto en tus manos nuestras preocupaciones, inquietudes y problemas. En un momento más vamos a terminar esta visita para retirarnos al sueño y volver mañana a celebrar el viernes de tu Pasión y muerte, pero queremos pedirte que Tú te nos acompañes, que nos ayudes a mantenernos en tu presencia y que recibas esta noche, como decía la Madre Inés, cada latido de nuestro corazón.

Lector 2: Antes de irnos quiero recibirte, pero como ahora no podemos recibirte sacramentalmente, te pedimos que vengas a nosotros espiritualmente, sabiendo que en cada uno de nuestros corazones está tu Madre Santísima que aguarda por Ti y te acompaña en la oración. Ven a llenarnos de Ti y bajo el amparo dulce de María, haz de cada uno de nosotros un verdadero templo vivo del Espíritu Santo. Danos la fuerza interior que necesitamos para dar testimonio de Ti en todo lo que hagamos. Bendíceme a cada uno, a nuestras familias y a nuestros seres queridos, bendice nuestras actividades y nuestros trabajos y ayúdanos a evitar cualquier cosa que nos pueda alejar de Ti.

CANTO FINAL:

"Camina Pueblo de Dios"

Camina Pueblo de Dios, (bis)
nueva Ley, nueva Alianza,
en la nueva creación.
Camina Pueblo de Dios. (bis)

Mira allá en el Calvario, en la roca que hay una cruz;
muerte que engendra la vida;
nuevos hombres, nueva luz.
Cristo nos ha salvado con su muerte y resurrección.
Todas las cosas renacen en la nueva creación.

Cielo y tierra se abrazan, nuestra alma halla perdón.
Vuelven a abrirse los cielos para el hombre pecador.
Israel peregrino vive y canta su redención.
Hay nuevos mundos abiertos en la nueva creación.


DR.algdr2014

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