Monición de entrada:
Monitor: Toda comunidad católica debe nutrir el crecimiento de la vida espiritual de sus pastores, debe cuidar la vocación de sus sacerdotes ofreciendo acompañamiento que ayude a los sacerdotes a acrecentar su vida espiritual. La vida de la comunidad depende de la entrega sacerdotal, y una comunidad que no ora por sus pastores no crecerá, pues les tendrá por funcionarios o trabajadores a sueldo, que organizan, construyen cosas materiales y «apagan fuegos» nada más. Oremos ahora ante Jesús Sacramentado por nuestros sacerdotes, para que el Señor los haga cada día más santos y nos ayuden a vivir cada día más como Él quiere que viva todo creyente. Nos ponemos de pie para entonar el canto de entrada.
CANTO: "PUEBLO DE REYES".
Pueblo de reyes, Asamblea Santa, Pueblo sacerdotal,
Pueblo de Dios, bendice a tu Señor.
Te cantamos, oh Hijo amado del Padre,
Te alabamos, eterna Palabra salida de Dios.
Te cantamos, oh Hijo de la Virgen María,
Te alabamos, oh Cristo nuestro hermano, nuestro Salvador.
Te cantamos a Ti, esplendor de la gloria,
Te alabamos, estrella radiante, que anuncias el día.
Te cantamos, Mesías esperado por los pobres,
Te alabamos, oh Cristo nuestro Rey, de humilde corazón.
Exposición del Santísimo Sacramento
Ministro: En los cielos y en tierra sea por siempre alabado
Todos: El corazón amoroso de Jesús sacramentado
Ministro: Adorado sea el santísimo sacramento
Todos: Por siempre sea adorado
Ministro: Señor, Dios omnipotente, estamos aquí, en tu presencia, para adorarte, alabarte y cantarte; para decirte que esperamos tu día, el día de tu venida como Salvador, y estamos vigilando y consagrando a ti también este tiempo. Míranos, Señor, que estamos esperando tu retorno: ¡Ven pronto, Señor! Cuando tú vengas, Señor Jesús, nosotros iremos a tu encuentro para estar y vivir contigo, con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Momentos de silencio para la meditación personal.
Lector 1: Jesús nos está diciendo siempre: Necesito sacerdotes santos, sacerdotes enamorados de mi Corazón, que, impulsen el reinado del Señor en todas las almas y acrecienten la fe en todos los hombres y mujeres del mundo.
Lector 2: De los sacerdotes depende muy especialmente el éxito del aumento de fe en los miembros de toda la Iglesia, porque ellos son el conducto de nuestra Iglesia para espiritualizar lo materializado, usando de todos los medios santos, especialmente de su testimonio de vida.
Ministro: Del santo Evangelio según san Lucas (5, 1-11)
En aquel tiempo, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Momentos de silencio para la meditación personal.
Lector 1: El sacerdote es un hombre configurado sacramentalmente con Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Es un hombre consagrado por Dios para el servicio de sus hermanos, como continuador de la misión salvadora de Jesús a quien contemplamos ahora en la Eucaristía. El sacerdote es un hombre con potestad recibida de Cristo, a través de la Iglesia para evangelizar, santificar y apacentar al pueblo de Dios.
Lector 2: El sacerdote es un hombre de fe y de gozosa esperanza, un hombre que ama como Cristo amó. Es un hombre comprometido en la salvación plena de sus hermanos: cuerpo y alma, tiempo y eternidad, con Cristo y como Cristo. El sacerdote es un hombre de entrega generosa al servicio del Señor y de sus hermanos, un hombre lleno de Espíritu que, dócil a su acción, realiza la obra de Jesús, se identifica con sus sentimientos y es transformado en Cristo.
CANTO: "PESCADOR DE HOMBRES".
Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan solo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos
sonriendo has dicho mi nombre
en las arena he dejado mi barca
junto a ti buscar otro mar.
Tú sabes bien lo que tengo,
en mi barca no hay oro ni espadas,
tan solo redes y mi trabajo.
Señor, me has mirado a los ojos...
Tú necesitas mis manos,
mi cansancio que a otros descanse,
amor que quiera seguir amando.
Señor, me has mirado a los ojos...
Momentos de silencio para la meditación personal.
Monitor: Escuchemos ahora, y meditemos, unas líneas entresacadas de los escritos de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento en torno a la vocación sacerdotal:
Lector: “Siempre, siempre me han entusiasmado las misiones; he sentido, sobre todo desde mi conversión, una sed ardiente de ser misionera, pero de serlo a lo divino, comprarle muchas almas a él, y sobre todo… almas sacerdotales... Esta es la inspiración que ha tenido mi alma; santificarme para santificar al sacerdocio, ofrecer por él, mis sacrificios cotidianos, mis oraciones todas, mis vencimientos... Todo lo que sufro quiero que sea por las almas; por la santificación de los sacerdotes... Roguemos mucho por los sacerdotes. Esta crisis mundial arrastra, como varios de ustedes me dicen, a varios. Y recuerden que, uno de nuestros fines es rogar por el sacerdocio cristiano, católico.
El Sacerdote tiene palabras de vida eterna para consolar a los afligidos, para sostener a los que luchan, para llenar de esperanza a los desesperados, para sostener a los justos, para llevar los niños a Jesús... El sacerdote es la dignidad más grande que existe sobre la tierra. Y, ¿sabes por qué? Porque el sacerdote hace descender del cielo a Jesús; cuando él, en el momento de la Consagración dice las palabras consabidas, en el mismo instante abandona el cielo y se oculta en las Hostias Consagradas, estando en todas y cada una como está en la gloria.
La vocación es un don del cielo, preciosísimo, hay que saber aprovecharlo, para rendir después el ciento por uno en favor de las almas que esperan la labor sacerdotal, para salvarse… los seminaristas, para llegar a ser sacerdotes, tienen qué estudiar mucho, mucho... nuestro Señor no puede conceder a un hombre gracia más grande que la de hacerlo ¡SANTO SACERDOTE MISIONERO!
Un santo Sacerdote no piensa más que en las almas; no quiere más que almas; solo trabaja por ellas; por salvarlas se impone toda suerte de sacrificios y va en su busca, como el Buen Pastor por la oveja extraviada; y, cuando la divisa, entre zarzas y matorrales, no teme a las espinas, hasta sacarla de ahí; luego la coloca sobre sus hombros y la lleva al redil, lleno de gozo... Deberán asimilar al mismo Cristo para ser «transparencia de él» en todos los momentos de su vida; ya sea que duerman o coman, prediquen la palabra de Dios, que consagren, administren cualquier sacramento; en cualquier momento deberán obrar como él, esa es su hermosa vocación, con el espíritu propio del evangelio y las características de su familia misionera, entregados con generosidad, sencillez, alegría, abandono completamente en las manos del Padre...
La vida del Sacerdote se pasa haciendo el bien a ejemplo de su buen Maestro; por eso en su última hora, cuando tengamos que dejar todas las riquezas y bienes perecederos de esta vida, oirá de labios del Señor estas consoladoras palabras: «Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor».
Demos gracias por este don tan grande de su vocación al sacerdocio y a la práctica de los consejos evangélicos, «sepamos ser agradecidos amando más y más nuestra hermosa vocación religiosa misionera y correspondiendo a ella con toda la generosidad de nuestros jóvenes corazones»... suplicando al mismo tiempo por el Señor que continúe y fortalezca en sus almas la obra que ha comenzado, dándoles la perseverancia hasta la meta que no deberá ser que la Patria celestial, rodeados de las muchas almas que esperan, si el Señor así es servido, sus manos sacerdotales para salir del pecado y entregarse a la acción santificadora del Espíritu.
Los sacerdotes, las vocaciones y los niños serán los predilectos en todo lo que haga por mi Dios... Todo lo que sufro quiero que sea por las almas; por la santificación de los sacerdote... En el regazo de Jesús Eucaristía, negocio por las almas, por las almas sacerdotales, infantiles y pecadoras… Concédeme la gracia Jesús de hacer amar a tu Madre inmensamente; llena a tus sacerdotes y misioneros de este amor a María para que así con unción, con íntimo sabor de esta Madre, sepan predicarla y hacerla ¬amar de todos los corazones”.
Preces por los Sacerdotes:
Monitor: Unámonos todos para pedir a Jesús Eucaristía, santidad para nuestros sacerdotes y abundantes vocaciones para esta sublime y necesaria misión en la Iglesia. Digamos después de cada súplica: "Jesús, Salvador del mundo: ¡Santifica a tus sacerdotes y seminaristas!".
Lector 1: Por nuestro Santísimo Padre el Papa, para que le conserves, Señor, su corazón de Buen Pastor como el tuyo. Oremos.
Lector 2: Por todos los Obispos, sucesores de los Apóstoles comprometidos con tus ovejas, paras que les des, Señor, solicitud paternal por sus sacerdotes. Oremos.
Lector 1: Por todos los párrocos, para que, con olor a oveja, sean siempre servidores y a no busquen ser servidos, Señor. Oremos.
Lector 2: Por todos los confesores y directores espirituales, para que los hagas, Señor, instrumentos dóciles de tu Espíritu. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes predicadores, para siempre anuncien tu palabra y comuniquen espíritu y vida, Señor. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes que son asistentes de movimientos y grupos de apostolado seglar, para que, centrándose en Ti, impulsen con su testimonio, la vida de los laicos. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes y seminaristas que trabajan por la juventud, para que, con sencillez y alegría, la comprometan contigo, Señor. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes y seminaristas misioneros que trabajan en lugares lejanos y entre los pobres, para que te vean y te sirvan siempre en ellos. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes y hermanos que atienden enfermos, para que les enseñen el valor del sufrimiento uniéndose a tu pasión, Señor. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes y seminaristas que están pasando por momentos difíciles, para que no les falte un momento frente a Ti que los consuele. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes que fomentan vocaciones en tu Iglesia, ayúdalos a ser verdaderos testigos tuyos que contagien el gozo de vivir para Ti. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes calumniados difamados y perseguidos, para que Tú, que los llamaste a ser presencia tuya en el mundo, los fortalezcas, Señor, y los sigas configurando contigo. Oremos.
Lector 1: Por todos aquellos que aspiran al sacerdocio, para que encuentren siempre ejemplos de vida que les invite a seguirte cada vez más de cerca. Oremos.
Lector 2: Por aquellos sacerdotes en cuyas misas hemos participado y que nos han alimentado con tu Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, para que no les falta nunca la oración de todo el pueblo de Dios. Oremos.
Monitor: Que todos los sacerdotes sean uno como Tú y el Padre, Señor. Que todos los sacerdotes, promuevan la justicia con que Tú eres justo. Que todos los sacerdotes, colaboren en la unidad de tu Iglesia, Señor. Que todos los sacerdotes, llenos de Ti, vivan con alegría en el celibato, Señor. A todos los sacerdotes, dales la plenitud de tu Espíritu y transfórmalos en Ti, Señor. Amén.
Bendición con el Santísimo Sacramento.
Ministro: Señor nuestro Jesucristo, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión concédenos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente los frutos de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
(Si está presente un sacerdote o diácono, se dará la bendición del forma acostumbrada, de otra manera, se hace la reserva).
Bendito sea Dios
Bendito sea su santo Nombre
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre
Bendito sea el nombre de Jesús
Bendito sea su sacratísimo Corazón
Bendita sea su preciosísima Sangre
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito
Bendita sea la excelsa Madre de Dios: María santísima
Bendita sea su santa e inmaculada concepción
Bendita sea su gloriosa asunción
Bendito sea el dulce nombre de María, Virgen y Madre
Bendito sea San José, su castísimo esposo
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos. Amén
CANTO: "EL TESTIGO".
Por Ti, mi Dios, cantando voy
la alegría de ser tu testigo, Señor.
Es fuego tu Palabra que mi boca quemó,
mis labios ya son llamas y cenizas mi voz,
da miedo proclamarla pero Tú me dices:
“No temas contigo estoy”.
Por Ti, mi Dios, cantando voy...
Tu Palabra es una carga que mi espalda dobló,
es brasa tu mensaje que mi lengua secó.
Déjate quemar si quieres alumbrar,
“no temas, contigo estoy”.
Por Ti, mi Dios, cantando voy...
Me mandas que cante con toda mi voz,
no sé como cantar tu mensaje de amor,
los hombres me preguntan cuál es mi misión,
les digo: “Testigo soy”.
Ministro: Del santo Evangelio según san Lucas (5, 1-11)
En aquel tiempo, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Momentos de silencio para la meditación personal.
Lector 1: El sacerdote es un hombre configurado sacramentalmente con Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Es un hombre consagrado por Dios para el servicio de sus hermanos, como continuador de la misión salvadora de Jesús a quien contemplamos ahora en la Eucaristía. El sacerdote es un hombre con potestad recibida de Cristo, a través de la Iglesia para evangelizar, santificar y apacentar al pueblo de Dios.
Lector 2: El sacerdote es un hombre de fe y de gozosa esperanza, un hombre que ama como Cristo amó. Es un hombre comprometido en la salvación plena de sus hermanos: cuerpo y alma, tiempo y eternidad, con Cristo y como Cristo. El sacerdote es un hombre de entrega generosa al servicio del Señor y de sus hermanos, un hombre lleno de Espíritu que, dócil a su acción, realiza la obra de Jesús, se identifica con sus sentimientos y es transformado en Cristo.
CANTO: "PESCADOR DE HOMBRES".
Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan solo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos
sonriendo has dicho mi nombre
en las arena he dejado mi barca
junto a ti buscar otro mar.
Tú sabes bien lo que tengo,
en mi barca no hay oro ni espadas,
tan solo redes y mi trabajo.
Señor, me has mirado a los ojos...
Tú necesitas mis manos,
mi cansancio que a otros descanse,
amor que quiera seguir amando.
Señor, me has mirado a los ojos...
Momentos de silencio para la meditación personal.
Monitor: Escuchemos ahora, y meditemos, unas líneas entresacadas de los escritos de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento en torno a la vocación sacerdotal:
Lector: “Siempre, siempre me han entusiasmado las misiones; he sentido, sobre todo desde mi conversión, una sed ardiente de ser misionera, pero de serlo a lo divino, comprarle muchas almas a él, y sobre todo… almas sacerdotales... Esta es la inspiración que ha tenido mi alma; santificarme para santificar al sacerdocio, ofrecer por él, mis sacrificios cotidianos, mis oraciones todas, mis vencimientos... Todo lo que sufro quiero que sea por las almas; por la santificación de los sacerdotes... Roguemos mucho por los sacerdotes. Esta crisis mundial arrastra, como varios de ustedes me dicen, a varios. Y recuerden que, uno de nuestros fines es rogar por el sacerdocio cristiano, católico.
El Sacerdote tiene palabras de vida eterna para consolar a los afligidos, para sostener a los que luchan, para llenar de esperanza a los desesperados, para sostener a los justos, para llevar los niños a Jesús... El sacerdote es la dignidad más grande que existe sobre la tierra. Y, ¿sabes por qué? Porque el sacerdote hace descender del cielo a Jesús; cuando él, en el momento de la Consagración dice las palabras consabidas, en el mismo instante abandona el cielo y se oculta en las Hostias Consagradas, estando en todas y cada una como está en la gloria.
La vocación es un don del cielo, preciosísimo, hay que saber aprovecharlo, para rendir después el ciento por uno en favor de las almas que esperan la labor sacerdotal, para salvarse… los seminaristas, para llegar a ser sacerdotes, tienen qué estudiar mucho, mucho... nuestro Señor no puede conceder a un hombre gracia más grande que la de hacerlo ¡SANTO SACERDOTE MISIONERO!
Un santo Sacerdote no piensa más que en las almas; no quiere más que almas; solo trabaja por ellas; por salvarlas se impone toda suerte de sacrificios y va en su busca, como el Buen Pastor por la oveja extraviada; y, cuando la divisa, entre zarzas y matorrales, no teme a las espinas, hasta sacarla de ahí; luego la coloca sobre sus hombros y la lleva al redil, lleno de gozo... Deberán asimilar al mismo Cristo para ser «transparencia de él» en todos los momentos de su vida; ya sea que duerman o coman, prediquen la palabra de Dios, que consagren, administren cualquier sacramento; en cualquier momento deberán obrar como él, esa es su hermosa vocación, con el espíritu propio del evangelio y las características de su familia misionera, entregados con generosidad, sencillez, alegría, abandono completamente en las manos del Padre...
La vida del Sacerdote se pasa haciendo el bien a ejemplo de su buen Maestro; por eso en su última hora, cuando tengamos que dejar todas las riquezas y bienes perecederos de esta vida, oirá de labios del Señor estas consoladoras palabras: «Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor».
Demos gracias por este don tan grande de su vocación al sacerdocio y a la práctica de los consejos evangélicos, «sepamos ser agradecidos amando más y más nuestra hermosa vocación religiosa misionera y correspondiendo a ella con toda la generosidad de nuestros jóvenes corazones»... suplicando al mismo tiempo por el Señor que continúe y fortalezca en sus almas la obra que ha comenzado, dándoles la perseverancia hasta la meta que no deberá ser que la Patria celestial, rodeados de las muchas almas que esperan, si el Señor así es servido, sus manos sacerdotales para salir del pecado y entregarse a la acción santificadora del Espíritu.
Los sacerdotes, las vocaciones y los niños serán los predilectos en todo lo que haga por mi Dios... Todo lo que sufro quiero que sea por las almas; por la santificación de los sacerdote... En el regazo de Jesús Eucaristía, negocio por las almas, por las almas sacerdotales, infantiles y pecadoras… Concédeme la gracia Jesús de hacer amar a tu Madre inmensamente; llena a tus sacerdotes y misioneros de este amor a María para que así con unción, con íntimo sabor de esta Madre, sepan predicarla y hacerla ¬amar de todos los corazones”.
Monitor: Unámonos todos para pedir a Jesús Eucaristía, santidad para nuestros sacerdotes y abundantes vocaciones para esta sublime y necesaria misión en la Iglesia. Digamos después de cada súplica: "Jesús, Salvador del mundo: ¡Santifica a tus sacerdotes y seminaristas!".
Lector 1: Por nuestro Santísimo Padre el Papa, para que le conserves, Señor, su corazón de Buen Pastor como el tuyo. Oremos.
Lector 2: Por todos los Obispos, sucesores de los Apóstoles comprometidos con tus ovejas, paras que les des, Señor, solicitud paternal por sus sacerdotes. Oremos.
Lector 1: Por todos los párrocos, para que, con olor a oveja, sean siempre servidores y a no busquen ser servidos, Señor. Oremos.
Lector 2: Por todos los confesores y directores espirituales, para que los hagas, Señor, instrumentos dóciles de tu Espíritu. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes predicadores, para siempre anuncien tu palabra y comuniquen espíritu y vida, Señor. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes que son asistentes de movimientos y grupos de apostolado seglar, para que, centrándose en Ti, impulsen con su testimonio, la vida de los laicos. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes y seminaristas que trabajan por la juventud, para que, con sencillez y alegría, la comprometan contigo, Señor. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes y seminaristas misioneros que trabajan en lugares lejanos y entre los pobres, para que te vean y te sirvan siempre en ellos. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes y hermanos que atienden enfermos, para que les enseñen el valor del sufrimiento uniéndose a tu pasión, Señor. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes y seminaristas que están pasando por momentos difíciles, para que no les falte un momento frente a Ti que los consuele. Oremos.
Lector 1: Por los sacerdotes que fomentan vocaciones en tu Iglesia, ayúdalos a ser verdaderos testigos tuyos que contagien el gozo de vivir para Ti. Oremos.
Lector 2: Por los sacerdotes calumniados difamados y perseguidos, para que Tú, que los llamaste a ser presencia tuya en el mundo, los fortalezcas, Señor, y los sigas configurando contigo. Oremos.
Lector 1: Por todos aquellos que aspiran al sacerdocio, para que encuentren siempre ejemplos de vida que les invite a seguirte cada vez más de cerca. Oremos.
Lector 2: Por aquellos sacerdotes en cuyas misas hemos participado y que nos han alimentado con tu Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, para que no les falta nunca la oración de todo el pueblo de Dios. Oremos.
Monitor: Que todos los sacerdotes sean uno como Tú y el Padre, Señor. Que todos los sacerdotes, promuevan la justicia con que Tú eres justo. Que todos los sacerdotes, colaboren en la unidad de tu Iglesia, Señor. Que todos los sacerdotes, llenos de Ti, vivan con alegría en el celibato, Señor. A todos los sacerdotes, dales la plenitud de tu Espíritu y transfórmalos en Ti, Señor. Amén.
CANTO: "ALTÍSIMO SEÑOR".
ALTÍSIMO SEÑOR
QUE SUPISTE JUNTAR
A UN TIEMPO EN EL ALTAR
SER CORDERO Y PASTOR
QUISIERA CON FERVOR
AMAR Y RECIBIR
A QUIEN POR MÍ
QUISO MORIR.
Cordero divinal
por nuestro sumo bien
inmolado en Salem,
en tu puro raudal,
en tu puro raudal,
de gracia celestial,
lava mi corazón,
que fiel te rinde
adoración.
Ministro: Señor nuestro Jesucristo, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión concédenos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente los frutos de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
(Si está presente un sacerdote o diácono, se dará la bendición del forma acostumbrada, de otra manera, se hace la reserva).
Bendito sea Dios
Bendito sea su santo Nombre
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre
Bendito sea el nombre de Jesús
Bendito sea su sacratísimo Corazón
Bendita sea su preciosísima Sangre
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito
Bendita sea la excelsa Madre de Dios: María santísima
Bendita sea su santa e inmaculada concepción
Bendita sea su gloriosa asunción
Bendito sea el dulce nombre de María, Virgen y Madre
Bendito sea San José, su castísimo esposo
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos. Amén
CANTO: "EL TESTIGO".
Por Ti, mi Dios, cantando voy
la alegría de ser tu testigo, Señor.
Es fuego tu Palabra que mi boca quemó,
mis labios ya son llamas y cenizas mi voz,
da miedo proclamarla pero Tú me dices:
“No temas contigo estoy”.
Por Ti, mi Dios, cantando voy...
Tu Palabra es una carga que mi espalda dobló,
es brasa tu mensaje que mi lengua secó.
Déjate quemar si quieres alumbrar,
“no temas, contigo estoy”.
Por Ti, mi Dios, cantando voy...
Me mandas que cante con toda mi voz,
no sé como cantar tu mensaje de amor,
los hombres me preguntan cuál es mi misión,
les digo: “Testigo soy”.
Por Ti, mi Dios, cantando voy...
me parece una buena forma de usar el internet, aparte de que es muy útil para no repetir siempre el mismo esquema de hora santa.
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