martes, 3 de marzo de 2015

«SEÑOR, TÚ ERES EL PAN DE VIDA»... HORA SANTA 17


Monitor: Nos hemos reunido porque queremos contemplar a Jesús Sacramentado y dejarlo entrar a nuestro corazón como Pan de Vida. Queremos estar con Él, para ser los discípulos misioneros que nuestra Iglesia necesita. En esta Hora Santa Él vendrá a nuestro encuentro. Nuestro alimento será contemplarlo en el Sacramento Eucarístico y en su Palabra para luego salir al encuentro de los hermanos más necesitados. Nos ponemos de rodillas para entonar el canto y recibir a Jesús.




CANTO DE ENTRADA:

ALTÍSIMO SEÑOR

Altísimo Señor, que supiste juntar
a un tiempo en el altar
ser cordero y pastor.
Quisiera con fervor amar y recibir
a quien por mi quiso morir.

Cordero divinal por nuestro sumo bien
inmolado en Salén, en tu puro raudal.
De gracia celestial, lava mi corazón,
que fiel te rinde adoración.

Suavísimo maná, que sabe a dulce miel
ven, y del mundo vil nada me gustará.
Ven y se trocará del destierro cruel
con tu dulzura la amarga hiel.

Oh convite real, dó sirve el Redentor,
al siervo del Señor comida sin igual;
Pan de vida inmortal, ven a entrañarte en mí,
y quede yo trocado a ti. 


Ministro: Adoremos y demos gracias en cada instante y momento
Todos: Al Santísimo Sacramento.

Padre Nuestro.
Ave María.
Gloria. (Se repite todo esto tres veces, según la tradición).

Monitor: Señor, creemos en ti. Creemos que por amor te has quedado en la Eucaristía para darnos el Pan que nos da la vida. Confiamos en tu planes divinos y te pedimos en estos momentos de oración una fe que nos haga ver mucho más allá de las preocupaciones y de las tristezas de cada día para poder caminar siempre hacia delante.

Momentos de silencio para meditar.

CANTO PARA MEDITAR:

NO PODEMOS CAMINAR

No podemos caminar
con hambre bajo el sol.
Danos siempre el mismo pan,
tu cuerpo y sangre, Señor .

Comamos todos de este pan
el pan de la unidad.
En un Cuerpo nos unió el Señor
Por medio del amor.

Señor, yo tengo sed de Ti
sediento estoy de Dios.
Pero pronto llegaré a ver
el rostro del Señor.

Por el desierto el pueblo va
cantando su dolor.
En la noche brillará tu luz
nos guía la verdad.


Monitor: Escuchemos ahora al mismos Jesús que está en la Eucaristía, hablarnos en su Palabra. Pongámonos en actitud de escucha:

Lector: Del santo Evangelio según san Juan 6, 44-51

En aquel tiempo dijo Jesús: Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo. Palabra del Señor.

Todos: Gloria a Ti Señor Jesús.

Momentos de silencio para meditar.

CANTO PARA MEDITAR:
YO SOY EL PAN DE VIDA

Yo soy el Pan de vida
El que viene a mi no tendrá hambre
El que cree en mi no tendrá sed
Nadie viene a mi, si el Padre no lo llama.

YO LO RESUCITARÉ, YO LO RESUCITARÉ,
YO LO RESUCITARÉ, EN EL DÍA FINAL.

El Pan que yo daré,
es mi Cuerpo, vida del mundo.
El que coma de mi carne tendrá vida eterna,
tendrá vida eterna.

Mientras tú no comas
el Cuerpo del hijo del hombre,
y bebas de su sangre, y bebas de su sangre,
no tendrás vida en ti.

Yo soy la resurrección.
Yo soy la vida.
El que crea en mi aunque muriera
Tendrá vida eterna tendrá vida eterna.

Si, Señor, yo creo
que tu eres el Cristo,
El Hijo de Dios, que vino al mundo
para salvarnos para salvarnos.


Monitor: El Papa Benedicto XVI nos dice lo que escucharemos a continuación.

Lector: Él, Palabra eterna, es el verdadero maná, es el pan de la vida y realizar las obras de Dios es creer en Él. En la Última Cena Jesús resume toda su existencia en un gesto que se inscribe en la gran bendición pascual a Dios, gesto que Él vive como Hijo como acción de gracias al Padre por su inmenso amor. Jesús parte el pan y lo comparte, pero con una profundidad nueva, porque Él se entrega a sí mismo. [...] Así la muerte de Cristo no se reduce a una ejecución violenta, sino que es transformada por Él en un acto libre de amor, de autodonación, que atraviesa victoriosamente la misma muerte y reafirma la bondad de la creación salida de las manos de Dios, humillada por el pecado y finalmente redimida. Este inmenso don es accesible a nosotros en el Sacramento de la Eucaristía: Dios se nos da, para abrir nuestra existencia a Él, para implicarla en el misterio de amor de la Cruz, para hacerla partícipe del misterio eterno del que procedemos y para anticipar la nueva condición de la vida plena en Dios, en espera de la cual vivimos. (Benedicto XVI, 11 de septiembre de 2011).

Momentos de silencio para meditar.

CANTO PARA MEDITAR:

MORA EN MÍ, AMADO MÍO 

Mora en mi, amado mío,
come mi Pan, sacia tu sed;
mi fuente en ti se torna en río.
Lo que tengo, lo que soy,
a todos doy.

Te doy mi amor, te doy mi tiempo,
sin titubear confía en Mí.
Vive en mi amor, vive en mi huerto.
Lo que tengo, lo que soy,
a todos doy.

Cristo en amor tan generoso
desde la Cruz lección nos dio:
como amo Yo, amen con gozo.
Lo que tengo, lo que soy,
a todos doy.

En el amor fraterno unidos,
con Cristo en santa comunión,
moren en Mí como en un nido.
Lo que tengo, lo que soy,
a todos doy.

Moro en tu Casa, Amado mío,
como tu Pan, sacio mi sed;
tu fuente en mí se torna en río.
Lo que tengo, lo que soy,
a todos doy.


Lector 1: Todos somos cuerpo de Cristo, pues todos comemos de un mismo pan que es el cuerpo de Cristo muerto y resucitado; todos somos un mismo Pueblo de Dios, Iglesia, peregrinos en Cristo hacia el Reino de Dios, alimentados por Cristo con su propia carne. "Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre". Sólo en Cristo y por Cristo constituimos un pueblo, un cuerpo, una Iglesia comprometida con Cristo en su muerte y resurrección para dar vida al mundo.

Lector 2: Cuando la comunión se entiende sólo como «mi comunión», asunto privado entre Jesús y mi alma, el cuerpo de Cristo que es la Iglesia se desintegra: cada uno come su propio pan, y éste ya no es entonces el «pan que partimos y compartimos». La comunión y la adoración a Jesús Eucaristía, Pan de Vida, sólo son auténticas cuando no se privatizan y se apropian, cuando comulgar con Cristo significa también comulgar con los hermanos, más aún, con todos los hombres y mujeres del mundo entero: recibimos un cuerpo que se entrega por nosotros y por todos los hombres. El que adora a Jesús Eucaristía y comulga con Él, se compromete con Cristo y con los que son de Cristo, como discípulo misionero, en el sacrificio de Cristo, en la salvación del mundo.

Lector 1: En la Eucaristía reconocemos el significado verdadero de la palabra donación: Dios nos da algo que está muy por encima de nuestras posibilidades. Dios se da a Sí mismo. La Eucaristía es un don del cielo que nos enseña a vivir según la mentalidad divina, a fiarnos de Dios para alimentar con Él a los demás. ¡Qué importante que nuestra vida la guíe el hambre del Don del cielo! Vivir y fomentar el amor a la Eucaristía es el mejor modo de aprender a vivir por un amor que no pasa.

Lector 2: Sabemos que nuestras acciones son efímeras, tienen fecha de caducidad. Hacemos algo y enseguida estamos deseando llevar a cabo un nuevo proyecto. Somos, en la sociedad actual, incansablemente activos. Eso está bien, si existe un deseo de algo mayor: el deseo del pan Eucarístico y del mismo cielo.

Lector 1: Cuando contemplamos al Señor y lo recibimos en la Eucaristía, aprendemos a vivir, como María, al estilo de Dios. Nos alimentamos de Él para darlo a los demás. Comulgamos… y ya no hay que pensar ni planificar nada más. En Él abandonamos todas nuestras cargas; comulgamos y renovamos nuestra confianza en Dios, el Pan que sacia toda hambre, pacifica todo corazón, aquieta toda alma y nos hace salir al encuentro de los demás.

Lector 2: Si somos capaces en ese momento de poner nuestra confianza en Dios como María la puso en la escucha de la Palabra… ¡cuánta paz puede alimentar nuestro corazón! Una paz insustituible, que sacia y que es imposible encontrar en ninguna realización material o profesional. ¡Señor –decimos con los discípulos–, danos siempre de este pan!

Monitor: Jesucristo ha querido permanecer entre nosotros en el sacramento del amor para hacerse nuestra comida y bebida; nosotros que estamos ante su presencia alabémosle de todo corazón diciendo después de cada una de las siguientes invocaciones: ¡Señor, danos siempre de este pan!

Lectores 1 y 2: Cristo, Maestro y Salvador del hombre... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Mesías enviado al mundo... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Fuente de la divina sabiduría... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Buena Noticia para el pobre... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Médico de los enfermos... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Palabra de verdad... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Luz de gracia... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Pan bajado del cielo... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Misterio pascual... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Muerto y resucitado por nosotros... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Sacramento de nuestra fe... ¡Señor, danos siempre de este pan!
Lectores 1 y 2: Cristo, Presencia permanente entre nosotros... ¡Señor, danos siempre de este pan!

Momentos de silencio para meditar.

Monitor: La fe alimentada por el “Pan de vida” no se cansa de repetir que Jesús es la verdadera respuesta que pone fin a nuestra búsqueda, es el sentido de la vida y de su futuro: "El que come este pan vivirá para siempre”(Juan, 6, 58). Sobre todo, en los momentos en los cuales el sufrimiento exige una respuesta de amor, debemos fijarnos que, las palabras de Cristo: “Tomen y Coman”, se dirigen propiamente a él. El Pan Eucarístico es la fuerza de los débiles, el apoyo de los enfermos, el bálsamo que sana las heridas, el viático del que deja este mundo. Es el vigor de los fieles que trabajan, en ambientes y circunstancias en las cuales es la única posibilidad de proclamación del Evangelio dando testimonio de Jesucristo, “Camino, Verdad y Vida”(Jn 14,6). En esta Hora Santa hemos adorado al Pan de vida. Que esto nos aliente a convencernos en todo momento que vale la pena venir por este alimento para darlo a los demás.

CANTO PARA LA RESERVA DEL SANTÍSIMO:

CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES

Cantemos al Amor de los Amores, cantemos al Señor.
Dios está aquí, venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor.

Gloria a Cristo Jesús, Cielos y Tierra bendecid al Señor,
honor y gloria a Ti, Rey de la Gloria,
Amor por siempre a Ti, Dios del amor. (bis)


Oremos: Oh Dios, que bajo este admirable sacramento nos has dejado el memorial de tu pasión, concédenos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu redención. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas. Por los siglos de los siglos. Amén.

Si está presente el sacerdote o el diácono imparte la bendición con el Santísimo, de lo contrario se hace la reserva.

Ultimas oraciones: (Letanías).

Bendito sea Dios, bendito sea su santo nombre, bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, bendito sea el santo nombre de Jesús, bendito sea su sacratísimo corazón, bendita sea su preciosísima sangre, bendito sea Jesucristo en el santísimo sacramento del altar, bendito sea el Espíritu Santo consolador, bendita sea la gran madre de Dios María Santísima, bendita sea su santa e inmaculada concepción, bendita sea su gloriosa asunción, bendito sea el nombre de María Virgen y Madre, bendito sea san José su castísimo esposo, bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

CANTO DE SALIDA:

CRISTO TE NECESITA PARA AMAR

Cristo te necesita para amar, para amar; Cristo te necesita para amar (bis)

NO TE IMPORTEN LAS RAZAS NI EL COLOR DE LA PIEL,
AMA A TODOS COMO HERMANOS Y HAZ EL BIEN (BIS)

Al que sufre y al triste dale amor, dale amor; al humilde y al pobre dale amor (bis)

Al que vive a tu lado dale amor, dale amor; al que viene de lejos dale amor (bis)

Al que habla otra lengua dale amor, dale amor; al que piensa distinto dale amor (bis)

Al amigo de siempre dale amor, dale amor; y al que no te saluda dale amor (bis)


algdr

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