martes, 3 de marzo de 2015

«En la Casa de Dios»... HORA SANTA 21 Un momento de adoración para invitar a ser don como María


Monitor: El misionero es el gran enamorado que no tiene tiempo de teorizar, se sabe siempre sostenido e impulsado por Cristo y su familia. La presencia de Jesús Eucaristía nos impulsa, nos envía, nos hace testigos del amor que Dios nos manifestó enviando a su Hijo para salvarnos. Pongámonos en pie para cantar y recibir a Jesús Eucaristía:

Canto de entrada:

"AQUÍ ESTOY SEÑOR"

Aqui estoy señor te oiré, 
cumpliré Jesus tu voluntad.
Aqui estoy señor y háblame,  
tu palabra es mi salvación.
Aqui estoy Señor escucharé, 
tu palabra que a todos daré.
Corazones muertos salvaré 
y a todos los hombres libraré.

Quiero oír tu voz y alabarte
y saber que no es mi corazón
y poner mi vida en la tuya
y saber que todo tuyo es.
Quiero oír tu voz y alabarte
y saber que no es mi corazón
y ponernos todos en tus manos
y saber que el mundo salvo es.

Aqui estoy Señor y guíame,
solo un hombre es lo que yo soy.
Pero tu me quieres y me llamas
aquí estoy Señor, si aquí estoy

Quiero oír tu voz y alabarte...

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada instante y momento
Todos: Al Santísimo Sacramento.

Padre Nuestro.
Ave María.
Gloria. (Se repite todo esto tres veces, según la tradición).
Momentos de silencio para la reflexión personal ante Jesús Sacramentado.

Monitor: Cristo se ha quedado en la Eucaristía y ahora nos invita a estar con Él en un rato de adoración familiar –como en casa– para contagiarnos de ese, su mismo amor. En la presencia de Dios, y con el espíritu misionero que hemos recibido desde el día de nuestro bautismo, escuchemos este hermoso poema de la Doctora de la Iglesia santa Teresita del Niño Jesús y meditemos después en silencio:

(La lectura la pueden hacer dos mujeres alternando los versos de forma pausada).

"Vivir de amor"

Vivir de amor es darse sin medida 
sin reclamar salario aquí en la tierra. 
yo me doy sin cuenta bien segura 
de que en amor, el cálculo no entra. 

Lo he dado todo al Corazón Divino 
que reboza ternura; 
nada me queda ya, corro ligera, 
ya mi única riqueza es y por siempre será: 
“Vivir de amor”. 

Vivir de amor, oh, qué locura extraña, 
me dice el mundo; cese ya tu canto. 
No pierdas tus perfumes, no derroches tu vida,
aprende a utilizarlos con ganancia. 

Jesús, amarte es pérdida fecunda.
Tuyos son mis perfumes para siempre. 
Al salir de este mundo cantar quiero:
“Muero de amor”. 

Morir de amor, dulcísimo martirio, y es el martirio que sufrir quisiera.
Éste será mi cielo y mi destino: 
“Vivir de amor!”. 

Momentos de silencio para la reflexión personal ante Jesús Sacramentado.

Canto de meditación:

"LOS CAMINOS"

Los caminos de este mundo                                               
nos conducen hasta Dios,           
hasta el cielo prometido,
donde siempre brilla el sol.

Y cantan los prados, cantan las flores,
con armoniosa voz,
y mientras que cantan prados y flores,
yo soy feliz pensando en Dios.

Los caminos de la tierra,
están llenos de amistad,
no la niegues a tu hermano,
que la espera en ti encontrar.

Y cantan los prados...

Los caminos de este mundo,
enlazados juntos van,
entre penas y alegrías,
hasta el cielo llegarán.

Y cantan los prados...

Los caminos de esta vida,
te conducen de verdad,
al buen Dios que te convida,
a entrar en su eternidad.

Y cantan los prados...

Los caminos de este mundo,
el amor brindando están,
siempre habrá alguien que te quiera,
con cariño de verdad.

Y cantan los prados...

Monitor: Escuchemos ahora la palabra de Dios y dejemos que penetre nuestro corazón misionero, deseoso de amar al Amor de los amores y hacerlo amar del mundo entero.

Lector: De la primera carta del apóstol San Juan                                                   (I Jn 4, 9-15)

“En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios”. Palabra de Dios.

Monitor: Escuchemos ahora, para reflexionar ante Jesús, unas palabras del Papa Francisco:

Lector: "... ¡Cuántas veces ustedes se han inclinado hacia quien lo necesita, como el buen samaritano, le han mirado a los ojos, le han dado la mano para aliviarle! ¡Cuántas bocas han saciado con paciencia y dedicación! ¡Cuántas heridas, especialmente espirituales, han vendado! Hoy desearía detenerme en tres palabras que les son familiares: Casa, don y María.

Cuando decimos «casa» entendemos un lugar de acogida, una morada, un ambiente humano donde estar bien, reencontrarse a uno mismo, sentirse introducido en un territorio, en una comunidad. Más profundamente todavía, «casa» es una palabra de sabor típicamente familiar, que recuerda el calor, el afecto, el amor que se pueden experimentar en una familia. La «casa» entonces representa la riqueza humana más preciosa, la del encuentro, la de las relaciones entre las personas, distintas por edad, por cultura y por historia, pero que viven juntas y que juntas se ayudan a crecer. Precisamente por esto la «casa» es un lugar decisivo en la vida, donde la vida crece y se puede realizar, porque es un lugar donde cada persona aprende a recibir amor y a donar amor.

Hay también una segunda palabra muy importante: la palabra «don»... ustedes son un don para la Iglesia. Ustedes nos dicen que amar a Dios y al prójimo no es algo abstracto, sino profundamente concreto: quiere decir ver en cada persona el rostro del Señor que hay que servir, y servirle concretamente. Y ustedes son, queridos hermanos y hermanas, el rostro de Jesús. ¡Gracias! Ustedes «donan» la posibilidad, a muchos, de servir a Jesús en quien se encuentra en dificultad, en quien necesita ayuda, son una luminosa transparencia de la caridad de Dios, que es un Padre bueno y misericordioso para todos, sin distinción de nacionalidad o de religión, según la enseñanza de Jesús: «Gratis han recibido, denlo gratis» (Mt 10, 8).

Finalmente la tercera palabra: «María». La Virgen Santa hizo de su existencia un don incesante y precioso a Dios, porque amaba al Señor. María es un ejemplo y un estímulo para vivir la caridad hacia el prójimo, no por una especie de deber social, sino partiendo del amor de Dios, de la caridad de Dios. La Madre de Jesús es nuestra y hace familia, con nosotros y con Jesús. Para nosotros, cristianos, el amor al prójimo nace del amor de Dios y es de ello la más límpida expresión. Aquí se busca amar al prójimo, pero también dejarse amar por el prójimo. Estas dos actitudes caminan juntas; no puede haber una sin la otra. Amar a Dios en los hermanos y amar a los hermanos en Dios." (cfr. Visita del Papa Francisco el 21 de Mayo de 2013 a la Casa Dono di María en Roma).

Momentos de silencio para la reflexión personal ante Jesús Sacramentado.

Monitor: Oremos en familia, en esta nuestra casa, la casa de Dios en donde estamos reunidos en torno a Jesús en la Custodia y respondamos a cada intención diciendo:

Jesús Eucaristía, aumenta nuestro ardor misionero.

Lector: Te pedimos Señor, que como santa Teresita, pasemos nuestro Cielo haciendo el bien sobre la tierra, y seamos, como decía la beata María Inés, la estrellita que ilumine el caminar de quienes nos rodean, viviendo las actitudes de Jesús el Misionero del Padre.

Lector: Te pedimos Señor que como san Francisco Javier, seamos don de amor, misioneros incansables que dejando a un lado nuestros egoísmos, intereses personales y  comodidades,estemos atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren la pobreza, la enfermedad, el hambre, la soledad, el sin sentido, las guerras, el odio.

Lector: Danos Señor un corazón dpuro como el de la Santísima Virgen María, para que confiemos siempre con sencillez en tu amor de Padre y busquemos vivir de acuerdo a tu voluntad.

Lector: Que unidos en familia, la confianza y el abandono en la voluntad del Padre, acreciente en nuestra vida la fe, esperanza y amor para ser misioneros que transmitan una profunda experiencia de Dios.

Lector: Que la alegría de la presencia de Jesús en nuestra vida nos haga testigos de Esperanza en un mundo desalentado por las divisiones, conflictos, violencias.

Monitor: Dios está presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Preparemos nuestros corazones para recibir con agrado su bendición.

Canto para la bendición:

"TANTUM ERGO"

Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.

Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.
Amen.

Mientras tanto, arrodillado, el ministro inciensa el Santísimo Sacramento, si la exposición se hizo con la custodia.

Ministro: Les diste pan del cielo. (T.P. Aleluya).
Todos: Que contiene en sí todo deleite. (T.P. Aleluya).

Luego el ministro se pone en pie y dice:

Oremos: Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tú Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amen.

BENDICIÓN EUCARÍSTICA

Una vez que se ha dicho la oración, si el que hizo la exposición es el sacerdote o diácono, toma el paño de hombros, hace genuflexión, toma la custodia o el copón, y sin decir nada, traza con el Sacramento la señal de la cruz sobre el pueblo. (A continuación se pueden decir las alabanzas de desagravio)

ALABANZAS DE DESAGRAVIO:

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Concluida la bendición, el mismo sacerdote o diácono que impartió la bendición u otro sacerdote o diácono, reserva el Sacramento en el tabernáculo.

Canto de salida:

"SOY MISIONERO"

Hoy de muchos pueblos y ciudades nos reunimos pues
queremos nuestro compromiso renovar, somos caminantes,
somos paz y somos fuego, somos voz que cantamos himnos de
amistad.

Soy misionero y el evangelio voy por el mundo anunciando la misión,
nueva esperanza, nuevo milenio primavera para el mundo es mi
canción . 


No hacemos la guerra amigo, somos en la tierra por donde
andamos hermanos vamos a encontrar, somos caminantes,
somos paz y somos fuego, somos voz que cantamos himnos de
amistad.

Únete al Iglesia en misión, únete a mi canción .


algdr2013

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