martes, 3 de marzo de 2015

«CON ÉL AL ATARDECER»... HORA SANTA 20 para la tarde




Monitor: Bienvenidos hermanos y amigos. Nos hemos reunido cuando el día declina, porque queremos adorar en esta Hora Santa a Jesús Sacramentado. Él quiere estar a nuestro lado y por eso nos ha invitado a orar esta tarde como sus discípulos-misioneros. Nuestro alimento en este espacio de tiempo será estar con Él en el Sacramento Eucarístico y escuchándole en su Palabra, para ir, después, al encuentro de los hermanos más alejados. Nos ponemos de rodillas para entonar el canto y recibir a Jesús que llega en la Eucaristía.

Canto de Entrada:
(Mientras se expone a Jesús Sacramentado en la Custodia, en el expositor o se abre el Sagrario)

JUNTO A TI AL CAER DE AL TARDE

Junto a ti, al caer de la tarde,
y cansados de nuestra labor,
te ofrecemos con todos los hombres
el trabajo, el descanso, el amor.

Con la noche las sombras nos cercan
y regresa la alondra a su hogar;
nuestro hogar son tus manos, Oh Padre
y tu amor nuestro nido será.

Cuando al fin nos recoja tu mano
para hacernos gozar de tu paz,
reunidos en torno a tu mesa
nos darás la perfecta hermandad.

Te pedimos señor que nos nutras
con el pan que del cielo bajó,
y renazca en nosotros la vida
con la fe, la esperanza, el amor.

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento
Todos: al Santísimo Sacramento

Padre Nuestro …
Ave María …
Gloria …

Ministro:

Oh Dulcísimo Jesús,
que escondido bajo los velos eucarísticos,
escuchas piadoso esta tarde nuestras súplicas humildes,
para presentarlas al trono del Altísimo,
acoge ahora los anhelos ardientes de nuestros corazones.
Ilumina nuestras inteligencias,
reafirma nuestras voluntades,
revitaliza nuestra constancia
y enciende en nuestros corazones la llama de un santo entusiasmo,
para que, al llegar al final de este día te alabemos y
sepamos ofrecerte un homenaje de gratitud
especialmente por el día que hemos vivido. Amen.

Momentos de silencio para meditar.

Canto de meditación.

Quédate junto a nosotros

Quédate junto a nosotros
que la tarde está cayendo,
pues sin ti a nuestro lado
nada hay justo, nada hay bueno.

Avanzamos solos por nuestro camino
cuando vimos a la vera un peregrino
nuestros ojos ciegos de tanto penar
se llenaron de vida, se llenaron de paz.

Quédate junto a nosotros...

Buen amigo quédate a nuestro lado,
pues el día ya sin luces se ha quedado
con nosotros quédate para cenar
y comparte mi mesa y comparte mi pan.

Quédate junto a nosotros...

Tus palabras fueron la luz de mi espera
y nos diste una fe más verdadera
al sentarnos junto a ti para cenar
conocimos quién eras, al partirnos el pan.

Momentos de silencio para meditar.

Monitor: Demos gracias a Jesús Eucaristía por los beneficios que cada día nos concede. La tarde, es un momento especial para reconocer su amor misericordioso. Oremos con el salmo 91

Salmista: Al atardecer, te damos gracias Señor.
Todos: Al atardecer, te damos gracias Señor.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Todos: Al atardecer, te damos gracias Señor.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Todos: Al atardecer, te damos gracias Señor.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Todos: Al atardecer, te damos gracias Señor.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

Todos: Al atardecer, te damos gracias Señor.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Monitor: Pongámonos ahora en pie y entonemos el canto del aleluya que prepare nuestros corazones y nuestros oídos al gozo de la escucha del Evangelio:

Aleluya, aleluya, aleluya,
Aleluya, aleluya, aleluya.

Suba Señor nuestra oración, como incienso en tu presencia,
el alzar de nuestras manos, como ofrenda de la tarde.

Aleluya, aleluya, aleluya,
Aleluya, aleluya, aleluya.

Ministro: Del Evangelio según san Lucas (Lc 24,27-32).

En aquellos días, (habiéndose aparecido Jesús a dos de sus discípulos que iban a Emaús), empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Palabra del Señor.

Momentos de silencio. (Si el Ministro es sacerdote o diácono puede hacer una breve reflexión).

Monitor: Al caer la tarde, nos ofreciste Señor Jesús tu cuerpo como alimento de vida eterna, acepta ahora nuestra oración vespertina y haz que no falte en nuestras vidas el deseo de ser agradecidos por todo lo que sabemos nos viene de tu mano amorosa.

Todos: Gracias Señor por tu bondad.

Lector: Hijo amado del Padre, que te entregaste en la Cruz por nuestra salvación y quisiste quedarte en la Eucaristía para ser el centro y el sostén de nuestras vidas, ayúdanos a terminar cada día con un deseo renovado de seguir viviendo nuestra fe, dispuestos a dar nuestra vida por ti en servicio a nuestros hermanos como tú nos enseñaste.

Todos: Gracias Señor por tu bondad.

Lector: Señor Jesús, que al igual que nosotros viviste en esta tierra en una familia, te damos gracias por las familias cristianas,  porque en cada una de ellas, cada día, nos regalas una "iglesia doméstica" donde pueden nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.

Todos: Gracias Señor por tu bondad.

Lector:  Jesús Eucaristía, no pudiéramos adorarte en este augusto sacramento sin los sacerdotes que consagran el pan y el vino para convertirlo en tu presencia sacramental que nos acompaña en el diario caminar. Te pedimos por todos ellos, y también por los Seminarios Menores y Mayores, para que todos los sacerdotes y los jóvenes que se preparan para esta hermosa vocación, vivan con gozo y generosidad su formación muy unidos a Ti en la Eucaristía cada día.

Todos: Gracias Señor por tu bondad.

Lector:  Cristo de la Eucaristía, alimento de nuestras vidas, al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,  enriquécela, con un aumento de fe en todos sus miembros, especialmente en aquellos que más lo necesitan en esta tarde.

Todos: Gracias Señor por tu bondad.

Ministro:  Oh Cristo, que con tu sacrificio redentor purificas y elevas el amor humano, haz que cada día que termina, encontremos un espacio para estar contigo, tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.

Canto para la reserva del Santísimo:

Cantemos al amor de los amores.

Cantemos al Amor de los Amores, cantemos al Señor.
Dios está aquí, venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor.

Gloria a Cristo Jesús, Cielos y Tierra bendecid al Señor,
honor y gloria a Ti, Rey de la Gloria,
Amor por siempre a Ti, Dios del amor. (bis)


Ministro: Oh Dios, que bajo este admirable sacramento nos has dejado el memorial de tu pasión, concédenos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu redención. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas. Por los siglos de los siglos. Amén.

(Si está presente el sacerdote o el diácono imparte la bendición con el Santísimo, de lo contrario se hace la reserva).

Ultimas oraciones: (Letanías).

Bendito sea Dios, bendito sea su santo nombre, bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, bendito sea el santo nombre de Jesús, bendito sea su sacratísimo corazón, bendita sea su preciosísima sangre, bendito sea Jesucristo en el santísimo sacramento del altar, bendito sea el Espíritu Santo consolador, bendita sea la gran madre de Dios María Santísima, bendita sea su santa e inmaculada concepción, bendita sea su gloriosa asunción, bendito sea el nombre de María Virgen y Madre, bendito sea san José su castísimo esposo, bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

Canto final:

Cuando la Luz del sol.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño 
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte 
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza 
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. 

algdr2013

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