martes, 18 de diciembre de 2018

«EN PLENAS POSADAS»... Un pequeño pensamiento para hoy


No nos puede quedar duda de que el salmo 71 (72 en la Biblia) es un salmo mesiánico. La liturgia de la palabra insiste en él. Ayer lo leímos y ahora vuelve a aparecer repitiendo el responsorio y algunos de sus versículos. Con ansia exclamamos con el salmista: «¡Ven, Señor, rey de justicia y de paz!» No puedo negar que soy mexicano, y al volver a ver este salmo y contemplar en él la esperanza que aviva el corazón del salmista, pienso en mi país y en las posadas que en estos días se celebran por muchas calles y rincones desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños. Pero pienso también en lo que el salmo nos dice en torno a la justicia y la paz y la forma en que vivimos la justicia y la paz, pero no a al estilo del mundo, sino al estilo de la justicia y la paz que nos viene a traer Jesús y que brillan en José y María en una alegre espera. México, en una encuesta realizada en este 2018 en 180 países para evaluar la corrupción en los mismos, ocupa el lugar 135, en donde el «0» lo tiene el menos corrupto y el «180» el más. ¿Qué nos dice esto al celebrar las posadas en estos días? Y la realidad es que hay derroche, malgasto, mundanidad, frivolidad, comilonas, borracheras... corrupción. Y no es por el gobierno, ni por algunas instituciones... es por nuestro mezquino corazón. Un país en donde la mayoría aún es cristiana ha dejado a un lado valores que ayudan a establecer la justicia porque ha sacado al Mesías Salvador de las posadas y parece celebrar en éstas el gozo de que para él no hay posada. 

Las posadas son una tradición muy mexicana y muy religiosa, pero... ¿Cómo se celebran la mayoría hoy? ¿Hacia dónde conducen a los participantes? ¿Hay buen juicio en ellas? Acabo de leer que la posada que se realizó a los elementos de seguridad pública del municipio de Santiago, en mi natal Nuevo León, terminó en tragedia, cuando un elemento en estado de ebriedad al regresar de la fiesta invadió el carril de circulación contraria y se impactó con un vehículo, muriendo un policía y dejando a otro elemento en estado delicado... En Cd. Juárez, Chihuahua, agentes municipales detuvieron a 253 menores de edad, 148 mujeres y 105 hombres ebrios en una posada de una escuela en la que los padres de familia manifestaron que no tenían conocimiento de que habría alcohol... En Martínez de la Torre, Veracruz, mientras se realizaba una posada, hombres armados protagonizaron un ataque armado que dejó como saldo a tres personas lesionadas... Las posadas las trajeron los misioneros a nuestras tierras para acompañar a José y a María en la espera del «Señor, rey de justicia y de paz». Pero la inmensa mayoría de las posadas de hoy no se parece a la dulce espera de María y de José. 

La espera de José y de María era una espera que no era egoísta como la de muchos en las apócrifas posadas de hoy. Su espera no se basaba en la expectación simplemente de su hijo, sino del Mesías, el Salvador del mundo, quien venía por amor a los hombres a salvarlos y a llenarlos «de justicia y de paz». Es por esto que desde el principio hasta el final, José y María tendrán siempre una disposición interior de escucha al Señor, de atención a su voluntad, de caridad y pobreza como nos narra el Evangelio de hoy (Mt 1,18-24), nunca poseyendo al hijo, sino entregándolo. Por lo tanto, en su espera por el hijo que nacerá, José, un hombre justo, aceptará la voluntad de Dios sin protagonismo alguno y consciente de que María ha sido elegida para traer al mundo al Salvador y no para que ella lo posea o lo presuma. Es por eso que veremos en las Escrituras, que, en la Navidad, María lo colocará en el pesebre y lo acostará allí, en vez de estrecharlo para sí en sus brazos. Qué pena que muchas de las posadas que se realizan en estos días, son fiestas que celebran la corrupción, la injusticia, el abuso, la extorsión... ¿Tú, como celebras las posadas? 

Padre Alfredo. 

P.D. ¡Bendecido martes! Yo voy a la Basílica aquí en mi selva de cemento a visitar a la Madre de Dios y a esperar con Ella la llegada del Salvador, «Rey de justicia y de paz» al corazón de quienes acudan a la cajita feliz de 2 a 6 de la tarde. 

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