¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas!,
siervo fiel y amigo de Jesús,
el nombre del traidor que te entregó a tu querido Maestro
en manos de sus enemigos
ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado,
pero la Iglesia te honra y te invoca universalmente
como patrono de los casos difíciles y desesperados.
Ruega por mí que soy tan miserable;
y has uso, te ruego,
de ese privilegio especial que Dios te ha concedido
de socorrer visible y prontamente
cuando casi se ha perdido toda esperanza.
Ven en mi ayuda en esta gran necesidad,
para que reciba los consuelos y socorro del cielo
en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos,
particularmente (se hace la petición)
y para que bendiga a Dios contigo
y con todos los elegidos por toda la eternidad. Amén.
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