Hoy la Iglesia del mundo entero celebra el «DOMUND» (Domingo Mundial de las Misiones) y este año, con el lema «Junto a los jóvenes, llevemos el Evangelio a todos», unido a Sínodo que se celebra en Roma, quiere mostrar al mundo que la misión y la acción de los misioneros hacen que el cambio del mundo sea posible. Esta Jornada Mundial de las Misiones 2018, invita especialmente a los jóvenes, de una manera muy especial, a ser protagonistas de este cambio. El Papa Francisco, en su mensaje para este DOMUND 2018, nos recuerda la tarea de llevar el Evangelio a todos, como hacen quienes tienen la vocación específica de ser misioneros. Esto, lo sabemos, no es nada fácil, es una tarea que hoy más que nunca exige paciencia. El DOMUND propone un cambio del mundo, pero este cambio solo es posible si nace de un corazón que previamente ha cambiado. Un corazón cambiado que ha dejado entrar a Cristo sumo y eterno sacerdote compartiendo la vida con Él (Heb 4,14-16). Cada día, los misioneros, alrededor del mundo, se esfuerzan en llevar adelante, con su ejemplo y trabajo, la evangelización de los pueblos que aún no conocen a Dios, convencidos de que el Evangelio es lo que produce el verdadero desarrollo humano y social de las naciones a través de cambios pequeños, como pide el Papa Francisco. El DOMUND pide el compromiso no solamente de estos hombres y mujeres valientes que lo han dejado todo para llevar a Cristo a todos, sino de todos los discípulos–misioneros en la actividad misionera para que el anuncio del Evangelio llegue a aquellos ámbitos geográficos o sociales donde aún no es conocido o, como decía Madre María Inés, la beata del corazón sin fronteras que fundó la Familia Inesiana —hoy en 14 naciones del mundo— «donde la Iglesia, se ha venido a menos».
Hace muchos años, el 30 de noviembre de 1919, el papa Benedicto XV, cuando apenas había terminado la terrible I Guerra Mundial, publicaba una carta apostólica de nombre «Maximum illud», sobre la urgencia de la actividad misionera de la Iglesia. En ella el Pontífice de aquel entonces, denunciaba proféticamente la necesidad de cambiar el mundo, de cambiar los corazones desde dentro. ¡Qué carta tan profética de verdad! Benedicto XV señalaba que la transformación que necesitaba la humanidad brotaría de las comunidades cristianas que estaban naciendo en distintos puntos del mundo. En el mundo de hoy, podemos ver, gracias a tanta tecnología aplicada en diversas áreas, cambios superficiales que se hacen de la noche a la mañana y que dejan las cosas como estaban, pero disfrazaditas, como fachadas de locales o diseños de aparatos, y otros que igual de rápidos, pero en instituciones y otros campos, dejan las cosas tal vez «peor» que como estaban, porque derivan de acciones injustas y que atentan contra la dignidad del ser humano. La celebración de este DOMUND 2018 nos recuerda que no se trata solo de cambiar. Los misioneros, con tantos ejemplos que vemos —y algunos muy cercanos— nos muestran que es posible un cambio profundo y real para mejorar, pues no se trata e cambiar por cambiar, o de que el cambio nos traiga beneficios personales, como los que buscaban Santiago y Juan en el Evangelio de hoy (Mc 10,35-45) queriéndose sentar «uno a la derecha y otro a la izquierda». Los misioneros queremos ser, para todos, y en especial para los jóvenes, un referente de compromiso y esperanza en primer lugar con el testimonio de nuestras vidas, que pueden constituir la prueba palpable de que un corazón en el que ha entrado Dios, con toda su novedad y creatividad, puede cambiar el mundo... ¡por lo menos así lo siento y lo vivo yo como misionero en esta «Selva de Cemento» en donde estos ahora.
Volviendo a la carta apostólica de Benedicto XV, que tanto impactó causó en su tiempo y que nos vendría bien a nosotros leerla ahora en este contexto del DOMUND 2018. El papa Pío XI, años después, al comprobar que la Iglesia se había puesto en marcha desde aquel entonces, para orar y colaborar con los que eran enviados a la misión, estableció, el 14 de abril de 1926, una «Jornada Mundial de las Misiones» que se celebraría, a partir de ese mismo año, el penúltimo domingo de octubre. Así, nos situamos hoy en el 92 aniversario de este día que conocemos con el acrónimo «DOMUND». De esta manera, cada año la Iglesia nos recuerda que a la hermosa realidad de ser «discípulos» de Cristo, se suma la de ser «misioneros», que no es un simple adjetivo de operatividad que se añade «discípulos–misioneros», sino la expresión de quien tiene «pasión por el pueblo» (cf. EG 268). Es la dimensión universal del anuncio de la Buena Nueva. Esta es la razón por la que el Papa Francisco insiste en la necesidad de la renovación y conversión del corazón. Como él, yo también y creo que todos, le pedimos a María, Reina de los Apóstoles, a los santos Francisco Javier y Teresa del Niño Jesús y al beato Pablo Manna (fundador de la Pontificia Unión Misional y ardiente promotor de las misiones, defensor de la inculturación. Considerado por Juan XXIII el Cristóbal Colón de la cooperación misionera), les pido que intercedan por todos nosotros y nos acompañen siempre. ¡Bendecido domingo del DOMUND celebrando la Eucaristía!
Padre Alfredo.
P.D. Felicito de todo corazón a nuestros hermanos Vanclaristas (Vanguardias Clarisas) que, en diversas naciones del mundo, renuevan, el día de hoy, dentro de nuestra Familia Inesiana, el compromiso misionero por un año más, de «vivir para Cristo» y «dar testimonio de vida cristiana en el lugar donde se encuentren», según los deseos de nuestra fundadora, incansable misionera de cuerpo y alma, la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, y les invito, queriendo llegar al corazón de cada uno, a realizar el cambio que el Papa nos pide, haciendo suyos los ideales misioneros de Madre Inés para que «todos conozcan y amen a Cristo».
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