lunes, 21 de septiembre de 2020

«La hermana Aída de la Cruz, una misionera de una voz privilegiada»... Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo LXXII

Cuando era Vanclarista, allá a fines de los años 70’s, conocí a una hermana Misionera Clarisa que estaba en silla de ruedas y que tenía una voz maravillosa, era la hermana Aída de la Cruz, una mujer consagrada que le dio a Dios su voz para alabarlo y para evangelizar en un tiempo en que eso de la música no era muy aprovechado para llevar la Buena Nueva. Entré al seminario en 1980 y al poco tiempo, en 1982, me enteré de su fallecimiento. La recuerdo aunque han pasado muchos años pues su testimonio de alegría, desde la silla de ruedas, en mi plena juventud, me conmovió, pues tendría yo unos 15 años cuando la conocí.

Guadalupe Cristina Rosas Mujica —ese era su nombre de pila—, nació el 21 de abril de 1927 en la ciudad de Puebla de los Ángeles, en el estado de Puebla. Ingresó a la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento el 12 de diciembre de 1947, cuando el instituto apenas nacía. Inició su noviciado el 14 de junio de 1948, recibió el nombre en religión de María Aída de la Cruz y realizó su primera profesión religiosa el 16 de agosto de 1951. Su profesión perpetua tuvo lugar el 12 de diciembre de 1953.

Durante su vida religiosa como misionera, trabajó arduamente con gran celo apostólico en las diversas encomiendas que recibía, trabajando por ejemplo entre los indígenas de la misión de Chiapas y la penitenciaría de Cuernavaca. La hermana, según testimonios de los mismos presos, era un alma comprensiva y tierna. Fue también sub maestra de novicias en la casa de formación de las Misioneras Clarisas. Yo la conocí en la casa de Monterrey cundo y estaba muy enferma.

Siempre fue muy alegre y entusiasta. Con su voz privilegiada llegó a grabar algunos discos que motivaron la fe de muchas almas. La madre Aída, como era conocida, era una enamorada de la Santísima Virgen de Guadalupe.

Son vagos los datos que hay sobre su vida, a mí me basta recordar su carita sonriente dándole gloria a Dios en medio de la enfermedad de sus últimos años. Murió el 6 de noviembre de 1982 confortada con todos los auxilios espirituales.

Descanse en paz la hermana Aída de la Cruz.

Padre Alfredo.

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