sábado, 5 de septiembre de 2020

«EN TIEMPOS DE ADVERSIDAD»... Hora Santa 42


Monitor: Hoy queremos estar con Jesús Eucaristía. Permanecer con Él, porque Cristo permanece, y su palabra permanece, y su entrega permanece. Estamos aquí para abrirle nuestro corazón en un espacio de tiempo que no sea de hablar mucho, sino de escuchar, aunque solo sean los latidos de Dios. Su presencia es gracia, regalo, fuerza y consuelo para nosotros en estos momentos de dolor y adversidad. Nos preparamos a recibir a Jesús Eucaristía.

Canto de entrada:
«A TÍ LEVANTO MIS OJOS»

A ti, levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo; 
a ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia.

1. Como están los ojos de los esclavos, 
fijos en las manos de sus señores, 
así están nuestros ojos en el Señor, 
esperando su misericordia.

2. Como están los ojos de la esclava, 
fijos en las manos de su señora, 
así están nuestros ojos en el Señor 
esperando su misericordia.

3. Misericordia, Señor, Misericordia, 
que estamos saciados de burlas, 
misericordia, Señor, misericordia 
que estamos saciados de desprecios.

4. Nuestra alma está saciada, 
del sarcasmo de los satisfechos, 
nuestra alma está saciada, 
del desprecio de los orgullosos.

Se hace la exposición del Santísimo como de costumbre.

Ministro:  Adoremos y demos gracias en cada instante y momento,
Todos: al Santísimo Sacramento.

Padre Nuestro.
Ave María.
Gloria.

Se hace ahora la siguiente jaculatoria y se repite tres veces:

Ministro: ¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo!
Todos: ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman!

Momentos de silencio para meditar.

Monitor: Escuchemos ahora una lectura de la palabra de Dios:

Lector: Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):
   
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez les he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; hagan esto cada vez que lo beban, en memoria mía». Por eso, cada vez que comen de este pan y beben del cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios

Monitor: Recordando que solo los limpios de corazón verán a Dios, pidamos la pureza de nuestro corazón para hacernos verdaderos orantes meditando la palabra de Dios que hemos escuchado. Es Dios mismo quien está oculto en esta Hostia Consagrada, pero él es real. Recordemos cómo santa Teresa de Ávila nos dice que orar es «tratar de amistad con quien sabemos que nos ama». Dediquemos unos momentos a dar gracias al Señor por su presencia, su pasión y su amor en­tregado en la Eucaristía.

Momentos de silencio para meditar.

Monitor: Dando gracias a Dios porque nos sentimos amados por él, y este amor nos salva, pongámonos en sintonía con Jesús Eucaristía para que se sirva de nosotros como pequeños instrumentos.

Canto para meditar:
«HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ».

Hazme un instrumento de tu paz,
donde haya odio, lleve yo tu amor,
donde haya injuria, tu perdón, Señor,
donde haya duda, fe en Ti.

Hazme un instrumento de tu paz,
que lleve tu esperanza por doquier
donde haya oscuridad, lleve tu luz,
donde haya pena, tu gozo, Señor.

Maestro, ayúdame a nunca buscar
el ser consolado sino consolar
ser entendido sino entender
ser amado sino yo amar.

Hazme un instrumento de tu paz
Es perdonando que nos das perdón,
Es dando a todos que Tú nos das
Muriendo es que volvemos a nacer

Maestro, ayúdame a nunca buscar...

Momentos de silencio para meditar.

Enseguida, si está presente un sacerdote o un diácono, hace la lectura del Evangelio, en su defecto la hace un lector:

Del Evangelio según san Juan (15,9-10.12-13.17)   
   
Como el Padre me amó, yo también les he amado a ustedes; per­manezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, perma­necerán en mi amor… Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos…. Lo que les mando es que se amen los unos a los otros. Palabra del Señor

Monitor: Somos amados, muy amados en Cristo. El origen de tanto amor está en el Padre. Cristo prolonga este amor y llega a nosotros de manera asombrosa, visible y palpable. Este amor es definitivo, eterno, por eso Jesús nos pide permanencia… Permanezcan en mi amor. El amor verdadero siempre es fiel, hasta la muerte… Que se amen como yo les he amado…


Canto para meditar:
«DONDE HAY CARIDAD Y AMOR»

DONDE HAY CARIDAD Y AMOR, ALLÍ ESTÁ EL SEÑOR,
ALLÍ ESTÁ EL SEÑOR.

1. Una sala y una mesa, una copa, vino y pan,
los hermanos compartiendo en amor y en unidad.
Nos reúne la presencia y el recuerdo del Señor,
celebramos su memoria y la entrega de su amor.

2. Invitados a la mesa del banquete del Señor,
recordamos su mandato de vivir en el amor.
Comulgamos en el Cuerpo y en la Sangre que él nos da,
y también en el hermano, si lo amamos de verdad.

3. Este pan que da la vida y este cáliz de salud
nos reúne a los hermanos en el nombre de Jesús.
Anunciamos su memoria, celebramos su pasión,
el misterio de su muerte y de su resurrección.

Momentos de silencio para meditar.

Lector 1: Señor, enséñanos a amar como tú, con la misma generosidad e intensidad. Enséñanos a perdonar como tú, enséñanos a curar como tú, enséñanos a servir como tú,

Lector 2: Señor, enséñanos a sufrir como tú, enséñanos a orar como tú, enséñanos a compadecer como tú, enséñanos a compartir como tú.

Lector 1: Enséñame a despojarme como tú,
enséñame a vivir como tú,
enséñame a dar la vida como tú.

Canto para meditar:
«Te entrego»

Haz lo que quieras conmigo,
haz lo que quieras de mí.
Hoy yo te ofrezco mi vida,
hoy yo me rindo ante ti.
Haz lo que quieras conmigo,
haz lo que quieras de mí.
Hoy yo te ofrezco mi vida,
hoy yo me rindo ante ti.

Te entrego,
todo lo que soy todo lo que tengo.
Todo lo que quiero y todo lo que sueño,
a ti Señor Jesús.
Te entrego,
todo lo que soy todo lo que tengo.
Todo lo que quiero y todo lo que sueño,
a ti Señor Jesús, me entrego.

Haz lo que quieras conmigo,
haz lo que quieras de mí.
Hoy yo te ofrezco mi vida,
hoy yo me rindo ante ti.

Te entrego,
todo lo que soy todo lo que tengo,
Todo lo que quiero y todo lo que sueño
a ti Señor Jesús.
Te entrego,
todo lo que soy todo lo que tengo.
Todo lo que quiero y todo lo que sueño,
a ti Señor Jesús, me entrego

Tú eres el tesoro más valioso,
por ti lo tengo todo, yo te prefiero a ti.
Y es que tú eres el tesoro más valioso
Por ti lo tengo todo, yo te prefiero a ti
Tú eres el tesoro más valioso
Por ti lo tengo todo, yo te prefiero a ti
Te entrego
Todo lo que soy todo lo que tengo
Todo lo que quiero y todo lo que sueño
A ti Señor Jesús
Te entrego
Todo lo que soy todo lo que tengo
Todo lo que quiero y todo lo que sueño
A ti Señor Jesús

Lector 1: ¡Señor y Dios mío, seas siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado! ¡Oh Jesús!, que no contento con morir crucificado después de haber sufrido la más cruel de las pasiones por amor a nosotros los hombres pecadores, has querido permanecer siempre cerca y voluntariamente en el Santísimo Sacramento. Mil gracias Señor, venimos a ti y nos acercamos como hijos al hogar.
Hemos venido a exponerte nuestros quebrantos, miserias, infortunios, necesidades, como los que se confían al mejor de los amigos. Tú nos miras y estás presto a consolarnos. Como lo hiciste en tu vida terrenal sobre tantos que imploran tu clemencia, tiende ahora tu santa mano para alejar de nosotros, las intranquilidades que nos mantienen en zozobra. Eres todopoderoso. Nada se oculta a tus ojos.
Lees en el fondo de nuestras almas nuestras penas y alegrías, sabes todo cuanto queremos y cuanto necesitamos. 

Lector 2: Señor ten piedad de nosotros, apacigua a tus ovejas y calma las tempestades de nuestras almas. Tú que a tu paso por el mundo fuiste alivio, remedio y auxilio, no nos abandones. Sigue derramando sobre los necesitados el copioso raudal de tus bendiciones.  Indignos somos de pedirte nada Señor, pero por grande que sea nuestra indignidad, mayor es tu clemencia y misericordia. Por eso nos acojemos con amplia confianza en tu regazo. No en vano eres el más abnegado de todos; no nos rechaces si hemos tardado en llegar a Ti, acógenos bondadoso. Danos tu gracia para apartarnos del pecado; tenemos los mejores propósitos de una vida nueva, pero somos muy frágiles, nada podremos sin Ti. Robustece nuestra fe, arranca la cimiente del mal. Queremos ser un vaso nuevo, sinceramente deseamos dejar los malos hábitos que nos hacen esclavos de las pasiones. Sé tu Señor, el que rompa esas cadenas que atan nuestras almas que te pertenecen.

Lector 1: Jesús Eucaristía, escúchanos, no desoigas nuestros clamores, envía tu piadosa mirada sobre nuestros hogares, nuestras familias, nuestros vecinos, nuestro prójimo y el mundo entero; consérvanos la salud del cuerpo y especialmente del alma. Ampara a todos los que hubieran hecho daño, para alcanzar así el perdón, que Tú Señor guardas para todos nosotros. Tú que nos enseñaste a ganar el pan de cada día con el sudor de nuestra frente, procúranos el trabajo honrado con el que podamos ganar el sustento de los que tu voluntad ha confiado a nuestro cuidado. Que en nuestros hogares reine la paz, la tranquilidad y el bienestar bajo tu sombra. Bendice todo cuanto pensamos y realizamos. Afirma cada día la fe que nos enseñaron nuestros padres y abuelos. Infunde en nosotros el amor al prójimo; préstanos los medios para socorrerles.

Lector 2: Cuando fuere necesario, alcánzanos conformidad y resignación en la adversidad, fortalece nuestro espíritu, danos serenidad y entereza, la paciencia para sobreponernos a las contrariedades que en el diario vivir se puedan presentar. Ilumínanos para tomar las decisiones apropiadas en nuestros momentos de vacilación. Auxilianos, haz que nuestras determinaciones sean bajo tu voluntad y no la nuestra. Haznos humildes Señor como lo eres Tú. Guía y protege a los niños, jóvenes y religiosos; hazlos santos para que puedan humildemente caminar firmes en la fe, llevando tu palabra de esperanza y caridad, amándonos los unos a los otros como tú nos amas. Amén

Canto para meditar:
«SI YO NO TENGO AMOR»

SI YO NO TENGO AMOR,
YO NADA SOY SEÑOR.
SI YO NO TENGO AMOR,
YO NADA SOY SEÑOR.

1. El amor es comprensivo, 
el amor es servicial,
el amor no tiene envidia,
el amor no busca el mal.

2. El amor nunca se irrita,
el amor no es descortés,
el amor no es egoísta,
el amor nunca es doblez.

3. El amor disculpa todo,
el amor es caridad,
no se alegra de lo injusto,
sólo goza en la verdad.

4. El amor soporta todo,
el amor todo lo cree,
el amor todo lo espera,
el amor es siempre fiel.

5. Nuestra fe, nuestra esperanza,
junto a Dios terminarán;
el amor es algo eterno,
nunca, nunca pasará.

Lector 1: A los que han muerto, a los agonizantes y a los enfermos, dales, Señor, el consuelo y la esperanza.

Lector 2: Haz, Señor, que sepamos estar cerca de los que se sienten solos y están desconsolados, siendo para ellos como ángeles de consuelo.

Lector 1: Gracias, Señor, a cuantos trabajan en el campo de la sanidad, a las fuerzas de seguridad y a cuantos trabajan en los diferentes servicios, y bendícelos y protégelos con tu amor.

Lector 2: Ante ti ponemos, Señor, todo el sufrimiento humano. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Canto para la reserva del Santísimo:
«Cantemos al Amor de los amores».

Cantemos al Amor de los Amores, cantemos al Señor,
Dios está aquí, ¡venid adoradores, adoremos, a Cristo Redentor!

¡Gloria a Cristo Jesús, cielos y tierra, bendecid al Señor
honor y gloria a Ti, rey de la gloria amor por siempre a Ti Dios del Amor!

Oremos: Oh Dios, que bajo este admirable sacramento nos has dejado el memorial de tu pasión, concédenos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu redención. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas. Por los siglos de los siglos. Amén.

Si está presente el sacerdote o el diácono imparte la bendición con el Santísimo, de lo contrario se hace la reserva.

Ultimas oraciones: (Letanías).

Bendito sea Dios, bendito sea su santo nombre, bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, bendito sea el santo nombre de Jesús, bendito sea su sacratísimo corazón, bendita sea su preciosísima sangre, bendito sea Jesucristo en el santísimo sacramento del altar, bendito sea el Espíritu Santo consolador, bendita sea la gran madre de Dios María Santísima, bendita sea su santa e inmaculada concepción, bendita sea su gloriosa asunción, bendito sea el nombre de María Virgen y Madre, bendito sea san José su castísimo esposo, bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

Canto Final:
«EL SILENCIO ESTÁ CANTANDO».

El silencio está cantando
una canción de amor y paz
el silencio está rezando
una oración por los demás.

MUCHA GENTE VIVE SIN AMOR
VIVE EN SOLEDAD; MAS AQUI
EN LA CASA DEL SEÑOR
SOLEDAD NO EXISTE, NO
SOLEDAD NO EXISTE NO.

El silencio está gritando
pidiendo paz, diciendo amor
el silencio sigue hablando
pon tu esperanza en el señor.

1 comentario:

  1. Es maravilloso Saber que mediante estos momentos más fuertes con Cristo podemos ayudar a la salvación de muchas almas y a la propia.
    Gracias Padre por compartirnos.

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