lunes, 28 de septiembre de 2020

«El servicio es la clave»... Un pequeño pensamiento para hoy

En el Evangelio de este día (Lc 9, 46-50) Jesús manifiesta de nuevo su conocimiento profundo de los corazones de los hombres y plantea el problema de la grandeza en el Reino de Dios. ¿Quién es el mayor? Para san Lucas todo se centra en un problema de servicio. La pregunta estaba mal planteada por los discípulos. El mayor es no el «niño», sino aquel que le sirve y no simplemente le sirve, sino el que le sirve «en nombre de Jesús», es decir, se trata de un servicio sencillo, no raro y rebuscado, basado únicamente en el hecho de que es seguidor de aquél que «ha venido a servir» (Mt 20,28) y un discípulo de Jesús, por serlo, tiene obligación de hacer lo mismo (Lc 17,10). En esto se mide la cercanía de Jesús, en el servicio (2 Ts 1,11ss). Lo grande no es reinar, sino servir. Para Jesús el servir es cosa grande: porque servir al más despreciado de los hombres, es servir a Dios... y es imitar a Jesús. El destino personal de Jesús ha estado en contradicción total con lo que los hombres sueñan habitualmente. ¡De ahí su grandeza! 

Pero es poco lo que como comunidad de creyentes, como discípulos–misioneros de Cristo hemos entendido de la enseñanza y del ejemplo de Jesús, en su actitud de Siervo: «No he venido a ser servido sino a servir». Tendría que repetirnos la lección del niño puesto en medio de nosotros como «el más importante». El niño era, en la sociedad de su tiempo, el miembro más débil, indefenso y poco representativo. Pues a ése le pone Jesús como modelo para servir a todos. Las palabras de Jesús ponen de manifiesto que las aspiraciones de un discípulo no deben imitar las aspiraciones de los discípulos de los fariseos, que además sentían «la exclusiva» del mensaje. Éstos sólo buscaban el reconocimiento y la popularidad manipulando a la gente para ganar posición social. El discípulo de Jesús no se debe dejar llevar por aquello, sino que, siguiendo el ejemplo del niño sirviente, se pondrá en el último lugar para servir y animar a los hermanos. Sólo la actitud de servicio le dará una nueva dimensión al ser humano.

Uno de los hombres que destaca en esta actitud de servicio es el Beato Bernardino de Feltre, Misionero de la Orden de Frailes Menores que nació en Feltre, Italia, en 1439 y murió en Pavía, el 28 de septiembre de 1494. Inspirado para ingresar en la Orden Franciscana Bernardino recibió el Hábito. Completó exitosamente sus estudios en Mantua y fue ordenado sacerdote en 1463. Sanado milagrosamente de un defecto en su dicción, Bernardino inició su largo y fructífero apostolado, que le mereció ser clasificado como uno de los más grandes misioneros franciscanos del siglo XV. Los frutos de su trabajo fueron maravillosos y perdurables. Sin embargo, Bernardino será mejor recordado en conexión con los «Montes de Piedad», de los que él fue reorganizador y en cierto sentido, su fundador para el servicio de los más pobres y necesitados. A él le podemos pedir que no abandonemos nunca la oportunidad de servir a los hermanos, porque es al mismo Cristo al que podemos estar sirviendo y como María, que en Caná no tuvo nada para dar, pidámosle a su Hijo que sea Él quien haga el milagro. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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