miércoles, 11 de diciembre de 2019

«San Dámaso Papa»... Un pequeño pensamiento para hoy

Cada 11 de diciembre, el santoral católico recuerda al Papa san Dámaso, quien se convirtió en el representante de Cristo en la Tierra en el año 366, ostentando el cargo durante 18 años. Dámaso fue un pontífice de origen gallego que, según cuenta la tradición, fue el responsable de que la locución latina «Gloria Patri» se haya introducido en las oraciones de los católicos, con la pronunciación de los versos conocidos: «Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén». Se le recuerda también por haber redactado y hecho grabar los epitafios o lápidas en los sepulcros de muchos famosos mártires de las catacumbas de Roma y por haber tenido como secretario al gran San Jerónimo, a quien le encargó que tradujera la Biblia al idioma popular, el latín que utilizaba el común de la gente. Esta Biblia es conocida con el nombre de «La Vulgata», y fue empleada por la Iglesia Católica durante cerca de 15 siglos. Murió el 11 de diciembre del año 384 a la edad de 80 años. Fue sepultado en la tumba que él mismo se había preparado humildemente, alejado de las tumbas de los santos famosos de Roma. Después construyeron sobre su sepulcro la basílica llamada San Dámaso. 

San Dámaso murió, se puede decir, cansado y agobiado por tantas cosas que tuvo que enfrentar durante su pontificado, pero el Señor, que no se queda con nada lo premió. El mismo Cristo había dicho, como nos lo asegura el Evangelio de hoy (Mt 11,28-30): «Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré». Esas palabras de Jesús fueron un pregón de esperanza para el santo Papa. En ellas está el aspecto principal de la figura de Jesús. Hace milagros, predica maravillosamente, anuncia el Reino: pero sobre todo atiende a los que sufren, a los desorientados, a los que buscan, a los pobres y débiles, a los pecadores y marginados de la sociedad. Tiene buen corazón. Quiere liberar a todos de sus males. Nunca pasa al lado de una persona que sufre sin atenderla. «Vengan a mí, yo los aliviaré». Es lo que san Dámaso hizo suyo. Como Cristo él liberó de angustias a muchos de los que en su tiempo se sabían perseguidos por vivir su fe y dio confianza para vivir a otros tantos. Ofreció como Cristo paz y serenidad a los que eran zarandeados por diversas herejías de aquellos tiempos. A pesar de su vida tan comprometida, san Dámaso no es, por así decir, un santo que goce de popularidad, de hecho no es que tenga una fiesta muy conocida, pero sí una oración que la quiero transcribir e invitarles a rezarla para pedir por nuestras necesidades y las del mundo entero, porque si algo necesitamos los cristianos de nuestros tiempos es orar: 

«Oh glorioso Papa san Dámaso, que junto a san Jerónimo tanto hiciste por el cristianismo y amaste fielmente a la Iglesia en los tiempos difíciles, mandaste traducir la Biblia al idioma popular, diste gloria y promoviste el culto de los numerosos mártires que entregaron la vida por su fe haciendo grabar sus nombres para que no fueran olvidados en lapidas en las catacumbas de Roma, alzaste iglesias y catedrales y nos legaste, entre otras, la oración: "Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén", yo quiero glorificar a la Santísima Trinidad contigo y pedir tu intercesión para alivio de mis males. Oh venerable y ejemplar San Dámaso, que por tu digna, leal y virtuosa vida y los sufrimientos en tu suplicio mereciste estar junto a los elegidos de Dios, te rogamos tu valiosa ayuda y protección para conseguir que Dios Nuestro Señor mitigue y haga desaparecer nuestras cargas y sufrimientos, que Él sabe son muchos y lo que nos afligen; pide por los que llegamos a ti con esperanza, y que tus oraciones nos sirvan para conseguir del Altísimo los bienes y favores necesarios para dejar atrás todo lo que nos hace padecer, en especial solicitamos que nos sea concedido: (decir el problema y la solución que se quiere conseguir). San Dámaso bueno y distinguido, esperamos confiadamente tu auxilio y protección, para salir adelante en estos momentos difíciles, atiende sin demora nuestro pedido y ruega encarecidamente a Dios no deje de asistirnos, pues sin Él, que es todo misericordia y bondad y está atento a las desgracias e infortunios de sus hijos, no es posible que salgamos de tanta pena. San Dámaso bendito, intercede con tu generosidad y pide auxilio ante la Santísima Trinidad para mitigar nuestras necesidades y carencias, nuestras adversidades y problemas. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén. (Rezar tres Padrenuestros y siete Glorias). ¡Bendecido miércoles! 

Padre Alfredo.

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