martes, 17 de diciembre de 2019

«Liberar a los cautivos»... Un pequeño pensamiento para hoy


La Orden de los Trinitarios, es una familia religiosa fundada por el santo francés Juan de Mata (Faucon, Provenza, Francia, h. 1150-Roma, Italia, 17 de diciembre de 1213) a quien la Iglesia recuerda el día de hoy junto con otros santos en el calendario: Con Regla propia aprobada por Inocencio III a la que se unió la praxis de san Félix de Valois, considerado cofundador, la Orden de este santo fundador fue la primera institución oficial de la Iglesia dedicada a la liberación de presos mediante medios no violentos. Es también la primera Orden religiosa no monástica y una de las principales órdenes religiosas que se extendieron por España y Europa durante la Baja Edad Media. Con rasgos profundamente evangélicos, san Juan de Mata fundó así un nuevo y original proyecto de vida religiosa en la Iglesia que conectaba la Trinidad y la redención de cautivos. Todo en esta Orden recuerda estos dos fines fundacionales: las casas de la orden son Casas de la Santa Trinidad y de los cautivos (Domus Trinitatis et Captivorum), y los religiosos son llamados desde el comienzo Hermanos de la Santa Trinidad. San Juan de Mata quiso para los trinitarios una vida religiosa auténtica, volviendo al Evangelio y a la vida apostólica, desde la sencillez de las relaciones, sin desigualdades; también un carisma liberador hacia todo cristiano, y no cristiano, y así la Regla está impregnada del ideal del servicio, la humildad y la entrega al pobre y cautivo, esté donde esté; y en tercer lugar, pidió una devoción especial a la Santísima Trinidad, como fuente de toda la vida cristiana, y así en nombre de la Santísima Trinidad empezó a fundar casas, a levantar iglesias y a rescatar cautivos. 

San Pablo VI recordaba a los Trinitarios en 1975: «Ustedes ¿para que han nacido? Han nacido para la liberación de las personas, de las clases, de los ambientes que no gozaban de la libertad. Esto es signo, entonces, de que su fórmula es no solamente superviviente de todas las mareas, de todas las tempestades de la historia pasada, sino que se afirma, se confirma con modernidad, con una actualidad que es verdaderamente digna de toda aprobación y maravilla por lo que ustedes representan de historia y de pasado, y de esperanza y maravilla por lo que representan de actual y de futuro. Por su parte san Juan Pablo II les dijo que tenían «una larga historia que contar y un apasionante futuro que construir», porque pocas instituciones actuales tienen una historia con tanta tradición. Actualmente la preocupación de los Trinitarios es seguir dando pasos de redención en los diversos lugares de misión que, como es lógico, en esa larga historia se han ido adaptando a las circunstancias de cada momento. El Papa Francisco ha pedido recientemente a esta Orden fundada por san Juan de Mata que se mantengan «despiertos y vigilantes» para poder despertar, despertar a los jóvenes, que sean “profetas de esperanza y novedad, profetas de alegría con su propia vida, sabiendo que el mejor ministerio de jóvenes y vocaciones es vivir la alegría de su propia vocación. 

Cada uno de nosotros, hombres y mujeres de fe, como san Juan de Mata, seguimos a un Cristo vivo que nos quiere libres, un Cristo que conoce nuestras realidades humanas porque las compartió. Estamos en Adviento. Repetimos en nuestras celebraciones «Ven Señor Jesús». A él le pedimos que venga a liberarnos, a rescatarnos, a transformar nuestras vidas. En el Evangelio del día de hoy se nos presenta la genealogía de Cristo, el Verbo que, existiendo igual al Padre, habitó en nuestra tierra haciéndose carne y nacido de mujer, nacido de María como uno de los nuestros, con una historia, con un pasado entre los suyos (Mt 1,1-17). Jesús, como cada uno de nosotros, no es el fruto de un azar caído, así, sin saber desde dónde. El se enraíza en un linaje de antepasados concretos: de este modo es un verdadero «hijo del hombre», que participa totalmente de la condición humana, con sus límites y sus particularidades y que viene a liberarnos. Rastreando los personajes de la lista, podemos apreciar que Jesús —por lo que se refiere a su genealogía familiar— no presenta un «expediente inmaculado». Como escribió el siervo de Dios Francisco Nguyen van Thuan: «En este mundo, si un pueblo escribe su historia oficial, hablará de su grandeza... Es un caso único, admirable y espléndido encontrar un pueblo cuya historia oficial no esconde los pecados de sus antepasados». En la genealogía de Cristo aparece el hombre necesitado de ser redimido, de ser rescatados y, junto a eso, aparece finalmente el momento de gracia y de fidelidad a Dios sobre todo las figuras de José y María, «de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo» (Mt 1,16). Sigamos en el Adviento esperando la redención gloriosa de nuestro Señor Jesucristo y, como san Juan de Mata, experimentemos también nosotros la necesidad de ayudar a redimir de las garras del pecado a quienes han caído allí y están atrapados. ¡Bendecido martes! 

Padre Alfredo.

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