miércoles, 14 de agosto de 2019

«Lo mío primero»... Un pequeño pensamiento para hoy


Pedro Pablo Sacristán, tiene un cuento que esta mañana me viene muy bien para el pequeño pensamiento que brota de lo que medito: «En el arca de Noé los animales llevaban tanto tiempo que empezaron a organizar juegos y actividades para divertirse. Pero no tuvieron mucho cuidado, y en uno de los juegos, un pájaro carpintero terminó haciendo un agujero en el fondo del arca. El agujero empezó a crecer, y en poco tiempo comenzó a entrar muchísima agua. Uno a uno, distintos animales trataron de arreglarlo, peleándose incluso por ser los que salvaran el barco, pero ni siquiera la presa del castor pudo hacer nada. Empezaron a asustarse y pensaron que el barco se hundiría, pero entonces la abeja explicó a todos cómo ellas siempre trabajaban todas juntas y en equipo, cada una haciendo lo que mejor sabía, y todos comenzaron a organizarse y ayudarse: los pájaros tiraban todos juntos del barco hacia arriba, los elefantes y otros animales grandes llenaban sus bocas de agua para sacarla del barco, los más rápidos iban de acá para allá juntando materiales que los que construían nidos y madrigueras utilizaban para arreglar el boquete cada vez mayor. 

Así, todos trabajando, consiguieron frenar un poco el hundimiento, pero no pararlo. Desesperados, siguieron buscando si faltaba algún animal por ayudar. Buscaron y buscaron, pero en el barco no había nadie más. Pero de repente, un pez se coló en barco, y los animales se dieron cuenta de que ¡aún no habían pedido ayuda a todos los animales del mar! Pidieron al pez que buscara ayuda para salvar el barco, y acudieron peces y peces, y hasta una gran ballena que terminó por cubrir el agujero mientras el resto de animales reparaban el barco. Y así fue como todos los animales se salvaron con la ayuda de todos». ¡Qué contraste con la inmensa mayoría en la sociedad de hoy en donde el egoísmo y el individualismo parecen seducir a las nuevas generaciones sobre todo! El egoísmo es un amor excesivo por uno mismo que nos hace que el individuo atienda desmedidamente lo que es de su interés sin ocuparse por los demás. En esta era postmoderna, el egoísmo se ha asociado con el individualismo narcisista, llegando a crear una especie de sindicato en donde el lema es: «lo mío primero». 

Cuando miramos a nuestro alrededor y constatamos el micro mundo que muchas personas se han construido, nos damos cuenta de la mezquindad y orfandad espiritual a las que el enemigo de las almas ha arrastrado a muchos. El salmo 65 [66], que hoy tenemos como salmo responsorial de Misa, me llama la atención por su carácter comunitario que, de alguna manera, viene a contrarrestar el egoísmo y el individualismo reinantes. El salmista habla en un tono de comunidad: «Que aclame al Señor toda la tierra... celebremos... cantemos... digamos... admiremos... Naciones, bendigan a nuestro Dios... vengan y escuchen...» En la Iglesia no cabe el egoísmo, la Iglesia es una comunidad de puertas abiertas y en diálogo permanente con su Señor para conocer su voluntad y para poder cumplirla con la ayuda del Espíritu Santo; en diálogo permanente con todos; en diálogo permanente con toda la humanidad para vivir la solidaridad que nos ayude a remediar los males y las pobrezas de muchos hermanos nuestros. Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de sabernos llamados a no vivir de forma egoísta siendo individualistas, sino que siempre pensemos en los demás y nos sepamos parte de una comunidad, pues esa es la medida con que nosotros hemos sido amados por Dios como hermanos y, quienes en Cristo somos sus hijos, no podemos seguir un camino diferente al que Él, nuestro hermano mayor nos mostró en la Cruz. ¡Bendecido miércoles! 

Padre Alfredo.

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