martes, 13 de agosto de 2019

«El Dios Altísimo»... Un pequeño pensamiento para hoy


El salmo responsorial de la Misa de hoy no es un salmo, está compuesto de algunos trozos del capítulo 32 del libro del Deuteronomio. Algunas veces, los salmos responsoriales son de otro libro de la Escritura porque también en ellos se da que haya cánticos y alabanzas por situaciones especiales. Con este cántico, por ejemplo, Moisés le recordó a Israel lo bueno que Dios había sido con ellos en el pasado. Esto con la intención de formar en el pueblo una gran convicción de que habían pecado y habían sido perdonados por el gran amor y gracia de Dios a la que podían regresar para empezar un nuevo caminar. Dios había redimido a Israel de la esclavitud de Egipto para hacer de ellos un pueblo especial. Israel es ahora invitado por el escritor sagrado a considerar su pasado y la obra que Yahvé había hecho en su historia (v. 7). Israel es exhortado a preguntar del pasado glorioso de la nación a los padres y ancianos porque ellos tenían la responsabilidad de enseñar las tradiciones históricas y religiosas a sus hijos. 

En el pueblo de Israel, las tradiciones del pasado eran transmitidas oralmente de padres a hijos. Moisés hace referencia a los días antiguos que se refieren a los tiempos más remotos de la historia de Israel, los días de la peregrinación de los patriarcas. Los antepasados de los israelitas habían presenciado los actos poderosos de Dios. La rebelión de Israel contra Yahvé es incomprensible a la luz de la obra que él había hecho a favor de Israel. El autor del cántico enumera lo que Dios había hecho en el pasado para hacer de Israel un pueblo especial en el presente. Primeramente, el destino de Israel como pueblo elegido empezó en los propósitos eternos de Dios cuando dio a cada nación su heredad. Dios aparece en el versículo 8 como el Altísimo. El Dios Altísimo (El «Elyón» en hebreo) es un epíteto que se usa en el Antiguo Testamento para describir al Dios de Israel (Gen 14,18; Num 24,16; Is 14,14) y enfatiza su carácter de Dios universal. El Dios Altísimo es el Dios soberano en quien podemos colocar nuestra confianza. El «Elyón» tiene supremacía sobre todos los dioses falsos (Gen 14,17-22; Sal 78,35; Dan 4,34; Hch 16,17). 

Jesús es Dios, él es el Dios Altísimo que se ha hecho tan pequeño como nosotros y nos enseña que para ser grandes con él, tenemos que hacernos pequeños. Los Apóstoles veían la grandeza del Señor y sin entender casi nada de la grandeza del Altísimo le preguntan: «¿Quién es más grande en el Reino de Dios?» Jesús llamó a un niño, lo puso en medio y contestó: «Si no cambian y se hacen como estos niños, no entrarán en el Reino de Dios. Cualquiera que se haga tan «pequeño» como este chiquillo, ése es el más «grande»... (Mt 18,1-5.10.12-14) ¡Qué curioso!, para entender las cosas del Altísimo hay que hacerse pequeñísimo. Jesús pone el ejemplo de un niño por su pequeñez, por su indefensión, por su actitud de apertura, porque un niño necesita de los demás. Para alcanzar al «Altísimo» hay que hacerse como niños, hay que cambiar de actitud, hay que convertirse, hay que ser sencillos de corazón, abiertos, no demasiado calculadores, ni llenos de sí mismos, sino convencidos de que no podemos nada por nuestras solas fuerzas y necesitamos de Dios que «no quiere que se pierda ni uno solo de sus pequeños». ¡Bendecido martes! 

Padre Alfredo.

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