jueves, 11 de julio de 2019

«Iconos éticos»... Un pequeño pensamiento para hoy



Quien quiera que haya sido el que ordenó y organizó los salmos, inspirado por Dios, colocó el 104 [105] y el 105 [106] juntos a propósito. Porque este salmo —del que hoy el salmo responsorial nos regala un pequeño fragmento — y el siguiente, son compañeros. Revelan los dos lados de la relación de Dios con su pueblo durante un largo periodo. Este salmo canta celebrando la fidelidad y el poder del Señor; mientras que el siguiente nos cuenta la triste historia de constante fracaso y rebelión por parte de su pueblo. El fragmento de este salmo que la liturgia nos presenta (vv. 16-21) nos remite a la historia de José y sus hermanos que el Génesis en estos días la primera lectura nos está narrando. 

La cuarta parte del libro del Génesis (cc 37-48), a la que el salmo hace referencia hoy, es ejemplo, entre otras cosas, de dureza, por una parte, y de ternura, por otra. De dureza, por la venta de José a los mercaderes, a causa de la maldita envidia y del odio que a veces se genera entre los hermanos. De ternura, por el amor de Jacob a los dos últimos hijos, los de su amor a Raquel: José y Benjamín; y ternura también por las delicadezas extraordinarias que José tiene con sus hermanos y con su padre. Esta historia suena demasiado blanda en nuestra competitiva y reivindicadora sociedad de hoy. José hubiera pasado por un tonto que no sabe hacer valer sus derechos al amparo de la ley. Lo de «imperio de la ley», «estado de Derecho», «reivindicación»... ha adquirido en nuestros días tal carta de naturaleza, que muchos consideran que esta es la cumbre ética a la que puede aspirar una sociedad: Invitar a reclamar daños y perjuicios por todo. 

Por eso los discípulos–misioneros necesitamos iconos éticos que nos ayuden a descubrir formas más profundas —y, por lo tanto, más eficaces— de restablecer el equilibrio roto por el crimen, la violencia, las diversas ideologías y, sobre todo, de abrirnos a una nueva experiencia de la «paz». José es uno de estos iconos aportados por la tradición judeocristiana. Pero, sobre todo, el gran icono de una justicia «nueva» es Jesús. El Evangelio de hoy (Mt 10,7-15) nos invita prestar atención a las recomendaciones que da a los doce. El Señor dice que lo esencial es el anuncio del Reino. Para mostrar que ya está cerca, es necesario curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos y expulsar demonios. Este anuncio sólo resulta creíble y eficaz cuando se realiza con gratuidad: «Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente», con simplicidad de medios: «No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre», con actitud de paz: «Al entrar, saluden así: “Que haya paz en esta casa”» y con valentía: «Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacudan el polvo de los pies». La Virgen María nos ayuda a comprender cómo debe acogerse esta invitación del Señor, no superficialmente, sino en el corazón. ¡Bendecido jueves adorando a Jesús Eucaristía y pidiendo por los sacerdotes! 

Padre Alfredo. 

P.D. Les sigo encomendando a mi papá, pues continúa internado en el hospital.

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