jueves, 22 de marzo de 2018

«En Cuaresma hacia la alegría de la Pascua»... Hora Santa 34.


Monitor: La Iglesia tiene la vocación de llevar la alegría al mundo, una alegría auténtica y duradera que brota de la Pascua que estamos por celebrar en próximas fechas. Nos reunimos en oración en esta Hora Santa para suplicarle al Señor de la Eucaristía, que inunde nuestros corazones de ese gozo de la alegría que, como Amigo entrañable, Él nos puede dar.

CANTO INICIAL:
«CANTANDO LA ALEGRÍA DE VIVIR»

Cantando la alegría de vivir,
llegamos a la casa del Señor.
Marchando todos juntos como hermanos
andemos los caminos hacia Dios. (2)

Venid, entremos todos dando gracias;
venid, cantemos todos al Señor,
gritemos a la roca que nos salva,
cantemos la alabanza a nuestro Dios.

La paz del Señor sea con nosotros,
la paz que llena sola el corazón,
la paz de estar unidos como hermanos,
la paz que nos promete nuestro Dios.

Entremos por las puertas dando gracias,
pidamos al Señor también perdón,
perdón por nuestra falta a los hermanos,
perdón por nuestro pobre corazón.

Ministro: ¡Oh Santísimo Sacramento, oh Sacramento divino.
Todos: Toda alabanza y acción de gracias, te sean dadas en todo momento!

Ministro: Jesús Eucaristía: Estamos ante ti en Cuaresma. Nos pesan todas las veces que te hemos ofendido a Ti y al prójimo pero contemplamos la alegría de tu salvación. Queremos hacer, en este momento de adoración, un acto de reparación por nuestras faltas pasadas y pedirte ese don de la alegría para cumplir la voluntad de tu Padre como tú lo hiciste aún desde la cruz. Míranos postrados ante Ti y ayúdanos a orar, vivir y a trabajar con gozo en nuestra conversión, te suplicamos nos ayudes para traer a otros, como discípulos–misioneros que somos, a tu presencia en la Sagrada Eucaristía. Con tu amor y tu gracia queremos renovar en nuestros corazones la alegría que viene de Ti para poder ayudar a llevar muchas almas al cielo. Amén.

Momentos de silencio para la reflexión personal.

CANTO DE MEDITACIÓN
«A TI LEVANTO MIS OJOS»

A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo;
a ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia.

Como están los ojos de los esclavos,
fijos en las manos de sus señores,
así están nuestros ojos en el Señor,
esperando su misericordia.

Como están los ojos de la esclava,
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos en el Señor
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, Misericordia,
que estamos saciados de burlas,
misericordia, Señor, misericordia
que estamos saciados de desprecios.

Nuestra alma está saciada,
del sarcasmo de los satisfechos,
nuestra alma está saciada,
del desprecio de los orgullosos.

Momentos de silencio para la reflexión personal.

Monitor: Pongámonos en pie para escuchar ahora la Palabra de Dios:

Lector: Del Evangelio según san Lucas:                                                     (Lc 19,1-10).

En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores de impuestos y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida, pues hoy quiero hospedarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió llenándose de alegría. Entonces todos empezaron a criticar y a decir: «Se ha ido a casa de un rico que es un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más.» Jesús, pues, dijo con respecto a él: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abraham y el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»". Palabra del Señor.

Lector 1: En este pasaje que acabamos de escuchar, podemos ver cómo el Señor llama por su nombre a Zaqueo y decide alojarse en su casa. La sorpresa de este hombre bajito, encaramado en el árbol, al ver que Jesús le llama por su nombre es inmensa. Baja emocionado rápidamente y lleno de alegría, recibe a Jesús en su casa.

Lector 2: Zaqueo se da cuenta, oyendo las murmuraciones que le rodean, que ha estado equivocado. Él pensaba que la alegría le podía llegar a través del dinero, y ahora, ante Jesús, capta que con tanto que tenía, no había podido comprar ni un gramo de alegría, porque vivía sumergido en la mundanidad.

Lector 1: Jesús ha tomado la iniciativa de invitarse él, porque esa es la manera de Dios para acercarse al pecador que quiere salir de sus tristezas y abrazar la verdadera alegría que viene de Él. Más allá de las satisfacciones inmediatas y pasajeras, nuestro corazón busca la alegría profunda, plena y perdurable, que pueda dar «sabor» a la existencia.

Lector 2: Zaqueo había perdido el sabor de las alegrías sencillas: la alegría de vivir, la alegría ante la belleza de la naturaleza, la alegría de un trabajo bien hecho, la alegría del servicio, la alegría del amor sincero y puro. Los hermosos momentos de la vida familiar, la amistad compartida, el descubrimiento de las propias capacidades personales, la sensación de ser útiles para el prójimo.

Lector 1: Para Zaqueo, ha llegado la Pascua, su vida es nueva, llena de alegría, con un corazón que, sabiéndose perdonado piensa de inmediato en los demás. Dará la mitad de sus bienes a los pobres y restituirá cuatro veces a quien haya defraudado. Una decisión sorprendente que llena de alegría su corazón.

Lector 2:Estamos en Cuaresma, y este es un tiempo de apertura hacia la Pascua futura, donde se manifiestan los grandes deseos de felicidad, de amistad, del compartir y de verdad con una vida nueva; donde uno es impulsado por la resurrección de Cristo que nos lleva a perseguir grandes ideales y concebir nuevos proyectos.

Momentos de silencio para la reflexión personal.

CANTO PARA MEDITAR:
«CRISTO ESTÁ CONMIGO»

Cristo está conmigo,
junto a mí va el Señor;
me acompaña siempre,
en mi vida, hasta el fin.

Ya no temo, Señor, la tristeza,
Ya no temo, Señor, la Soledad;
porque eres, Señor, mi alegría,
tengo siempre, tu amistad.

Ya no temo, Señor, a la noche,
ya no temo, Señor, la oscuridad ;
porque brilla tu luz en la sombras,
ya no hay noche, Tú eres luz.

Ya no temo, Señor, los fracasos,
ya no temo, Señor, la ingratitud;
porque el triunfo, Señor, en la vida,
Tú lo tienes, tú lo das.

Ya no temo, Señor, a la muerte,
ya no temo, Señor, la eternidad;
porque tú, estas allá esperando,
que yo llegue, hasta Ti.

Monitor: Escuchemos y meditemos ahora unas palabras tomadas de diversos mensajes y homilías del Papa Francisco:

Lector 1: «Queridos hermanos: el mundo necesita ser tocado y curado por la belleza y la riqueza del amor de Dios. El mundo les necesita, no tengan miedo, necesita de todos nosotros, para ser la sal de la tierra y la luz del mundo. No tengan miedo de seguir a Cristo por el camino de la cruz. No tengan miedo de ser santos, la santidad es siempre joven, como es eterna la juventud de Dios. Queridos hermanos, déjense conquistar por la luz de Cristo y difúndanla en el ambiente en que viven. Ningún miedo es tan grande, para ahogar completamente la esperanza que brota eterna en el corazón del hombre. "¡Padre, que se haga tu voluntad y no la mía!” (Lc. 22, 42.)

Lector 2: ¿Cuántas veces hemos dicho la oración de Jesús? La repetimos una y otra vez, que sea tu voluntad y no la mía... Sin embargo, muchas veces, lo decimos de labios para afuera, por dentro se siente la rebeldía de quien no se conforma con los hechos y acontecimientos. No somos coherentes, no nos gusta cargar con nuestra cruz, ni escuchar un “no” como respuesta, aunque ese “no” venga de Jesús.

Lector 1: La voluntad de Dios trae momentos de intensa alegría, pero también tiene el gran peso de la cruz. Aún no aprendemos a sonreír en los momentos de dolor y a mantener la serenidad en el momento de la prueba. No logramos admitir que el dolor forme parte del gran proyecto de Dios, entonces comenzamos a luchar en contra y terminamos pidiendo lo que es nuestra voluntad y no la de Dios. Pedimos que Jesús haga lo que nosotros queremos, de la manera que lo queremos y en el plazo determinado por nosotros, para disfrazar nuestras exigencias añadimos un tímido “si es tu voluntad”, pero allá en nuestro interior es nuestra voluntad la que prevalece, condicionamos a Dios.

Lector 2: Necesitamos aprender de Jesús y María, cuando ellos dijeron sí, lo hicieron con su vida. Esa es la razón por la que muchas veces nos va mal, no le encontramos solución a nuestros problemas, porque no nos atrevemos a decir sí a Jesús».

Monitor: Recordemos que estamos ante la presencia de Jesús Sacramentado para pedirle eso precisamente, que nos ayude a decir que se haga su voluntad y no la nuestra, y que esa voluntad la podamos seguir con alegría, aunque el Señor nos pida abrazar la cruz pasando por momentos de dolor. Oramos para pedir al Señor la alegría de la esperanza, la alegría de la confianza en la promesa de la vida eterna, la alegría de la fecundidad de la Pascua que ya se acerca».

Momentos de silencio para la reflexión personal.

CANTO DE MEDITACIÓN
«SI CONOCIERAS COMO TE AMO»

Si conocieras como te amo,
si conocieras como te amo,
dejarías de vivir sin amor.
Si conocieras como te amo, 
si conocieras como te amo,
dejarías de mendigar cualquier amor.
Si conocieras, como te amo,
como te amo, serías más feliz.

Si conocieras como te busco,
si conocieras como te busco,
dejarías que te alcanzara mi voz.
Si conocieras como te busco,
si conocieras como te busco,
dejarías que te hablara al corazón,
si conocieras, como te busco, 
como te busco, escucharías más mi voz.

Si conocieras como te sueño,
si conocieras como te sueño,
me preguntarías lo que espero de ti.
Si conocieras como te sueño,
si conocieras como te sueño,
buscarías lo que he pensado para ti.
Si conocieras como te sueño,
como te sueño, pensarías más en mí.

Monitor: Dirijamos ahora nuestra oración a nuestro Señor Jesucristo, que, desde su Custodia, quiere colmar de alegría nuestros corazones y digámosle después de cada invocación:

Monitor: Llénanos de tu alegría, Señor.
Todos: Llénanos de tu alegría, Señor.

-Jesús, hijo de Dios vivo, esplendor del Padre y pureza de la luz eterna...

-Jesús, rey de la gloria, hijo de la Virgen María y sol de justicia...

-Jesús, Dios fuerte, Dios amable y Dios admirable...

-Jesús, Dios todopoderoso, Dueño de nuestra historia y mensajero del plan divino,...

-Jesús, pacientísimo, obedientísimo, manso y humilde de corazón...

-Jesús, autor de la vida, amador nuestro y amante de la castidad...

-Jesús, Dios de paz, modelo de virtudes y celoso de la salvación de las familias...

-Jesús, protector de los pobres, refugio de los débiles y esperanza de los afligidos...

-Jesús, tesoro de los fieles, pastor bueno y verdadera luz...

-Jesús, sabiduría eterna, bondad infinita, camino, verdad y vida nuestra...

-Jesús, alegría de los ángeles, rey de los patriarcas y maestro de los apóstoles...

-Jesús, doctor de los evangelistas, fortaleza de los mártires y luz de los confesores...

-Jesús, modelo de los sacerdotes, pureza de las vírgenes y corona de todos los santos...

CANTO ANTES DE LA BENDICIÓN Y/O RESERVA DEL SANTÍSIMO:
«OH BUEN JESUS YO CREO FIRMEMENTE»

Oh buen Jesús, yo creo firmemente,
que por mi bien, estás en el altar.
Que das tu Cuerpo y Sangre juntamente,
al alma fiel en celestial manjar (2).

Pequé, Señor, ingrato he venido;
infiel te fui, confieso mi maldad;
Contrito ya, perdón, Señor te pido,
eres mi Dios, apelo a tu bondad (bis).

¡Oh Buen Pastor, amable y fino amante!
Mi corazón se abraza en fino ardor,
si te olvidé, hoy juro que constante,
he de vivir tan solo en tu amor (bis).


Ministro: Nos diste, Señor, el pan del Cielo.
Todos: Que en sí contiene todas las delicias.

Ministro: Oremos: Oh Dios, que redimiste a todos los hombres con el misterio pascual de Cristo, conserva en nosotros la obra de tu misericordia, para que, venerando constantemente el misterio de nuestra salvación, merezcamos conseguir su fruto. Por Jesucristo nuestro Señor.

Si está el sacerdote o el diácono presentes, se da la bendición en este momento.


LETANÍAS FINALES:

Cristo, Maestro y Salvador del hombre.
Cristo, Mesías enviado al mundo.
Cristo, Fuente de la divina sabiduría.
Cristo, Buena Noticia para el pobre.
Cristo, Médico de los enfermos.
Cristo, Palabra de verdad.
Cristo, Luz de gracia.
Cristo, Pan bajado del cielo.
Cristo, Misterio pascual.
Cristo, Muerto y resucitado por nosotros.
Cristo, Sacramento de nuestra fe.
Cristo, alegría del mundo.
Cristo, Presencia permanente entre nosotros.
A ti, todo honor y toda gloria,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se hace la reserva del Santísimo Sacramento.

CANTO FINAL
«JUNTOS CANTANDO LA ALEGRÍA»

Juntos cantando la alegría
de vernos unidos en la fe y el amor
juntos sintiendo en nuestras vidas
la alegre presencia del Señor.

Somos la Iglesia peregrina que él fundó,
somos un pueblo que camina sin cesar,
entre cansancios y esperanzas hacia Dios,
nuestro amigo Jesús nos llevará.

Hay una fe que nos alumbra con su luz,
una esperanza que empapó nuestro esperar,
aunque la noche nos envuelva en u inquietud,
nuestro amigo Jesús nos guiará.

Es el Señor, nos acompaña al caminar,
con su ternura a nuestro lado siempre va,
si los peligros nos acechan por doquier,
nuestro amigo Jesús nos salvara.

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