sábado, 6 de enero de 2018

«¿Quién es el que vence el mundo?»... Un pequeño pensamiento para hoy


El calendario civil celebra hoy el día de los Reyes Magos, en la liturgia de la Iglesia Católica se celebra mañana, con la fiesta de la Epifanía del Señor. Hoy la Palabra de Dios que se nos propones está tomada, para la primera lectura, de la primera carta del apóstol san Juan, que hemos estado leyendo de forma continuada estos días de Navidad. Juan nos cuestiona hoy en su primera carta con una pregunta: «¿Quién es el que vence el mundo?» y él mismo nos ofrece la respuesta: «Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios» (1 Jn 5,5ss). Pero, ¿qué significa para el hombre de hoy «creer que Jesús es el Hijo de Dios?». No podemos tapar el sol con un dedo y negar que vivimos en un mundo que conoce muy poco de Jesús y que no logra identificarlo plenamente como «Hijo de Dios» o «como Dios mismo hecho hombre». La mayoría de nosotros vivimos en una sociedad en la que impera toda clase de maldad, violencia, y lucha por el poder; en la que son muchos los que buscan su propio beneficio sin pensar en los demás, como dice en 2 Timoteo 3,2-5: «Hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,  sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella».

En la sociedad actual sucede algo extraño: se ha sacado a Dios de la escena o se le ha encerrado en los templos para que lo cuiden los curas y las viejitas beatas, y al desecharlo muchos cristianos débiles han quedado a expensas del diablo, como nos ha estado recordando el apóstol san Juan en estos días; se han quedado bajo la mirada sigilosa de ese ser que se ha convertido en su dueño, ante la mirada indiferente de los que han sido atrapados. En muchos lugares se prohíbe hablar de Dios, pero se habla con orgullo de toda clase de inmoralidades que van contra Dios y contra la dignidad humana como hijos de Dios, y todo como resultado de la pérdida de valores y la falta de dirección divina que se ha cambiado por cursos de yoga, reiki, superación personal, meditación trascendental, metafísica y demás, para unos cuantos, porque la mayoría navega a la deriva del relativismo imperante sin acercarse a Dios o sin dejar que ÉL se acerque a su mundo. En la actualidad muchos, sobre todo de las generaciones jóvenes «llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo y, sin darse cuenta, por la ignorancia reinante, tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas» como dice en Isaías 5,20.

Esta sociedad, atrapada por el «Príncipe de este mundo» y caída por consecuencia en el pecado, puede ser recuperada solamente por Cristo, en quien el Padre tiene puestas sus complacencias (cf Mc 1,7-11). Al nacer pobre en Belén, como uno de tantos, Cristo viene a traernos justicia y a reconciliarnos con Dios para que el Padre se complazca también en nuestras vidas. Es por eso que, en medio de toda esta realidad, sigue habiendo corazones generosos que dan la vida complaciendo al Padre, como nuestros hermanos del grupo de Misioneros de Estados Unidos que acaban de regresar en estos días de pasar las Navidades en la misión de Sierra Leona apoyando al padre Pepe y a las hermanas Misioneras Clarisas que, en medio de aquella hermosísima selva, llevan el mensaje de salvación a quienes aún no han conocido la belleza del amor de Dios. Así, no todo es tristeza y desolación, no todo es el vacío del mundo del glamour y de las compras inacabables. Nuestros misioneros y muchos discípulos-misioneros por aquí y por allá, son un rayito de luz esperanzadora para todos los que seguimos viviendo en este mundo caído y que sabemos que contamos con el respaldo de nuestro Salvador queriendo alcanzar el cielo para nosotros mismos y para muchos más que conozcan y amen a Jesús, el Hijo de Dios. Sigamos cerca del pesebre, junto a María y José y allí, llenos de esperanza, esperemos la llegada de estos personajes que llegarán de Oriente para traer al Señor los regalos significativos que hablan de un amor concreto a Dios y a la vida como un rayito de luz. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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