domingo, 7 de enero de 2018

«LA EPIFANÍA»... Un pequeño pensamiento para hoy


La liturgia de este Domingo nos recuerda hoy la historia de los tres reyes magos. Una historia de tres hombres que se pusieron en camino para dejarse llevar confiadamente a donde una estrella misteriosa les mostraría la presencia del Niño Dios. Una historia de tres magos que sabían que era importante seguir la estrella porque esta representaba su búsqueda personal, su gran oportunidad de encontrarse a sí mismos y de adorar al Rey de Reyes. Una historia de tres reyes que tuvieron que hacer un largo viaje hasta Belén y que no tenían ni los profetas, ni las promesas, ni las tradiciones, ni la esperanza de un Mesías… Una historia de tres viajeros que se aventuraron a ir en busca de Dios. Los Magos, unos extranjeros, vinieron a enseñar al mundo entero que el Salvador ya había viajado hasta nosotros. Pero, ¿dónde encajamos nosotros en esta fiesta de la Epifanía del Señor? Nuestra fe no es una propiedad privada y encerrada en nosotros mismos. Somos parte de una gran comunidad, la iglesia y viajamos en caravana. Nadie viaja solo. Nadie se salva solo. Nosotros, como los Magos de Oriente, necesitamos una estrella que nos guíe: un consejo, una palabra de ánimo de los hermanos, estudiar la Biblia, preguntar... Todos estamos en diferentes etapas del viaje: los viejos buscadores y los novicios, los que dudan, los que se equivocan a cada rato, los que tienen un problema como Herodes, los que saben todo como los escribas, los que caminan rápido como los pastores que llegaron primero y los que caminan pidiendo a un pie que le diga al otro que se mueva... Lo importante es llegar al pesebre y contemplar el rostro del Mesías. ¡Aquí es donde entramos! Porque la Epifanía es una fiesta de esperanza, una fiesta de luz para todos. Como dice san Pablo en la segunda lectura de hoy: «Todos somos coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo» (cf. Ef 3,2-3.5-6).

Pero volvamos a estos tres hombres de nuevo y hagámonos unas cuantas preguntas sobre ellos conforme al Evangelio de hoy (Mt 2,1-12): ¿De verdad eran magos como dice la Escritura? Magos como alguien que hace trucos de magia no, sino más bien como se entendía en aquellos tiempos con la palabra «mago», un estudioso de ciencias, de astronomía, de matemáticas. ¿Si eran «reyes» o por qué les llamamos así? Seguro lo eran, porque esto se hace a partir del Salmo 71 (versículos 10-11) que apunta: «Le traerán tributo los reyes de Tarsis y de las islas, ante él se postrarán los reyes y le servirán todas las naciones». Esas naciones que se mencionan en el salmo, están en el Oriente, por eso, al unir estos personajes y estos lugares con el texto del Evangelio de san Mateo, se les reconoce como «Los reyes magos». ¿Eran 3 y se llamaban Melchor, Gaspar y Baltazar? En el texto de san Mateo no se menciona cuántos eran, pero sí se afirma que estos personajes llevaban 3 regalos: oro, incienso y mirra. A partir de esto, asumimos por la tradición, que son tres, pues cada uno llevaría un regalo: El oro, que significa que ese niño que está ahí es rey y que les servirá a José y a María como capital para poder emprender el viaje a Egipto; el incienso, con el que lo reconocen como Dios y cuyo humo servirá para ahuyentar los mosquitos e insectos del pesebre; y la mirra, resaltando su humanidad y perfumando el ambiente del establo. Por lo tanto, estos tres regalos, resaltan de Jesús de que es Rey, hombre y Dios y resultan sumamente prácticos para la Sagrada Familia.

Hoy nos toca a nosotros viajar y preguntar el camino, como los Magos, y no descansar hasta encontrar al Rey. Hoy nos toca viajar hasta llegar al pesebre y encontrar a Jesús en brazos de María. Hoy nos toca viajar como los Reyes Magos, sin regresar a los Herodes, que quieren matar el amor del Niño Dios que llevamos todos dentro. Hoy nos toca viajar para cerrar el ciclo de Navidad agradeciendo el regalo de Dios que nos ha visitado en su Hijo Jesús. ¡Vayamos al encuentro del Señor con nuestro mejor regalo!: un corazón abierto a la gracia para adorar a Dios, porque «vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo». ¡Feliz día de Reyes, feliz día de la Epifanía del Señor! 

Padre Alfredo.

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