Nuestro Señor, que sufrirá la muerte en cruz, sabe lo que es el sufrimiento moral: el miedo, la aprehensión, el ansia, la inseguridad... ser incomprendido, mal juzgado ... vivir en medio de gentes que deforman las intenciones profundas del corazón... no llegar a hacerse comprender. Todo esto que es lote doloroso de tantos seres humanos, lo ha experimentado el Señor Jesús. ¿Cuáles eran entonces sus reacciones interiores? Es bueno pensar en ello estos días previos al Triduo Sacro y pedirle al Señor que nos ayude a contemplar lo que pasa en él mientras vive los últimos días de su vida. Como es que incluso en medio de las tormentas, seguramente estaba en posesión de una paz constante. Incluso en la angustia pudo apoyarse en el Padre. Se sabía amado, acompañado, cuidado. «El Padre está en mí». Jesús nos deja ver, en el relato de hoy que entre él y su Padre hay comunión y una unidad profunda.
Me parece muy interesante que al final del relato de hoy, el evangelista nos diga: «Y muchos creyeron en él allí». Y me parece interesante porque nosotros pertenecemos a este grupo de los que sí han creído en él. Y le acogemos en su totalidad, con todo su estilo de vida, incluida la cruz que va a presidir nuestra celebración los próximos días. Tal vez en nuestra vida también conocemos lo que es la crisis sufrida por Jesús, porque no hemos tenido éxito en lo que emprendemos, porque sufrimos por la situación de nuestro pueblo ahora en medio de una pandemia, porque nos cuesta luchar contra el desaliento y el mal. Tal vez más de uno de nosotros está viviendo una etapa dramática en su vida. Ojalá no perdamos la confianza en Dios y tengamos conciencia como la tuvo Jesús, que experimentó lo que es sufrir, pero se apoyó en su Padre. Todo esto es lo que meditaremos en los próximos días. Y lo que Jesús quiere comunicarnos, a fin de que seamos fieles como él en nuestro camino, y participemos en su dolor y en su triunfo, en su cruz y en su resurrección. O sea, en su Pascua. Sigamos nuestro camino acompañando a Jesús de la mano de María la Madre Dolorosa. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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