Con este relato hemos de ver que los milagros acontecen, pero por la fe, no se trata de creer o no creer en los milagros, sino de querer creer o no en Jesús y este hombre le cree, hecho que se corrobora cuando pregunta a qué hora su hijo había sanado y los criados le dieron la hora, dándose cuenta él de que a esa hora es que Jesús le había dicho que el muchacho estaba sano. Su deseo inicial es que Jesús fuera hasta su casa pero el Mesías no accede al deseo del funcionario, de que baje a Cafarnaún, ni al despliegue de poder que él cree necesario para que el hijo escape de la muerte. La obra del Mesías no será la de los signos prodigioso, sino la del amor fiel. Jesús, para salvar, no hará ningún alarde de poder. El relato nos dice que el funcionario inicialmente insistía: «Señor, ven antes de que mi muchachito muera». Con esta petición renovada confiesa la impotencia del poderoso ante la debilidad y la muerte. El poder de este mundo es impotente para salvar. Jesús le dijo: «Vete, tu hijo ya está sano. Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino».
San Juan subraya que aquel hombre creyó en la palabra, sin poderla verificar... Se fue. No tenía ninguna prueba. Tenía solamente «la Palabra» de Jesús. Ante todas las promesas del Señor, nosotros nos encontramos en la misma situación. Ante su promesa esencial: la vida eterna, la redención total y definitiva, la victoria del amor, la supresión de todo llanto y de todo sufrimiento, la resurrección, la vida dichosa junto a Dios en la claridad... ante toda esta promesa ¡hay que creer en su palabra! En la Fe, en el salto de la Fe, en la confianza ilimitada de la Fe. «A quién iremos, Señor, Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). Aquel hombre que había confiado en la palabra de Jesús reflexionó que el muchacho se alivió a la hora misma que Jesús le dijo: «Tu hijo ya está sano»; y así creyó él y toda su familia. Hay que creer, hay que ser fuertes en la fe y confiar en la palabra del Señor. ¡Todo milagro es posible! Que María Santísima, que creyó en la palabra, nos ayude y que en este camino de Cuaresma hacia la Pascua sigamos fortaleciendo nuestra fe. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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