Señor mío,
que no viniste a perder sino a librar
las almas de los hombres,
de quienes te constituiste remedio y libertad,
dando tu vida por su rescate;
humildemente imploramos tu clemencia
y misericordia inefables
para que te apiades de todas las almas
de los fieles difuntos
que son atormentados en las penas del purgatorio,
a fin de que las que justamente
son por sus pecados afligidas,
sean por tu benignidad perdonadas;
y puesto que las has redimido con tu preciosa sangre,
por los méritos e intercesión
de la Beatísima Virgen María,
y de todos tus santos,
líbralas de las penas que sufren
y llévalas a la gloria,
donde te alaben y gocen
por los siglos de los siglos. Amén.
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