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Según se sabe, Corea del Norte encabeza la lista por decimosexto año consecutivo de los 50 países donde los cristianos sufren mayor opresión por razón de su fe. Cerca de 300,000 cristianos —siempre de las distintas denominaciones— sufren persecución bajo la dictadura comunista, en donde el cristianismo sigue considerándose como algo occidental y «hostil». La mayoría de los padres incluso evitan introducir a sus hijos en la fe cristiana por miedo a que se les escape algo si les preguntan por actividades cristianas... Y aquí, con tanta facilidad que tenemos para el catecismo, la gente se queja de que es mucho el tiempo de preparación... Yo me pregunto: ¿Qué nos preparará desde pequeños a afrontar la persecución? ¿Serán nuestros pequeños, con una «embarrada ligera» de unas cuantas clasecitas, capaces de afrontar la persecución como lo hizo san Joselito Sánchez del Río o los tres niños mártires tlaxcaltecas Antonio, Cristobalito y Juan? Pakistán, dice el estudio que leí, es la región donde los cristianos sufren mayor brutalidad. En 2017 fue la región donde más iglesias y propiedades eclesiales se destruyeron. Un total de 168. Pero hoy la persecución la vemos hasta en los países considerados católicos por excelencia.
Según el «Centro Católico Multimedia» (CCM), México es —por poner un ejemplo de persecución— el país más peligroso del mundo para ser sacerdote. Pero, en la vivencia actual de nuestra fe cristiana, sea cual sea nuestra vocación específica la violencia física no lo es todo. La opresión, la calumnia, la difamación, tienen un impacto mayor y más duradero en la vida de las personas que la violencia y la opresión la estamos sufriendo de una manera muy sutil. Estas tres cosas son las que consiguen que las personas se vayan aislando y terminen por dejar su fe», y esa presión se ejerce de muchas maneras por parte de los enemigos de la Iglesia, como son las acusaciones falsas, las críticas mordaces y la exhibición desmedida de situaciones negativas que, en la Iglesia, como en todos los espacios del desarrollo humano se pueden presentar. El Evangelio de hoy nos habla de Zaqueo (Lc 19,1-10). Ya he hablado muchas veces de él, pero hoy lo veo como el hombre convertido que, como el salmista, se ha sentido cubierto por el amor de Dios luego de haberse convertido. ¿Qué no dirían de Zaqueo? ¿Cómo no lo perseguirían por seguirlo viendo tal vez como «una fichita»? ¿No experimentaría, a haberse convertido, persecución y burlas? No sabemos nada pero seguramente, lleno de Dios, pasaría el resto de sus vidas afrontando todo lo que aquel «sí» al Señor, como el de María, le trajo: «En paz me acuesto, duermo y me despierto, porque el Señor es mi defensa. No temeré a la enorme muchedumbre que se acerca y me acecha». No nos desanimemos de vivir la fe y convenzámonos de que el Señor no nos dejará solos en medio de la persecución. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
Es lamentable todo lo que nos toca vivir como cristianos. Sin ir más lejos, los disturbios recientes en Chile resultaron también en la quema de iglesias. Nicaragua está viviendo actualmente una persecución religiosa importante. La prensa -- anticlerical por tradición --hecha leña al fuego con sus titulares rimbombantes en contra de la Iglesia, que redundan en el desapego y el desinterés cada vez mayor de la gente por las cosas de Dios. Siembra duda y confusión, haciendo creer que hace justicia ante los errores cometidos por algunos de sus miembros. La Iglesia como cuerpo místico de Cristo es atacada y vilipendiada a diestra y siniestra, tanto abiertamente como de manera más sutil. En estos tiempos de prueba, nos toca informarmos para formarmos mejor en la fe, a fin de conocerla y defenderla de los embates del enemigo que se materializa en todas estas acciones nefastas llevadas a cabo por seres humanos intransigentes y violentos. Seres que desconocen el amor de Dios. Cuando pienso en la situación actual de nuestra Iglesia, me consuelan las palabras de Jesús cuando dice que "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16:18).Gracias, P. Alfredo, por invitarnos a la reflexión. Dios lo bendiga.
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