La palabra de Dios es siempre viva y actual, contiene siempre temas muy variados y amplios como es el caso de la Liturgia de la Palabra del día de hoy. Entre uno de los temas que destacan hoy es la oración, tema contenido en el Evangelio (Lc 11,1-13). La oración de Jesús es la expresión de comunión con el Padre de las Misericordias. Con mucha frecuencia los Evangelios hacen referencia a este comportamiento de Jesús, por eso los discípulos piden al Señor que les enseñe a orar.
Nosotros podemos hacer la misma petición, y tenerla presente cuantas veces sea necesario. Llegar a gustar de la comunicación a estos niveles y disfrutar del plan salvífico que Dios tiene trazado, es algo verdaderamente transformante que llena el corazón de alegría y de esperanza. Lo primero que hace Jesús Maestro, ante esta súplica, es enseñarles el Padre Nuestro. Esta hermosa oración que en la Santa Misa rezamos antes de acercarnos a recibir el Cuerpo de Cristo en la Comunión. Precisamente un punto clave del Padre Nuestro es la súplica con la queremos entrar en Comunión: «perdónanos como nosotros perdonamos»... pero, una realidad que en mucho envuelve nuestra existencia, es que nosotros no sabemos perdonar y por tanto, es difícil vivir en comunidad, pues todos sometemos errores. Y es importante hacer notar que los discípulos son enseñados a orar en comunidad.
Acabo de vivir la experiencia en carne propia de la falta de reconocer el propio pecado y de no hacer comunidad. Se trata de un conductor que invadió mi carril, me hizo un gran rayón con un golpe en la puerta del lado izquierdo y tranquilamente siguió su camino a toda velocidad ante la admiración de otros conductores. Reconocer los propios errores cuesta y no solamente dinero, sino aceptar que hemos cometido una falta, que hemos dañado a alguien o que hemos estropeado unos planes. ¿Cómo puede dejarnos nuestro Padre un espíritu en paz y tranquilidad sin profundizar la experiencia del perdón, tanto otorgarlo como pedirlo? Jesús en lo alto de la Cruz dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Va un Padre Nuestro por este conductor y por todos los que en este mundo, donde pulula la violencia, viven así y nos sabemos si esperar un balazo o algo peor. Que la Virgen tenga misericordia y nos cuide. ¡Bendecida tarde de domingo!
Padre Alfredo.
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